Una prueba de ello la tenemos en la recurrente presencia de Mortadelo y Filemón en otras series de Ibáñez actuando en contra de sus propios "hermanos de tinta", esto es, ejerciendo sin miramientos su rol de defensores de la ley y el orden (¡ejem!) por encima de los lazos "de sangre" que los atan con otros personajes de su mismo autor. Así, no ha sido raro encontrarlos en las historietas del Botones Sacarino. En ellas, dada su condición de "mercenarios" del cliente se observa cómo un mismo personaje (el "Dire") puede pasar de "cliente" a "delincuente" sin mayores miramientos:
domingo, 25 de abril de 2010
MORTADELO Y FILEMÓN, ESQUIROLES
Una prueba de ello la tenemos en la recurrente presencia de Mortadelo y Filemón en otras series de Ibáñez actuando en contra de sus propios "hermanos de tinta", esto es, ejerciendo sin miramientos su rol de defensores de la ley y el orden (¡ejem!) por encima de los lazos "de sangre" que los atan con otros personajes de su mismo autor. Así, no ha sido raro encontrarlos en las historietas del Botones Sacarino. En ellas, dada su condición de "mercenarios" del cliente se observa cómo un mismo personaje (el "Dire") puede pasar de "cliente" a "delincuente" sin mayores miramientos:
domingo, 18 de abril de 2010
MAESTROS DEL CÓMIC: MORTADELO Y FILEMÓN, AGENCIA DE INFORMACIÓN
En realidad, esta colección parece uno de tantos intentos de recuperación de la Bruguera más clásica que se están llevando a cabo en los últimos años. Así, tenemos la colección Super Humor Clásicos (cuyo tercer volumen está dedicado a Ibáñez), así como la imprescindible reedición de las joyas del tebeo patrio realizada por RBA y que ahora se encarga de “regalar” el diario El Mundo (aunque centrándose en la producción de Ibáñez y Escobar, especialmente). Probablemente, el interés desde distintos foros y blogs de Internet se ha demostrado hacia estas obras, haya motivado esta nueva mirada hacia nuestro pasado historietil.
El volumen que nos ocupa se presenta en tapa dura, con fino lomo negro y una mezcla de elegancia y austeridad. En la portada, observamos a los agentes de información ataviados con su indumentaria primitiva. Una breve sinopsis acompañada de una viñeta adorna la contraportada.
El prólogo viene a cargo de Antonio Guiral, últimamente prologuista de cabecera de la editorial que soporta con estoicismo la pésima maquetación que la misma hace de sus textos. En este caso, Guiral combina el ensalzamiento de la obra de Ibáñez que esperan los editores con algunas verdades descarnadas, como la tosquedad del Ibáñez inicial y la innegable influencia de Franquin que se aprecia en algunas de las páginas seleccionadas.
En cuanto al contenido, resulta lamentable que no se haya incluido el número de la publicación en la que aparecieron por primera vez estas páginas, así como el año. Sin embargo, lo menos acertado resulta el desorden cronológico de las historietas, lo cual dificulta la observación rigurosa de la evolución del autor. En este sentido, destacamos los avances que, no obstante, se observan entre la tosquedad inicial a la que se refería Guiral y el estilo más cuidado, pulido y limpio (franquiniano, por supuesto) de mediados de los sesenta, en el que el trazo se vuelve más ágil y elegante y en el que se observa una mayor riqueza de perspectivas o encuadres.
Resulta difícil decir si la compra de este volumen es recomendable o no. Por supuesto, para muchos lectores supondrá una novedad ver la primera etapa de este clásico del cómic español, pues su interés histórico es indudable. No obstante, es más que probable que los auténticos aficionados y seguidores de la obra de Ibáñez, apenas encuentren una decena de historietas que no tuvieran previamente, pues algunas de estas historietas cortas aparecieron en el volumen 269 de la Colección Olé de Bruguera, “Solo se nace una vez”, dedicado al 25 aniversario de los personajes. Historietas análogas aparecen en el ya citado El F.Ibáñez más clásico y en el Super Humor 29, dedicado al 40 cumpleaños de la serie. En resumidas cuentas, y aún a riesgo de resultar perogrullescos, el volumen les aportará más o menos novedades en función del material previo que ustedes tengan.
domingo, 11 de abril de 2010
MORTADELO Y FILEMÓN: REPETICIÓN
Ya Mortadelón en su magnífico blog nos habló de la "calcadora" que utilizaban los dibujantes de Bruguera para intentar reproducir los movimientos y gestos de los personajes de Ibáñez en las historietas no realizadas por él. Tras mucho barruntar, recordé la viñeta original del maestro de la que partieron estas dos copias:
Como se puede observar, dicha viñeta pertenece al álbum de Ibáñez...¿Podrían decírmelo ustedes, queridos lectores?
domingo, 4 de abril de 2010
LA PRENSA CARDIOVASCULAR (1995)
Ibáñez, con notable agudeza, supo ver las perspectivas cómicas que la deformación periodística podía propiciar y elaboró este álbum que satiriza los desmanes de la prensa sensacionalista. La historia arranca con una introducción en la que se habla del origen del amor, proporcionando dos visiones: la mitológica, con una desternillante caracterización de Cupido (en la que se explica el porqué de su venda, sus alas y sus flechas); y la científica, partiendo de las relaciones entre amebas (esta clase de seres volverán a aparecer en la introducción de Nuestro antepasado, el mico -2009), que dará lugar a una teoría de la evolución muy particular.
Las alusiones a personajes históricos como Cleopatra o Romeo y Julieta recuerdan a la historieta corta de 1990 La cosa va de ligar. Aparecen también en este recorrido Hamlet (ya retratado en La Historia esa vista por Hollywood), sacándole partido a su relación con “Ofelia”, y el príncipe Carlos de Inglaterra, al que ya vimos en El pinchazo telefónico (1994), ahora haciendo referencia a su romance con la Ferguson, alusión que no sabemos si se trata de un gag o de un simple error de Ibáñez. También destaca la alusión a múltiples políticos del momento (rasgo típico de la época): González, Aznar, Clinton, Arafat, etc. Tampoco falta una jocosa referencia a la supuesta homosexualidad de Mortadelo y Filemón a la que algunos, según Ibáñez, aludieron en su día. Los personajes responden a esta insinuación rebelándose contra su autor, saliendo incluso de la viñeta. Las agresiones de los personajes al creador ya se dieron en álbumes anteriores como Animalada (1994).
En el siguiente capítulo, la víctima de este tipo de prensa será el Ministro de ética y decoro (un cargo que recuerda a otros momentos de nuestra historia reciente). En la entradilla del episodio vemos los tejemanejes de los sensacionalistas preparando su farsa. Para proteger al Ministro, Mortadelo y Filemón recurren a una serie de gadgets (¿serán inventos del Bacterio?) que se anulan unos a otros, provocando en su protegido o bien lesiones físicas o bien titulares aún más bochornosos, si cabe. El clímax del episodio llega con la presentación del Ministro luciendo ropa femenina ante una pasarela llena de fotógrafos (reminiscencias del clímax de Contra el gang del Chicharrón- 1969), en una viñeta (la cuarta de la página 16) verdaderamente cómica.
El tercer protegido de nuestros agentes será el banquero Calderíllez, clara caricatura de Mario Conde, personaje que apareció previamente en El Quinto Centenario (era el Conde del Baquetazo), de 1992 y que volveremos a ver en El jurado popular (1995) y La rehabilitación esa (2000). La entradilla del capítulo, en la que los protagonistas beben un crecepelo del Bacterio que hace que les salgan en la cabeza productos de huerta nos remite a álbumes como La elasticina (1980) y a la ilustración de Ibáñez en la que se autocaricaturiza junto a todos sus personajes para el 25º aniversario de la serie. Volviendo al episodio, resaltamos el hecho de que la mala coordinación entre los agentes hace que uno anule los intentos de protección del otro en todo momento. La sucesión de gags basados en la ineficacia de la protección culmina con el dúo, su protegido y el mismo Súper, achicharrados por la torpeza de Mortadelo. Destaca en esta parte el hecho de que Filemón rescate un invento del Bacterio usado en Los inventos del profesor Bacterio (1972): los zapatos anti-gravedad.
En el cuarto episodio, la prensa rosa la emprende contra la Marquesa de la Potranca, una gran señora a lo Deliranta Rococó, de Martz-Schmidt. Tras una introducción en la que vemos a un Súper más paranoico que nunca, pues piensa que sus agentes están conspirando contra él, Mortadelo y Filemón son enviados a una recepción de la Marquesa, dando pie a gags similares a los que vimos en álbumes como Contra el gang del Chicharrón, El elixir de la vida (1973), Los secuestradores (1976), La gallina de los huevos de oro (1976), Los gamberros (1978), La elasticina, El bacilón (1984), Esos kilitos malditos (1997), etc. Las instrucciones de comportamiento que da Filemón a su subordinado resultan graciosas (algunas de ellas, muy parecidas a las de álbumes anteriores, como la de besar la mano, que ya vimos en El elixir de la vida). Resulta especialmente divertido el momento en que Mortadelo se sienta a comer en el suelo, como en el campo, ante las miradas desdeñosas de los aristócratas. A pesar de que los agentes apenas tienen contacto con la dueña de la casa, su actuación solo ayudará a que su imagen de tirana, creada por los medios, se refuerce aún más.
Y si antes le tocó a Filemón, en el capítulo final es el turno de Mortadelo, caracterizado por la prensa como un crápula secuestrador de doncellas. Para acabar de una vez por todas con el asunto, el agente recurre a un perro, Lagartijo, que seguirá la estela de perros incompetentes (heredados de los que ya usara el Anacleto de Vázquez) como los de Contrabando (1978) o Rapto tremendo (2003). Su entrenamiento para atacar a los tipos con cámara de fotos recuerda al que sufrió otro chucho similar en Chapeau, el “Esmirriau” (1971), esta vez contra los sombreros. Una serie de gags enfocados en este sentido y que desentonan con la tónica general del álbum acaban con la captura de Radovan Karadzic, exlíder yugoslavo acusado de genocidio, que pretendía lucrarse con estas fotografías para comprar armamento y organizar guerras. Estamos ante la típica conclusión con villano que resulta ser conocido. Una vez encerrado (no sabemos si los colaboradores que aparecen a lo largo del álbum también fueron capturados), la historia culmina con un gag bastante simplón en el que los agentes mandan al espacio exterior a Ofelia de una patada.
En líneas generales, y sin ser una obra maestra, podemos decir que estamos ante un álbum divertido, con momentos hilarantes motivados por los equívocos de las fotografías y por las rechiflas hacia Filemón en el penúltimo episodio. Desde el punto de vista gráfico, además de las características ya comentadas, destaca la inverosimilitud de las fotografías (que aparecen en gris en el periódico), pues nunca podrían salir como las vemos en la prensa desde la perspectiva en que fueron tomadas. Tampoco resulta muy creíble la ubicuidad del equipo de malhechores, capaces de tomar fotos a diestro y siniestro sin que nadie se percate de ello. Gráficamente, resaltamos también el uso del color para generar gags, como el momento en que Fabulando aparece blanco del todo, pues ha desteñido (estos gags eran impensables en la antigua Bruguera, dada la arbitrariedad de los coloristas).
Hay que destacar desde el punto de vista argumental la mordaz crítica que Ibáñez hace de la prensa del corazón, que aparece retratada como manipuladora y sensacionalista, capaz de descontextualizar y de destrozar vidas ajenas con tal de vender más. Aunque no se dan nombres concretos, aparece la revista Hello en varias ocasiones (parodia de Hola), e Ibáñez utiliza expresiones como “aves de rapiña” y “sicarios” para referirse a cierto tipo de periodistas. Sin duda, una visión crítica que parece adecuado retomar hoy día, dados los altos índices de audiencia que suelen tener los programas llamados “del corazón”.