sábado, 24 de julio de 2010

HOTEL DORADO, LEÍDO Y APROBADO

Nuestros lectores veteranos recordarán que en el mes de julio del año pasado (consultar el archivo de la derecha), reseñamos una curiosa novela escrita por Alberto Gimeno: Hotel dorado, una revisión de 13, Rue del Percebe en la que se desarrollan tanto la historia como la personalidad de los inquilinos de la mítica comunidad de vecinos. Gracias a esa entrada, Gimeno tuvo la gentileza de ponerse en contacto con el blog y de concedernos una entrevista que fue publicada un mes después. Reproducimos una de las preguntas con su respuesta:


10.- ¿Ha recibido alguna opinión de Francisco Ibáñez o de Ediciones B acerca de Hotel Dorado?




A los pocos días de publicarse la novela, le envíe por correo un ejemplar a Francisco Ibáñez, dicho ejemplar iba acompañado de una carta en la que le explicaba las razones de mi novela y el agradecimiento por su creación en la que yo me inspiraba. No obtuve respuesta. Al parecer, descubrí después, la dirección que tomé de las páginas blancas de "google" no era la correcta. Hará cosa de dos semanas que, desde la propia editorial, se le envió otro ejemplar a una nueva dirección. Sigo todavía pendiente de su opinión que, por supuesto, me encantaría conocer y, llegado el caso, intercambiar pareceres sobre la misma.








Pues bien, ayer recibimos la noticia de que Ibáñez, finalmente, ha leído la obra de Gimeno y que le ha parecido realmente estupenda. Hay que recordar que esta vez no se trata de una adaptación tal cual por las que el dibujante reciba una remuneración, sino de partir de unos arquetipos básicos para desarrollar unas personalidades y una trama independientes del tebeo.




A pesar de que las malas lenguas afirman que a Ibáñez le parece genial toda adaptación de su obra siempre y cuando perciba por ello sus correspondientes royalties, el dibujante catalán muestra una vez más su buen humor, su sencillez y su amabilidad al permitir, incluso, que su opinión sobre Hotel dorado figure en la obra, como pueden observar en la foto que ilustra este tema, cedida también por el autor de la novela. Lo cual supone otro espaldarazo para la misma, ya consolidada por sus buenas ventas.




Hotel dorado, calificada de "imprescindible" para los admiradores de la peculiar comunidad de vecinos, ha sido para Ibáñez "¡Magnífica; una agradable sorpresa!", lo cual sin duda corrobora el buen hacer de Alberto Gimeno, pues ha logrado agradar al propio autor de los personajes.




No queremos concluir esta nota sin destacar la increíble vigencia que 13, Rue del Percebe sigue teniendo 50 años después de su primera publicación. Así, películas como La comunidad, de Álex de la Iglesia, series como Aquí no hay quien viva y derivados, y el reciente anuncio televisivo de La Casera, de Javier Fesser, con sus correspondientes ilustraciones que pueblan las paradas de autobús de diversas ciudades españolas, demuestran que Mortadelo y Filemón no son los únicos personajes de Ibáñez que siguen gozando del favor del público, ya que el autor catalán ha diseñado una abundante cantidad de criaturas que siguen formando parte de la vida cotidiana de millones de personas.




Y eso, en un medio como el tebeo, que va como va, es todo un logro.
Por mi parte, les dejo un saludo, amables lectores, y prometo revisar sus comentarios durante mis cortas vacaciones.
Nos vemos la semana que viene.

domingo, 18 de julio de 2010

UNA HUIDA FRANCO-BELGA


Que Francisco Ibáñez bebió directamente de fuentes franco-belgas en un intento de hacer una historieta más " a la Europea" es algo que toda persona metida en el "mundillo" del cómic conoce perfectamente. Tradicionalmente, se suela aludir a las semejanzas entre el Botones Sacarino y los franquinianos Gastón el Gafe y Spirou. Del mismo modo, Franquin sigue siendo la referencia gráfica conocida de álbumes como El sulfato atómico (1969) o Valor...¡Y al toro! (1970).


Sin embargo, en su legítimo afán de encontrar nuevos modelos, Ibáñez también se vio influido por otros autores europeos. Así, ya vimos en El rincón de Mortadelón que Tillieux y su Gil Pupila dejaron impronta en Valor...¡Y al toro! (http://mortadelon.blogspot.com/2010/01/parecidos-razonables-xxiv.html), pero también el álbum más famoso de Ibáñez se ve influido por otras viñetas del mismo autor y personaje.


Así, hay un momento en el argumento de El sulfato atómico (muy simple, por otra parte) en el que Mortadelo y Filemón tienen que huir del palacio de Bruteztrausen y son perseguidos por este y su sicario. Son páginas llenas de ritmo, de movimiento, de vehículos...; páginas que irremediablemente recuerdan a las de El guante de tres dedos (1965), aventura firmada por Tillieux en la que la línea argumental va poco más alla de la continua huida de su héroe, Gil Pupila, del lugar donde sus enemigos lo tienen retenido. La influencia no es meramente argumental, puesto que Ibáñez se sirve de los distintos vehículos utilizados por autores anteriores para conformar la escapada de sus agentes secretos.


De este modo, en la página 30 de El sulfato atómico, encontramos un coche (y un gag) similar al que presenciamos en la página 16 de El guante de tres dedos. En ambos, los villanos están persiguiendo a los protagonistas y el sicario de turno interpreta literalmente la orden de avance de su superior, sin tener en cuenta que hay una pared delante.






Con respecto al vehículo que toman Mortadelo y Filemón para huir, es bastante más conocido el hecho de que toman "prestado" un todo-terreno blindado muy similar al que encontramos en una obra de Peyó, concretamente en el álbum de Valentín Acero El agente especial. Los ejemplos siguientes muestran su correspondencia tanto de lado como por detrás.



















Siguiendo con Bruteztrausen y su esbirro, que, recordemos, estaban privados de su antiguo medio de locomoción, vemos que estos agarran ahora un auto al que le faltaba una rueda, de manera que se produce el inevitable y brutal giro que culmina en vuelta completa del vehículo e impacto final (pág. 31). En el caso de Tillieux, volvemos con él, el coche vuelca a causa de un desnivel en el terreno, pero los resultados son, como pueden ver, idénticos.












Tras destrozar este nuevo auto, los villanos de Ibáñez se sirven de un jeep que, en si visión frontal y trasera se asemeja bastante al utilizado por los personajes de Tillieux en una historieta corta de Gil Pupila: La guerra en calzoncillos (1966). En un momento dado, ambos jeeps vuelcan, aunque en el caso de Gil Pupila se debe a una explosión, mientras que en el de Mortadelo el culpable es un labriego haciendo uso de su fuerza bruta.

















Es cierto que estas y otras "inspiraciones" se han utilizado tradicionalmente para criticar al autor más vendido del cómic español (eso hay que pagarlo, por supuesto), pero conviene hacer algunas matizaciones. En primer lugar, no podemos olvidar que, en más de una ocasión, la misma editorial Bruguera le daba a sus autores los modelos extranjeros que debían copiar: lo mismo pasó con numerosos chistes sueltos y con las historietas de la argentina Rico Tipo.


Por otra parte, y a pesar de esas similitudes, no cabe duda de que El sulfato atómico, de Ibáñez, es una obra con entidad propia, con un argumento sencillo pero bien articulado, y que recoge influencias de autores diversos: Franquin, Tillieux, Peyó... para conformar una historia independiente, aunque con innegables reminiscencias europeas (lo que se le pedía a Ibáñez, por otra parte).

Del mismo modo, negar la legitimidad de la influencia (a veces más que notable) que determinados artistas ejercen con respecto a otros demuestra un total desconocimiento de la Historia del Arte y de los principios artísticos básicos: la inspiración, la copia y la reutilización de recursos ajenos es algo de lo que ni los grandes autores de la historia se han librado. Si lo dudan, revisen la producción de personajes tan ilustres en sus respectivos campos como Ovidio, Cervantes, Lope de Vega, Velázquez, "Clarín", Charles Chaplin o Woody Allen, entre otros.


Yo, por mi parte, le doy a Ibáñez la absolución.


Luego están los eruditos del tebeo...


domingo, 11 de julio de 2010

ENTREVISTA A JORDI BAYONA


Mencionar a Jordi Bayona es hablar de una de los hombres clave de la Editorial Bruguera. Hombre polifacético donde los haya, Bayona ha sido actor, dramaturgo, director, guionista… Con La noia de la tricolor ganó el Premio de Novela corta de la Universidad de Lleida (2002). Sin embargo, hoy nos vamos a centrar en su colaboración con la Editorial Bruguera, colaboración que duró dos décadas, en las cuales desempeñó diversas tareas como la traducción, escritura de guiones, coordinación editorial, etc. Su figura fue sumamente trascendente en la introducción del cómic franco-belga en nuestro país, así como en la remodelación del concepto de revista y de historieta, más acorde con los parámetros europeos. Hombre creativo e inquieto, colaboró en la mayor parte de las revistas de la casa, destacando especialmente su labor en Gran Pulgarcito (1969) y en Mortadelo (1970). En un blog como este, dedicado a la obra de Francisco Ibáñez, es un honor contar con el testimonio de una de las figuras más relevantes de la editorial Bruguera, testigo directo de su auge y caída, así como pieza fundamental de la revista Mortadelo en la época dorada de la carrera de Ibáñez, los años 70. Amablemente, Bayona ha accedido a responder a las preguntas planteadas acerca de esta época de su vida laboral, sumergiéndonos en un mar de recuerdos vívidamente evocados, deteniéndose en cada una de las preguntas y contagiándonos a ratos la ilusión, a ratos la nostalgia, y a ratos el desengaño de quienes tuvieron la oportunidad de trabajar en la editorial que forjó la infancia de varias generaciones de españoles.




Es por ello que esta entrevista resultará interesante, presumo, para todos los que fuimos (somos, seremos) bruguerianos; o sea, todos.



Un Amigo: - Hola.
J.B.: - Hola.
-¿Todo bien?
- Sí, muy bien.
- ¿Qué haces?
- Respondo una entrevista sobre Bruguera.
- Ah.
- Parece mentira la de eruditos que hay sobre el tema.
- Sí, ¿verdad?
- Verdad. Y fíjate, todos los que conozco son hombres, no hay ninguna erudita.
- Si la hay, será una chica discreta…¿Y, por dónde vas?
- Acabo de empezar, que como entré en Bruguera.

1.- En primer lugar, ¿podría explicar a nuestros lectores cómo fue su entrada en Bruguera y cuáles fueron las primeras labores que desempeñó en la editorial?

- Fácil, Clavé, Mora


- Tu porqué lo sabes, pero al que no, bien debo ponerle en antecedentes empezando por explicar que mi hermano Juan, dibujante, trabajaba para Toutain con Florenci, que de ahí pasé a escribir guiones rosa para Toutain - Fleetway, que Clavé tenía un grupo de teatro, teatro de calle, político, dando representaciones por los barrios y pueblos cercanos, que me uní al grupo, La Pipironda se llamaba, creo que el nombre de un baile castellano del XV o así, que en el grupo conocí a Víctor Mora y Armonía Rodriguez, ambos recientemente habían dejado Bruguera (él seguía con Trueno y Jabato). Víctor sabía que Rafael González buscaba alguien que ocupara el puesto que quedó libre (imposible sustituir a Víctor) que le hiciera las veces de mano derecha. Víctor habló, yo me presenté, me entrevistó Francisco Bruguera, hice los deberes y me pusieron una mesa justo al lado de la puerta del despacho de Rafael González. Supervisaba los guiones, aprobando, rechazado o sugiriendo modificaciones, que se entregaban a los dibujantes (no los de humor), y cuando traían las páginas dibujadas las cotejaba con los guiones y, de ser necesario, acordaba la modificación de alguna viñeta. Después él me corregía, o no, y daba el VB al conjunto. La lupa se ponía principalmente en aspectos que pudieran “molestar” a la censura, pues las revistas se enviaban con antelación en pruebas de imprenta a la Delegación del Ministerio.



- En la Rambla.


- Sí, en la planta que había sido la sede de Ràdio Associació de Catalunya. Sobre el bar Moka, pegado a los almacenes SEPU.



- El trozo de Rambla que sale en la portada de “La noia de la tricolor”.


- Una casualidad. Bien, sigo. Retocar algo marcado con lápiz rojo significaba modificar las planchas o los fotolitos a toda prisa con el gasto de tiempo y dinero que es de suponer. En la redacción, entre los galeotes que tenía sometidos a golpe de látigo, estaban mis amigos Vidal Sales, Jaume Perich, Julio Fernández, Antonio Turnes,…y durante un tiempo, Miguel Ángel Bastenier, estudiante de periodismo y años más tarde subdirector de El País.



- Fue años antes por el 58 ó 59, que con tu hermano Juan y otro dibujante, Altarriba, hicisteis una maqueta de una revista con el material recortado de revistas de cine norteamericanas.

- Exacto, buena memoria. Hay que pensar que por aquellas fechas vino Bill Haley y sus Comets a Barna y nosotros no faltamos, ni faltábamos en la cueva de jazz, el Jamboree, o sea que estábamos “a la page”. La maqueta la titulamos “Ellos y Ellas”, como la peli de Marlon Brando. Pero nada, en Bruguera me dijeron que lo suyo era Pulgarcito. Y ahora, majo, déjame que he de responder el cuestionario.

2.- ¿Cómo fue su relación con Rafael González durante los años que duró su colaboración con Bruguera?

Bien, en 1963 ese intento de revista era historia pasada. Lo que contaba era que estaba en la Redacción de Bruguera como adjunto del señor González. Una relación laboral con sus altos y sus bajos, respetándonos, pero cada cual en su sitio, con discrepancias dado que, en algunas situaciones, yo era un personaje incómodo. Solo coincidíamos, un republicano y uno que aprendía a serlo, en cuestiones y comentarios derivados de la situación política. Recuerdo la mañana de la muerte de Franco. Yo era enlace sindical y, al enterarme, no me lo pensé dos veces. Esgrimiendo mi condición sindicalista llamé por teléfono al encargado de manejar el timbre de entrada y salida, (sí, se fichaba, y sonaba un timbre y a trabajar, sonaba otro y a casa) y le transmití que el suceso imponía el luto oficial y que, por lo tanto, todos a casa. En efecto, sonó el timbre y Camps y Fabrés se vació. En la redacción vacía Andreu Martín y yo íbamos a salir cuando Rafael González se nos acercó y nos pusimos, él empezó, a elucubrar sobre la situación y en cómo iba a afectar a la continuidad política. Nos dieron casi las tres, la hora oficial de marchar. Al día siguiente fui amonestado por el Jefe de Personal por haber inducido a la desbandada. Joan Cornudella era de nuestra cuerda (su padre fundador del FNC, Front Nacional de Catalunya) pero le tocaba cumplir con su cometido. Rafael González solo sonrió. Visto según como y para según quien, Camps y Fabrés pasaría por ser un reducto de “rojos”. “Rojos” y catalanes sacando al mercado las publicaciones infantiles y juveniles, y de aventuras, de mayor tirada en el país entonces guiado “por la Gracia de Dios”. Véase p.ej. la biografía de Mora y Ambrós. Ya mucho antes del 75, en Bruguera teníamos un “sindicato de Empresa” aparte del vertical. Acogiéndonos a los resquicios que permitía la verticalidad, las fuerzas sindicales ocultas (CCOO, UGT) creamos OITEBSA (Organización Interna de Trabajadores de Editorial Bruguera); el mejor logro, un convenio colectivo a años luz del sector. Yo tuve el honor de ser vocal del Comité de Empresa elegido por votación, con urnas, algo absolutamente nuevo. “He votado su nombre”, me dijo Rafael González.



3.- ¿Se encargaba él de “fichar” a los nuevos talentos (dibujantes o guionistas) o se hacía a través de las sugerencias de los redactores? En todo caso, ¿cuáles eran los criterios de selección?

Eso de fichar dibujantes, la verdad era que se hacía según las circunstancias, según qué presentaba quien venía. (Se rechazó a Oscar y a Ivà, p.ej.) Los personajes de humor ya estaban bien representados y a pocas incorporaciones asistí. Más bien asistí a fallecimientos. El recuerdo preferido, como incorporación, claro, Jaume Rovira. Los dibujantes y guionistas “serios”, generalmente de aventuras, era otro mundo. Pongo un ejemplo. Cesar Aurelio Spadari. Argentino. De Córdoba. Mandó muestras por correo, me pareció buen dibujante de viñetas, lo comenté con González y después de unas pruebas se le adjudico Grand Prix, una serie de Víctor Mora sobre carreras de coches. Entablada la relación laboral, Spadari mandó unas tiras de periódico por si podían interesar. Un personaje, una niña de gran melena negra a la que no le gustaba la sopa. Lo comenté con Perich y ambos opinamos que aquel mamarracho era imposible de cuajar, que lo encontramos muy cursi, vaya. Y Spadari que intentaba hacer de agente, se quedó con las ganas. Tiempo después Spadari y su esposa residieron en Barcelona. Ignoro su singladura en la Ciudad Condal. También tiempo después y por otros caminos, la niña de gran melena negra fue un éxito creo que de Edicions 62. Claro, Mafalda.



4.- ¿Cuáles eran sus autores y personajes favoritos de la editorial?


Tenía buen rollo con todos los dibujantes, Raf, Vázquez….y gustarme, una serie de Martz Schmid tomando el personaje Urraca que, anécdota al canto, para mantener el ritmo de entregas y dado que no era partidario que nadie le pasara a tinta, acordamos que las páginas las presentaría a lápiz, con trazo muy marcado, muy negro, muy contrastado, perfecto para lo que narraba, y el dibujo fijado con líquido fijador aplicado con pulverizador, dos tubos de 5mm en ángulo recto, el más largo dentro del frasco y soplando por la boca del otro. Con un hermano dibujante, conocía la técnica que evitaba que el dibujo no se borrara ni se ensombreciera con posibles roces en el manejo. Ningún problema con los fotolitos.


5.- Se dice que usted fue uno de los que apostaron por la inclusión de material franco-belga en las revistas de la casa, ¿qué personajes y autores extranjeros prefería usted? En relación con lo anterior, ¿cómo encajó Rafael González la llegada de este material foráneo, al que era tan reacio?

Pasó que Víctor Mora estaba en París. Y le llevaba la cuenta y la entregas de los guiones de Trueno y Jabato y en una de los envíos me mandó dos ejemplares: uno de “Le Temps Moderne”, la revista de J.P.Sartre de la cual saqué material para pergeñar una pieza de teatro-documento “Tot això de Vietnam” (Todo eso de Vietnam) que representamos con el grupo El Camaleó, con el que se había fusionado La Pipironda, o sus restos. Eso sucedía antes de que se rodara en los USA película alguna sobre el tema, con la guerra aún vigente. Bien, a lo que iba. Con lo de Sartre había un álbum de revistas encuadernadas (debían ser las de un año (¿)), era PILOTE primitivo, tamaño tabloide y papel de periódico. Una publicación que desconocía. A Perich y a mí nos entusiasmó, especialmente Asterix. Lo comentamos con González, hicimos un informe, le dije que me lo enviaba Mora (su ojo derecho cuando estaba en Bruguera), en principio la cosa quedó en un “bueno ya veremos” hasta que nos llamó, a Perich y a mí, y nos dijo que a Francisco Bruguera no le pareció adecuado para incorporarlo a las revistas, que él secundaba su opinión, que “era demasiado francés” para los gustos nuestros, lo tildó de “chauvinista”. En fin, que nada. Pero… ah, las cosas del destino. Francisco Bruguera tenía un hija que dibujaba, en As de Corazones y otra colección del mismo tono, novelitas rosa. Ésa hija, no lo aseguro, pero creo que estuvo en París en viaje de novios, insisto que puedo confundirme. En lo que no yerro es en que de regreso de París, hubiera ido por el motivo que fuera, se trajo revistas Pilote (ya del tamaño que conocemos) junto con un entusiasmo por Asterix. “Papá, mira….”. Se acabó el chauvinismo y el afrancesamiento. Contactos con la revista, contrato, y Asterix en nuestras manos. Junto con Blueberry, Michel Tanguy, Aquiles Talon y páginas sueltas humorísticas. Comparado con Asterix e incluso Blueberry, Tanguy no duró mucho. Las primeras aventuras de Asterix las tradujo Perich. Yo me encargué de Blueberry (me encantaba) y de Aquiles Talón (fantástico Greg). También de páginas sueltas. Finalmente Blueberry lo tradujo A.Mª. Palé a partir, o después, de “Le Chemin de fer”. Lo primero que tradujo A.M. Palé fue material de Fleetway, inglés, y yo le aconsejé de cómo adaptar el lenguaje al específico de la historieta. Con los años, les veces que nos hemos visto, pocas, no podemos evitar mencionar “Joe Marmota, el vago de Minesota” título que le puse al trampero aquel, y “il faut casser pas la pipe”, de Blueberry.






6.- Por influencia de este material, surge la revista Gran Pulgarcito, proyecto ambicioso en el que usted jugó un papel decisivo pero que, a la postre, no llegó a funcionar del todo. ¿A qué lo atribuye?¿Piensa que el público español no supo valorar en su momento la calidad de esta revista?



En pocas palabras. La revista funcionaba muy bien, tanto que Francisco Bruguera impuso que se le añadiera algo de la televisión como en su día se hizo con la Familia Telerín, Bonanza, los muñecos de Herta Frankel, Lassie, etc (¿) Colocó textos de Rodríguez de La Fuente y unas aventuras de safaris y cosas africanas por el estilo, que no pegaban ni con cola con el “temperamento” de la revista. Y en el debe, los royaltis de De La Fuente y no estoy seguro pero quizá también de las aventuras africanas. Ah, y que en la portada destacara bien. RIP.



7.- Mortadelo y Filemón, de Ibáñez, fueron el buque-insignia de esta nueva revista, debido al favor del público en las recientes encuestas llevadas a cabo por la editorial. ¿Fue una sorpresa este resultado, como afirman algunos trabajadores de la casa o tenían ya datos acerca de la sobresaliente popularidad de la serie?



Lo de buque insignia, sorpresa, etc., se me escapa. No sé qué decir.


8.- La reconversión de los dos “agentes de información” en espías de la TIA en El sulfato atómico, ¿fue iniciativa de Ibáñez o fue algo sugerido por la editorial? En la misma línea, los modelos extranjeros de esta aventura (Franquin, Peyó…), ¿fueron escogidos por el autor o fue la editorial quien marcó esos referentes?


Que yo recuerde, todo hay que atribuirlo a Ibáñez. El señor González intervenía en personajes y guiones en la primera época, la de República Argentina, por el nombre de la calle donde estaba situado el estudio y donde nacieron la mayoría de personajes. Incluido Inspector Dan, de Giner y guion de González.



9.- Tras el cierre de Gran Pulgarcito, la lógica heredera fue la revista Mortadelo, de la que usted fue realizador y, posteriormente, director, en la década de los 70. El cartel de autores autóctonos y extranjeros era imponente, pero no muy distinto al de su predecesora, aunque con un nivel de dibujo y de guión más estándar, ¿cómo se explica, entonces, el éxito rotundo de la nueva cabecera, respaldada por numerosos premios y por extraordinarias tiradas a lo largo de la década?



Sería que se dio en el clavo. No sé, quizá, y no me duelen prendas decirlo, por la portada que escapaba a los cánones habituales.




10.- Uno de los rasgos más destacados de la revista Mortadelo fueron sus míticas portadas, que consistían en una mini-historieta con una composición de dibujo más innovadora y dinámica que las que estábamos acostumbrados a ver. Se ha comentado que esto fue iniciativa suya, al igual que los juegos con la “O” de “Mortadelo” en el título. ¿Tuvo algún modelo a la hora de elegir este diseño?



No. Si la memoria me es fiel, y creo que sí, además ha sido publicado, del boceto a lápiz que presenté al señor González, eliminamos una figura de Mortadelo que coloqué a lo largo de la parte izquierda del folio. Lo de la palabra - título como una “ese” tumbada se mantuvo. Lo de la “O”, cuando lo presenté a Ibáñez no esperaba que lo acogiera con gusto, ”encima, más trabajo” o algo así respondió, pero la verdad es que le hizo mucha gracia. No por nada una revista llevaba el nombre de un personaje suyo. Tiene que ser gratificante. Aunque no hubiera surgido de él, de los dibujantes, el primero con revista propia. En mi caso, por entonces, tanto en Bruguera como personalmente, pasaba una época muy creativa.






11.- En esta nueva etapa, Ibáñez desarrolla sus más característicos álbumes de 44 hojas. El sistema, que sirvió de modelo para otros dibujantes de la casa, fue la división en capítulos auto-conclusivos susceptibles de ser recopilados en álbumes posteriormente. ¿Fue esto idea de Ibáñez o tal vez una imposición de la editorial, temerosa de que el sistema de “continuará…” usado en Gran Pulgarcito no acabara de enganchar al público?


No entiendo exactamente lo de “autoconclusivos”. Lo que sí puedo afirmar, con la perspectiva del tiempo mirando hacia atrás sin ira, era que simplemente se copiaba de Pilote. Allí “A suivre” para Iznogoud, Blueberry, Asterix, etc., y aquí “Continuará”. Y los álbumes.





12.- ¿Qué cree que aportó la serie Mortadelo y Filemón en estos años al gran público, hasta el punto de consolidarse como la más exitosa y comercial de la casa? En todo caso, ¿cuál es historia larga favorita de Mortadelo y Filemón durante estos años?




Dibujo ágil, historias ingeniosas, divertimento en suma. Cosa que no se logró con la película, el largometraje, al contrario de unas de dibujo animado que se comercializaba en Super8, en ésas sí que se mantenía el espíritu Mortadelo. Opinión personal, claro. ¿Historia larga? …pongamos El Sulfato Atómico.


13.- Por estos años, surge también otro de los grandes personajes de Bruguera: Sir Tim O´theo, de Raf. Se le atribuye a usted el “bautizo” de la criatura. ¿Cómo ocurrió?



Lo he contado más de una vez. Una más quizá sirva para que alguien que se asome al blog le pueda sonar a nuevo. En una entrega semanal de originales, Raf me dijo que se retrasaba con Manolón, que lo que tenia dibujado, no le gustaba y me mostró la página rasgada en dos pedazos. Me la quedé junto con el resto de material. Vi que Manolón entablaba un diálogo con un tipo escuchimizado, reconstruí cortando y pegando (el papel y las viñetas, no nos confundamos) hice algún retoque transformando Manolón (o quizá un poli gordo que había por alguna viñeta) en el ayudante del tipo enclenque. A la vez recordé que en los años 40, sí 1940, en Flechas y Pelayos salía una historieta de unos gangsters, Pat O’Sho y Tim O’Rato de Ardel (han pasado siglos y aún lo recuerdo) y simplemente adapté el juego de letras y nacieron Sir Tim O’Theo (por Timoteo) y Patson, su ayudante (por Watson, of course). Total media página. A la semana siguiente se la mostré a Raf y….fue el principio de una gran amistad de dos personajes anglosajones.
Pregunto. ¿Algún humorista (aparte Ardel) tenía en su haber, en una publicación, en aquellos años, un personaje del fuste del protagonista del que hablamos, pongamos francés, o alemán, extranjero, en roman paladino? (excluyo personajes de historietas de aventuras com, p.ej., “Mike Parker” dibujo Julio Vivas, guiones alternos Bayona y Perich).








14.- ¿Cómo fue el trabajo de realizador, redactor y director de la revista Mortadelo durante los 70? ¿Recuerda alguna anécdota simpática al respecto? Hay muchos mitos acerca de la capacidad de trabajo de algunos autores, puntualidad en las entregas, etc.




Para mí, el trabajo era gratificante. Diría que en general, en redacción, no se trabajaba con desgana. En algunos momentos podía ser rutinario, hablo por mí, pero ya digo que me satisfacía. Además era vocal del Comité de Empresa, reuniones, jaleos en Sindicatos, etc., que compaginaba con el quehacer diario. Anécdotas, las archi conocidas de Vázquez. La que he contado del timbre y la desbandada. En fin, ahí va una que, entonces, resultó divertida, cuando menos los comentarios se hacían amagando una cierta sonrisa. Es de mayo 1966. Un dibujante, no recuerdo el nombre, sé que no era catalán, podría decir quién me parece que era pero en la duda me abstengo. Este señor, un trabajador del lápiz y la pluma, atento y conspicuo en el habla, empleado en la comisaría de Vía Layetana, se encargaba de trazar sobre el mapa callejero de la ciudad los recorridos idóneos para los desplazamientos de las patrullas evitando repeticiones, (como un controlador aéreo pero sin pantalla). Tampoco recuerdo si dibujaba series, algún episodio de Trueno p.ej., o aventuras independientes. Lo que si tengo vivo en la memoria es ése día de mayo que vino a entregar y, estando en la salita en la que se recibía, me dice entre alterado e incrédulo. “No se lo creerá Bayona, esta mañana enfrente de Jefatura se han concentrado más de una centenar…de curas! ¡Curas, señor Bayona! ¡En manifestación! Los agentes los han tenido que disolver a la fuerza…¿dónde iremos a parar? ¿Cómo se lo cuento a mis hijos?”. Con la noticia fresca, y sabrosa, comuniqué la primicia al señor González y antes de quince minutos, en parte por él y en parte por mí mismo, en Camps y Fabrés no se hablaba de otra cosa. Amagando un sonrisa, claro. (Los sacerdotes protestaban por las torturas a un estudiante, Joaquim Boix Lluch).



15.-A finales de esa década, hay un intento de exportación de Mortadelo y Filemón a países hispanoamericanos. De hecho, usted viajó a México para ocuparse del material español en esas tierras. ¿Qué recuerda de esa ventura mexicana y por qué cree que no acabó de cuajar?




No puedo precisar porqué no cuajó, pues así que salió el primer número finalicé mi cometido en el DF. Había montado un estudio con personal que rotulaba, que adaptaba las páginas a las medidas oportunas retocándolas si era necesario, “traduciéndolas” al español de México. Había asesorado en concertar la empresa encargada de los fotolitos y de la impresión, y el nº 1 estaba en la calle. Allá, Mortadelo no cambió el nombre. Zipi y Zape, con revista propia y nombre en la cabecera, eran “Los Cuates”. Estuve medio año. Pasé mis cortos en la Escuela de Cine y, antes de marchar, para una sesión especial de cine que tenia Televisa, grabamos dos programas. No los vi, pero mis cuates del DF me mandaron comentarios y fotos sacadas directamente del televisor. Una anécdota. La mañana del día que empezó el tiraje de “Los Cuates”, con el director nos acercamos a la imprenta en cuestión. Nos mostraron la primera prueba…con todos los colores…¡pero faltaba el negro! “¿Pues qué pasó?”. “No sé, jefe”. “¿Como que no sabe? ¿Y el cilindro del negro?”. Órdenes a diestro y siniestro. “¿Cilindro del negro? Ah, pues ya caigo, será aquel del rincón…” Comprobación y evidencia. “Pues ya lo ponemos ahoritita mismo, no se me apuren…” ¡Se les había olvidado montar un cilindro! De México me llevé un buen recuerdo de todos con los que mantuve contacto…y un especial recuerdo del Día de Todos los Santos en el camposanto de Cuernavaca repleto de deudos celebrando ágapes en las tumbas de sus muertos. Y la policía cacheando antes de entrar, por si las armas. Y la visita a Chichen Itzá la tierra de los mayas, y la subida al Popocateptl el volcán que domina el DF y…





16.- Con el paso de los años, la revista Mortadelo va perdiendo algo de “fuelle”. Así, a principios de los 80 se recurre cada vez más a las reediciones sin tener en cuenta los gustos del nuevo tipo de público, aumentan las historietas de autores “apócrifos”, el colorido es más pobre… incluso las portadas de Ibáñez para la misma resultan menos atractivas visualmente. ¿A qué se debió este retroceso? ¿Tal vez reflejo de la mala situación económica que empezaba a padecer Bruguera?





Salí de redacción para ir a México en el 78. Pasé a otra planta y me desligué de las revistas por lo que del 80 no puedo opinar. Reediciones. En este punto quiero matizar que quien las inició, en otro sentido muy diferente, fui yo en Gran Pulgarcito. Resultaba que había guardado unas cuantas páginas que, a raíz de una remodelación del edificio, se tiraban a la basura por viejas. Me quedé con algunas. Perich también. Las recogíamos de un montón que quien hacia la selección (la norma era el standard de las medidas) iba apilando en un lateral de redacción. Pasa el tiempo y un día se me ocurre plantear su edición como muestra del inicio de muchos dibujantes. Entre el material que recogí había una aventura entera, quizá 48 pags tamaño publicación, de “El inspector Dan”,de Giner. Se lo regalé a Rafael González, al fin y al cabo era un guión suyo. Sostuvo las páginas, mirándolas, me dio las gracias y creo que se emocionó. También pasé una pag. de Mortadelo a Ibáñez que la acogió entre irónico y divertido. A Escobar una de Zipi y Zape. A las hijas de Cifré y Jorge, Tribulete y Urraca respectivamente. Tengo a orgullo decir que Perich y yo fuimos los primeros en reconocer y dar valor a aquel material “viejo y anticuado”.





A González le presenté el boceto de reedición de páginas, que a buen seguro realizó Sagasti, incluyendo una pequeña reseña de la época, el dibujante y el personaje. También hice hincapié en que se debían publicar en blanco y negro. “Adelante”, me dijo sin darle mucha importancia. Así nació el “Museo de la Historieta”. Una sección de la que me siento orgulloso y deploro no tener un ejemplar de Gran Pulgarcito. Tenía archivados todos los números. Los guardaba en un altillo. Pero con la marcha a México pues….en fin, que la vida es muy dura.






17.- Usted aparece caricaturizado en el álbum de Mortadelo y Filemón Los monstruos, así como en la historieta corta “Desbarajuste integral propio de una editorial”. ¿Qué le parecieron estos “cameos” en la obra de Ibáñez? ¿Cómo era la relación entre ustedes?

La relación siempre había sido buena. Y de “cameos” Ibáñez nos sacó a todos y no únicamente de redacción. Y, personalmente, ya había prestado mi imagen para el personaje y la cabecera del “Sheriff King".



18.- Cuenta Julia Galán en la obra de Antonio Guiral Los tebeos de nuestra infancia, que cuando Rafael González dejó su cargo directivo, usted fue uno de los propuestos para sustituirlo, pero que usted no aceptó el cargo. ¿A qué se debió su rechazo? ¿Tuvo algo que ver con su posterior salida de Bruguera, en 1983?


A partir de mi regreso de México me centré en buscar caminos diferentes. Saqué “La historia Vista por detrás” en unos 50 fascículos en los que intervenían desde Perich a Vázquez Montalbán, Ventura y Nieto, Tom, y un largo etc., que se puede comprobar hojeando la colección. Ésta sí que la guardo.
Contraté el estudio de Ángel Viola (ex empleado de Bruguera, entonces un joven que preparaba los originales para imprenta en el estudio de redacción, donde también estaba Antoni Roca, Tom para más señas. Sus compañeros de estudio, una dependencia muy seria bajo la batuta de Ángel Duque, maestro de la rotulación a mano y rotulador él mismo de los cuadernos de Trueno y Jabato, bromeaban llamándole Portland) A lo que iba, Viola se encargaba de reunir los colaboradores, maquetar y entregar el material, y facturarlo, a Bruguera. La idea de esta colección fue mía. “Ver la historia por el culo en lugar de por la cara”, ése era el lema. Y se empezó con la Edad de Piedra. Había una página reproduciendo un periódico correspondiente a la época, incluida la edad de piedra, que desarrollaba el fascículo. Muy bueno todo.

También saqué, en fascículos primero y en formato libro después, “Tirant lo Blanc”, con versión en castellano, el clásico de la literatura que don Quijote salva de la quema con “Amadís de Gaula”. Eran cuatro fascículos con un dibujo excelente de Jaume Marzal, la adaptación era de la escritora Maria Aurélia Capmany y el guión de Andreu Martín. Una colección que pretendía que se llevara a las escuelas y a las bibliotecas, pero que a quien le correspondía dar los pasos necesarios, no lo hizo y el quiosco no funcionó. Una pena.

También saqué “Firmado por…”. Se quedó en tres ejemplares, dos Asimov, uno la versión de “Yo robot” de Luis Bermejo, y el otro una selección de cuentos de Fernando Fernandez, y uno de Chester HimesCorre, hombre”, de Florenci Clavé. Corría 1983…En cartera se quedó una especie de historia del teatro en la que pretendía dar, en formato historieta, los clásicos: Lope, Shakespeare, la comedia del arte, etc. Florenci Clavé, hombre de teatro y excepcional dibujante, dibujó unas páginas a color de un par de obras para la maqueta. Por mi parte, aprovechando unos días en Madrid para el estreno de “Putapela”, entablé conversaciones con Fernando Fernán Gómez para que presentara y apadrinara la colección. Todo quedó en eso, palabras y proyecto. Empecé presentando una maqueta en 1958 ó 1959, y finalicé preparando esta maqueta.




19.- Repasando sus veinte años de trabajo en esta editorial, ¿cuál sería su balance? ¿Era Bruguera la tiránica empresa, explotadora de dibujantes, que algunos describen o, como aseguran otras voces, una empresa en la que los trabajadores estaban mejor considerados (y pagados) que en otras editoriales? ¿Fábrica de sueños o ejemplo de la sobreexplotación despiadada del arte y de los artistas?




Una cosa es la referida a los centros de trabajo de Editorial Bruguera, el trato laboral y los convenios, y otra la relación con escritores, dibujantes y guionistas que iban por libre y cada cual negociaba según lo que aportaba, su rendimiento y notoriedad comercial. Muchos no lo hacían. Yo también, aparte de estar en nómina, tuve que batallar por lo mío en cuanto colaborador. Y en alguna cosa colectiva, batallar solo…y conseguir solo para mí, lo que otros no quisieron secundar.*
*(Para evitar ambigüedades con respecto a esta pregunta, Bayona nos envía un correo aclaratorio. Reproduzco fragmentos: tuve que batallar por lo mío en cuanto colaborador, (lo subrayo). [...]Teníamos unos contratos de director de revista con unos emolumentos asignados pero, a la hora de la verdad, se nos abonaba unas migajas. Yo me rebelé. Nadie quiso hacerlo. (insisto, no era una cuestión laboral como empleados) El tira y afloja con el señor González duró muchos meses. Finalmente terció un moderador. Ley en mano lo legal era abonar lo contratado. Gané el pleito interno y desde aquel día, todos percibieron según contrato. A mí, me pagaron los atrasos. Nadie más reclamó. Pero aceptaron cobrar lo que tocaba. Sin atrasos. El señor González me llamó…para felicitarme por haber sabido defender lo que era justo. Eso es todo. No tenía nada que ver con ser enlace sindical. Insisto. Eran contratos nominales ajenos al trabajo en la empresa.)




20.- Por último, habrá observado que hay en la última década un intento de recuperación (a través de libros, foros, blogs, artículos…) de los personajes, obras y autores que forjaron la historia de nuestra historieta, un reconocimiento que supone también una reivindicación de técnicos, redactores y directivos de la editorial (como Rafael González, Julio Fernández, Armando Matías-Guiu, usted mismo…). ¿Qué opinión le merece este fenómeno y qué sentimientos le suscita, después de haber trabajado durante tantos años en la editorial Bruguera, siendo una de sus piezas clave?




Al diálogo del principio me remito. No hay que perder de vista que se iba a la redacción a trabajar, 365 días al año, excepto festivos y vacaciones, y en veinte años la vida laboral y la privada siguen derroteros distintos y serán diferentes las sensaciones según la personalidad de quien opine. Hice buenos amigos. Uno murió prematuramente. Y el ping pong con el señor González formaba parte de la cotidianidad de ésos 365 días. Mire, para redondear este escrito me permito pasarle en otro archivo, un texto que publiqué en El Periódico, en un suplemento dedicado al mundo de la historieta dirigido por Josep Toutain. Si no lo conoce, creo que no va a sobrar.




Y efectivamente, no sobra. El señor Bayona ha redondeado esta entrevista con el texto que presentamos a continuación. Espero que les interese tanto como a mí. Paso a reproducirlo tal cual:




LA LLAMADA "ESCUELA BRUGUERA"

(Publicado en 1990 ó 91 en un suplemento de El Periódico dedicado a las historietas dirigido por Josep Toutain)


QUERIDOS FANTASMAS

El texto que sigue debe tomarse como una digresión, una elucubración personal, opinable, con alguna pretensión documental, más que como ensayo erudito o teórico. Quizá como un a modo de monólogo dirigido a un auditorio de fantasmas. Los fantasmas que pululan inmersos en un recuerdo borroso.

Tiempo de fantasmas aquel, cuando se gestó la que hoy conocemos como "escuela Bruguera". Cuando echaron a andar personajes e historietas que con tanta exactitud reflejaban la dicotomía entre la vida oficial y la vida real de aquellos años. Una vida, unas vivencias de autodefensa aprendidas menos en las aulas que en el patio de colegio, en la calle, en los urinarios, en las tretas- codazos y zancadillas para ir tirando. Una realidad que poco, o mucho según se mire, tenia que ver con un oficialismo generador de un único movimiento momificador de supervivientes. Hablo de los años de la tinta china.



Lo siento, lector actual, pero va de "batallitas". Y es posible que te aburran. Puedes optar por no seguir leyendo y abrirte a tomar una copa. Pero deja a los fantasmas cubrir la cuota de representatividad ante un supuesto auditorio: no se enfadarán si te largas.

*Los años de la tinta china



Tinteritos pelikan. Plumillas de dibujo. Papel de barba. Historietas dibujadas en páginas de las mismas medidas que el Pulgracito impreso. Cifré, Jorge, Conti, Escobar, Peñarroya, Nadal creando criaturas increíbles, diversas y rebeldes para solaz casi furtivo y pecaminoso de paseantes con toda clase de hambres. Andanzas inscritas en el reverso de un mundo uniformado. Un mundo que escondía vergüenzas en calzoncillos de botón y bragueta y pignoraba los cubiertos de plata familiares. Un mundo que como Carpanta suspiraba deseos por un pollo; que como Tribulete corría tras una verdad inalcanzable; que como Don Berrinche fracasaba a diestro y siniestro- el garrote estaba en manos de los otros- ; que como Casildo era blanco de la candidez...o se hacia el loco, genial Carioco, para sobrevivir. Trasmundo de figuritas que alimentaba la necesidad de reírse de la propia desgracia sirviéndose del sarcasmo y la mala uva que generaba el acogotante entorno. Todo por una peseta. Es un éxito. Llegan nuevos dibujantes: Vázquez, Segura, Raf, Ibáñez. España entera se alimenta con la causticidad de unos personajillos salidos de Barcelona descendientes directos de un genio llamado Opisso.
Y empezó una edad de oro. La luz de los petromax dio paso a los primeros 4x4, los biscúter y los goles de Kubala. Estaba a punto de estallar TioVivo y se gestaba El Capitán Trueno. En la radio había muerto el "finado Fernández" y en lugar del Rascayú se cantaba: ¡Billetes, billetes verdeees...! Y los dibujantes de Bruguera eran de los pocos que se veían capaces de acceder a tan deseado verdor.

Vigilante, Saturno controlaba la salida al exterior convencido de que la necesidad aguza el ingenio y la holganza trae la descomposición.
Estalló TioVivo. Y algo cambió para seguir igual. Parte de aquella "escuela" cambió de envoltorio, que no de contenido, en legítima operación mercantilista. Fueron los rebeldes a la cicatería de una Casa reacia a repartir los frutos de la verde cosecha. Una cosecha que se almacenaba (¿Humor negro? ¿Predestinación bíblica?), en el Valle de las lágrimas. Con tal nombre, reducido familiarmente a Valle, se designaba un mueble con diseño de sarcófago que engullía semanalmente las páginas originales entregadas por los dibujantes y cuyo contenido quedaba a la espera del visto bueno por parte de la persona con facultad absoluta para aceptar, rechazar o hacer modificar los trabajos: don Rafael González.

*El toque González



Desconozco si nunca se ha hecho, pero es justo y obligado hablar del "señor González"- con decir "el Jefe" bastaba -, una persona sin cuya impronta personal hoy no habría materia para ensayistas del tema "escuela Bruguera". Rafael González, pese a quien pese, fue quien supo intuir, aglutinar, crear personajes, señalarles características y, en fin, dar a la historieta de los años de la tinta china el toque singular que hoy se le reconoce. Con virtudes y defectos.

*Rafael González



Hay que poner marcha atrás y zambullirse en los primeros años cuarenta. Un burgalés afincado en Barcelona, periodista durante la República, represaliado después, vendedor puerta a puerta de carbón o lo que saliera para alimentar a la familia, entra casi por casualidad en contacto con Editorial Bruguera. Y El Pulgarcito cobra impulso. Bajo su dirección nacen y bautiza personajes. Enamorado de Opisso insiste en la viñeta de masas. Escribe guiones, alienta, recomienda...exige y coacciona. Inteligente y culto. Introvertido, tímido, distante en el trato- se caracteriza por apenas mirar directamente a su interlocutor-, impulsa truculencias- sus primeros guiones del Inspector Dan de Giner, poblados de momias y destripadores-, y deja ir toda la negrura, los desengaños, los fracasos, las impotencias, las misoginias y la timidez en las locuras de la criaturas de lápiz y tinta: Urraca, don Pio, Berrinche, Tribulete (¡Tribulete, un periodista!), Carpanta, Casildo, Carioco...¿qué no habría en ellos emanado de su subconsciente?, de sus experiencias, desengaños y frustraciones, de sus afectos y deseos acaso insatisfechos. Quiérase o no, si hay "escuela Bruguera", él actuó como padre y maestro con hijos y alumnos; también como agrio dictador, más cacique que déspota cuando aplicó injusta justicia. Y no obstante seria una mezquindad silenciar las veces que, conocedor de alguna situación personal que reclamara una decisión generosa, no dejaba de responder a ella. Pero indirectamente, casi escondiendo la "debilidad", delegando en terceros. Doy fe de ello.

...pero cuando los arcángeles se rebelaron, Saturno entró en cólera y cumplió el ritual engullendo el ángel rebelde.



Cerrado el episodio TioVivo surgió arrollador El Capitan Trueno. El personaje creado por el prolífico e imaginativo Víctor Mora marcó un hito que afectó indirectamente el ámbito de la historieta. Estancados Pulgarcito, DDT y TioVivo en un buen resultado colectivo, estaban sin embargo obligados a dar con un éxito semejante al de Trueno. Un éxito que tardó en llegar.

*La era del rotulador



El primer campanazo lo dio un personaje extranjero: Asterix. Muy a su pesar, Rafael Gonzalez asistía impotente a la invasión de su territorio por el pequeño galo; un territorio estancado en cánones obsoletos. Tiempo antes, cuando se le mostraron por primera vez unas páginas de Asterix con la sugerencia de importarlo, su respuesta fue: "es demasiado francés, aquí el lector no lo aceptaría"
[1]. Empezaba el declive. Asterix se lo impuso la dirección de la Casa y pasó lo que pasó. Franceses y belgas gustaron e influyeron en una generación de dibujantes que ya abandonaba la plumilla y el tinterito pelikan y se decantaba por el rotulador. Nacía la adopción de la línea clara en todas sus variantes. Y el redondeo y la elasticidad de los personajes. Así surgió Sacarino...y especialmente se renovó Mortadelo que se convirtió en el éxito esperado de la historieta de humor, pero fuera ya del control creativo del "Jefe".


Todo había cambiado. El mercado instauró su ley. Y el lector, hijo de un padre criado en una autarquía que le censuraba escotes y redondeces femeninas, ahora se duchaba a diario y consumía sin impedimentos. Apareció la producción seriada y en serie, el uso de plantillas, los "negros", la repetición del gag hasta la saciedad en todas las variantes. Calidad por cantidad. Fábrica por artesanía...

...y Saturno vomitó a sus hijos de tinta, los lavó con colorines y, al amparo de Eco, los vendió una y cien veces.
La "escuela Bruguera" cerró su ciclo vital fagocitándose a sí misma.

Jordi Bayona
1990? – 91?



[1] Víctor Mora enviaba “Pilote” a Jordi Bayona. Éste y Jaume Perich, sí, el Perich, descubren Asterix y son quienes hacen la sugerencia. Curiosamente, cuando se adquirió y publicó en Tio Vivo, Perich fue el traductor.



Hasta aquí, estimados lectores, las palabras de Jordi Bayona, que espero que les hayan resultado tan interesantes como a mí. Pero no podemos concluir sin hacer un repaso por las distintas ilustraciones y fotografías que ilustran esta entrevista. Se trata de:


1ª Caricartura de Jordi Bayona realizada por Jaume Rovira para un Extra de la revista Mortadelo, cedida para esta entrevista.

Rafael González.

3ª Revista Pilote.

4ª Portada de uno de los primeros números de la revista Mortadelo.

5ª Ilustración de Raf dedicada a Jordi Bayona. Cortesía del propio Bayona.

6ª De izquierda a derecha: Vidal, Jordi Bayona, Julio Fernández y Perich en la redacción, poco antes de salir a comer.Foto adjuntada por Bayona.

7ª Caricatura de Bayona por Ibáñez.

8ª Uno de los edificios de Bruguera.


Por último, sólo podemos agradecer sinceramente a Jordi Bayona que nos haya dedicado su tiempo, sus fotografías, su entusiasmo, sus recuerdos. Quede esta entrevista como un reconocimiento simbólico al personal de Bruguera (redactores, técnicos, maquetadores...), que con su labor, anónima en muchos casos, contribuyeron para que, semana a semana, vieran la luz una serie de revistas que, en la medida de lo posible, iluminaron unas décadas oscuras.

Gracias también a Jaume Rovira, sin cuya intercesión no se podría haber llevado a cabo esta entrevista, por su rotunda amabilidad.

domingo, 4 de julio de 2010

MORTADELO Y FILEMÓN: EL JUEGO

A mediados de la década pasada, la popular casa de juguetes Falomir sacó a la luz un juego de mesa que tiene como leit motiv a nuestros personajes favoritos: Mortadelo y Filemón. El título del producto, algo pretencioso era: Mortadelo y Filemón, El Juego, todo ello escrito con las letras pseudo-psicodélicas que fueron el emblema del duo desde los años 70.







En cuanto a las reglas del juego, si esperan encontrar algún tipo de referencia al universo de Ibáñez, al humor característico de este autor o a las aventuras oficiales de la pareja, están muy equivocados. En un alarde de originalidad solo comparable al de su título, se trata de un clásico "juego de la oca" (llamémoslo así) en el que los jugadores han de llegar a una meta intentando evitar caer en determinadas casillas, de imprevisibles consecuencias.


El producto se editó en 1994, en pleno apogeo de la serie televisiva de BRB, de ahí que en el copyright aparezca, además del autor y la editorial, la conocida factoría de dibujos animados, algo que ocurrió con el resto del merchandising del momento, como si el éxito de esta historieta, que ya por entonces tenía más de 35 años, se debiera a su relanzamiento en televisión.



En definitiva, se trata de un objeto que merece ser valorado como mero objeto de coleccionismo, y como tal se cotiza en la Red. Como aliciente, los dibujos no están hechos por sicarios a sueldo, sino que se trata de ilustraciones sacadas de la producción de Ibáñez, aunque se han vuelto a entintar, lo cual va en detrimento del resultado final.

El hecho de que las ilustraciones sean ya conocidas por los lectores nos lleva a plantearles la siguiente cuestión: ¿Serían capaz de reconocer a qué álbumes pertenecen los dos dibujos que decoran las casillas que hemos presentado en este post?


Un saludo.

Tema dedicado al buen amigo Gariel, que me dio a conocer esta pieza de coleccionista.