Ya vendrán tiempos mejores, señores.
(Doble gallifante para quien localice el origen de esta viñeta, por cierto).
Ya vendrán tiempos mejores, señores.
(Doble gallifante para quien localice el origen de esta viñeta, por cierto).
Del mismo modo, en la historieta de los parados, el gag en torno al agujero en el suelo presenta en sus viñetas 9 y 11 de la página 22 y la 1 de la 23 sospechosos parecidos con las viñetas 1 y 4 de la página 14 del álbum de los agentes. También la idea del fichero de la página 24 parece sacada de la página 36 de la historia de Mortadelo. Los gags, sin embargo, resultan menos eficaces en esta nueva versión, quedando mucho más forzados. Igualmente, la repetición sistemática con apenas cuatro años de diferencia no resulta beneficiosa para la nueva serie, que ya a estas alturas ha claudicado en su intento de seguir pareciendo algo original. La referencia a la CIA en este episodio, subraya aún más los paralelismos con la TIA.
El quinto apartado empieza con una serie de gags en el bar de Joro, que incluyen una referencia a Ibáñez, entre los que destaca un chiste de fondo políticamente incorrecto en el que un negrito devora a su amada. El intento de Chicha, Tato y Clodoveo de proteger una importante documentación resulta ahora idéntico al que hicieron Mortadelo y Filemón en la historieta corta Los flamantes vigilantes (Mortadelo, Almanaque para 1972). El borracho de la aventura original es aquí sustituido por un porrino medio tonto, de manera que las páginas 27 y 28 presentan gags calcados de la tercera y la cuarta del original. Del mismo modo, la escalera que aparece en el episodio de Mortadelo, en la página 8, parece inspirar el gag de la página 29 de los flamantes personajes. No obstante, como en otras ocasiones, la gracia y fluidez del original pierde fuelle en esta pálida imitación que roza el pastiche.
En el sexto episodio, la entradilla con el barman Joro incluye un gag referido al juego de los chinos, que volveremos a encontrar en El 35 aniversario (1992) y Clínicas anti-birria (1993). En este episodio, nuestros protagonistas se encargarán de custodiar la integridad del amenazado coordinador de los juegos, lo cual tendrá nefastas consecuencias para el mismo, debido a la poca coordinación de los agentes. Este esquema se ha repetido hasta la saciedad en las historietas de la pareja. Citaremos solamente algunas de estas ocasiones. Por ejemplo, entre las historietas cortas destacan El espía Matahariez (Súper Mortadelo, nº 3), Protegiendo al embajador (Súper Mortadelo, nº 5), El transformador molecular (Súper Pulgarcito, nº 20), Los protectores (Mortadelo Gigante, nº 11), En defensa del Súper (Súper Mortadelo nº 9) y en la citada ¡Bienvenido, Mister Morsa! Dentro de las historietas largas, destacan algunas como Los invasores (1974), Los cacharros majaretas (1974), Los secuestradores (1976), Contrabando (1978), Los bomberos (1979), Secuestro aéreo, Tete Cohete (1981), El preboste de seguridad (1984), El cochecito leré (1985), El candidato (1989), El rescate botarate (1989) , Las embajadas chifladas (1991), Barcelona 92, El racista (1991), Maastricht ¡Jesús! (1992), El ángel de la guarda (1995), etc. Los gags de este episodio resultan, en general, ineficaces. Destaca el razonamiento de Clodoveo, parecido a los que aparecen en Contra el gang del “Chicharrón” (1969) y El premio No-Vel (1989).
El penúltimo capítulo llevará a nuestros protagonistas a espiar al pueblo saboteador, donde encontramos una serie de gags recurrentes de entorno rural. Esto nos recuerda a álbumes como La caja de los diez cerrojos (1971), Lo que el “Viento” se dejó (1980), ¡En marcha el Mundial 82!, El balón catastrófico (1982); volveremos a ver este esquema en otra aventura del trío: Los sanitarios (1989), así como en Su vida privada (1998) y Llegó el euro. En muchos de estos álbumes se repiten tópicos como el mal estado de las carreteras y las ínfimas condiciones del alojamiento y la comida en estos lugares. No puede faltar tampoco la escena de la estampida de ganado, tan del gusto del autor. Finalmente, los personajes llevarán la bomba ante las mismas narices de su superior, como en Lo que el “Viento” se dejó y Mundial 94 (1993).
El último episodio se caracteriza por un nivel de dibujo ligeramente menos cuidado. Esta vez se trata de “quedar bien” ante las cámaras, recurso usado también, entre otros, en El preboste de seguridad. Lo malo será que los enemigos han soltado una serie de animales de granja como armas ofensivas. Esto dará pie a gags en los que personas de dignidad se verán insultados al creer ser comparados con estos animales, algo muy típico de las historietas cortas de El botones Sacarino y que vemos también en álbumes como Mascotas (2002), ¡Por Isis…llegó la crisis! (2009) y Nuestro antepasado, el mico (2009). A pesar de la intervención de nuestros personajes, Barcelona sale elegida como futura sede olímpica, mientras que nuestros protagonistas huyen perseguidos haciendo alusión a la próxima semana, recurso típico de la publicación semanal que no resulta adecuado para el álbum.
En definitiva, se trata de una historieta corriente, con un dibujo pasable y un guion compuesto de retazos inconsistentes, con recuerdos a historietas previas demasiado recientes. Hay algún fallo de coherencia interna sin importancia, como el número de años que llevan debiéndole a Joro los protagonistas (¿desde el 76 o desde el 82?) y múltiples referencias que nos recuerdan que estamos en los años 80, como las menciones a Margaret Thatcher, Gorbachov, Epi, Mari Carmen y sus muñecos o a la enfermedad del SIDA, tan característica del momento.
Como reto, les planteamos que averigüen a qué álbumes pertenecen las viñetas anteriores.
Salud, amigos.