domingo, 25 de septiembre de 2011

EN LA OLIMPIADA (1972)

El álbum En la Olimpiada data de 1972, época en la que Ibáñez está redescubriendo su serie estrella, así como las inmensas posibilidades que le ofrece la inclusión de sus agentes de información en la fila de la TIA. De hecho, es probable que Ibáñez ni siquiera imaginara que con esta historieta estaba iniciando una de las subsagas más identificativas de sus personajes: las de Olimpiadas o, más concretamente, la de acontecimientos deportivos. Fernando de la Cruz, en su obra Los cómics de Francisco Ibáñez, señala la posible influencia del álbum de Goscinny y Uderzo Astérix en los juegos olímpicos (1968), influencia que puede vislumbrarse incluso en el título original del álbum, que, al empezar con la preposición “en”, parece haber sido pensado para llamarse “Mortadelo y Filemón en la Olimpiada”.

En cuanto al título hay que decir que el actual Gatolandia 76 es una invención editorial, establecida con el objeto de buscar una continuidad con las siguientes entregas olímpicas: Moscú 80 (cuyo título también fue alterado), Los Ángeles 84, Seúl 88, Barcelona 92, etc., en el tomo recopilatorio Especial Olimpiadas que Ediciones B sacó en 1991. Además de la semejanza entre nombres, permite localizar más fácilmente la historieta, pues “En la Olimpiada”, viendo lo que habría de venir después, se ve hoy día un título demasiado general.

Como corresponde a otras de la misma época, la historieta consta de 11 episodios de 4 páginas cada uno. En el primero de ellos, encontramos ya una presentación que rebosa clasicismo: agente que acude a avisarles, entradas secretas delirantes, Mortadelo yéndose de la lengua ante el Súper (dejando fatal a Filemón)… Precisamente en este último recurso se produce una cita al Loco Carioco, personaje de Bruguera creado por Conti. Llama la atención porque estas referencias a personajes de la propia editorial son relativamente escasas en las historietas de Ibáñez, sobre todo en la etapa de las aventuras largas, pensadas sobre todo para el mercado internacional.

En este primer episodio Mortadelo pronuncia también otra de sus frases recordadas.Al ser inquirido acerca de qué es una olimpiada, responde con su mítico eslogan: “O limpiada con bayeta, o limpiada con estropajo, relucirá su cazuela con detergente Cascajo”. Este peculiar verso sería recordado, años después, en el popular programa televisivo Las noticias del Guiñol. Acto seguido, el Súper expone el problema del posible sabotaje a las Olimpiadas de Gatolandia por parte de sus enemigos de Perrolandia. Como se puede observar, Ibáñez despolitiza esta primera entrega, eliminando cualquier referencia a países reales, inventando dos cuyos nombres nos remiten al mundo de ficción del universo Disney (con Ratolandia, Patolandia, etc.). Culmina este brillante capítulo, que solo tiene como defecto el torpe entintado de las dos primeras páginas, con el delirante periplo de nuestros agentes portando la antorcha olímpica, dispuestos a infiltrarse en los juegos como participantes de mil y una especialidades, en aras de atrapar a los saboteadores.

El segundo capítulo define la que será la entradilla del resto de apartados. Una entradilla, por cierto, brillante, y poco explotada después por Ibáñez, relativa a las incomodidades de nuestros agentes a la hora de dormir en una estrecha habitación de hotel, lo que lleva en esta ocasión a Mortadelo a pasar la noche en la cornisa. Ya en el estadio, nuestros hombres empiezan a practicar el salto de altura, dando pie a gags brillantes en los que Ibáñez explota todas las posibilidades que esta disciplina ofrece. Destaca el hallazgo cómico de los comentarios hechos por megafonía, en los que el tono irónico del locutor despierta la sonrisa de los lectores a la vez que permite narrar en off gags que ocuparían muchas viñetas.



En la prueba de los 100 metros vallas encontramos a un Mortadelo pletórico cuyo pantalón se rompe antes comenzar a correr, capaz de desestabilizar a sus compañeros al asustarse con el tiro de salida, e incluso de colocarse al revés en la carrera. Se trata de gags clásicos en los que se aprovecha el enorme potencial cómico de un Mortadelo en estado de gracia y cuyas expresiones faciales son todo un acierto.

Y si el segundo episodio era brillante, el tercero no se queda atrás. Tras comprobar que Mortadelo ha pasado otra noche en el armario, vemos cómo nuestros agentes se enfrentan a la prueba de 400 metros lisos, con excelentes gags relativos a los starting blocks y un Filemón que acaba clavado al suelo. En lanzamiento de peso no les irá mejor a nuestros protagonistas. Especialmente divertida es la secuencia de los preparativos de Mortadelo antes de lanzar, aunque su lanzamiento sea, claro, un gran chasco. Todo un ejemplo de un gag bien preparado. Destaca también el momento en que Mortadelo, tomando impulso para lanzar el martillo, clava este en el suelo, y, regido por la inercia, sale disparado contra el locutor en off, al que seguimos sin ver aunque persiga a Mortadelo en la última viñeta, ya que su figura aparece sombreada. Para los escépticos sobre las cualidades de Ibáñez, los invitamos a comprobar su dominio del movimiento, verificando con qué enorme soltura y expresividad resuelve escenas nada fáciles de plasmar en papel. Todo un ejercicio cinético.

En el cuarto episodio, donde, por cierto, vemos que Mortadelo ha pasado la noche en la ducha, vemos unos cuantos gags relacionados con el lanzamiento de jabalina (del que no salen muy bien parados nuestros agentes), llega el turno del lanzamiento de disco, momento que Mortadelo quiero aprovechar para lanzar “Mi carro”, entonces una novedad de Manolo Escobar, que estaba pegando fuerte, como ya vimos en ¡A la caza del cuadro! (1971). Nuevamente destaca la capacidad de Ibáñez para reflejar el movimiento, como ocurre con las revoluciones de Mortadelo, así como el brillante gag final del tiro con arco, que provoca que Filemón “desnarigue” a los participantes de los 100 metros lisos.

En el quinto episodio, lo fundamental no es el chiste relativo a que Mortadelo duerma en el lavabo, sino el contraste entre sus sueños de triunfo y su amargo despertar (algo que veremos en otra entrega olímpica como es Sidney 2000). Las pruebas gimnásticas dejan a un Mortadelo desprovisto de la poca dignidad que le quedaba y dan paso a las pruebas de patinaje, en las que nuevamente acaba agrediendo al comentarista, aunque sea sin querer, con uno de sus patines. Delirante resulta ver a ambos protagonistas actuando como pareja de patinaje artístico (Mortadelo hace de mujer) y estampándose contra la tribuna de los jueces.

Ibáñez, siempre hábil narrativamente, sabe introducir variedades al mismo esquema, de manera que el sexto episodio no transcurre dentro del estadio olímpico, sino que en él se hará hincapié en la actividad detectivesca de los personajes. Mortadelo, que no ha podido dormir en el palo que Filemón le había asignado, decide ir a investigar, todo un rasgo de profesionalidad, y descubre a unos expertos en sabotaje que, cuatro páginas después y tras algunos gags brillantes relativos a su captura, resultan serlo en cabotaje, recordando así al esquema clásico de las historietas de “Agencia de información”. Destacan los gags relativos al “¿Qué me dice?”, de Filemón, que Mortadelo siempre interpreta de forma literal.


El séptimo episodio, en el que vemos a Mortadelo dormir en una persiana, encontramos los problemas del agente para adaptarse a su caballo en la competición de hípica. Algún gag será retomado, como el de la silla del caballo, que aparecerá en 20.000 leguas de viaje sibilino (1994), al igual que el recurso argumental de intentar montar en el équido con pésimos resultados, algo que veremos también en El señor Probeta (1991), Silencio…¡se rueda! (1995) y El 2 de mayo (2008), así como en la aventura de Chicha, Tato y Clodoveo A Seúl en un baúl (1988).

Como suele hacer con este tipo de animales, Ibáñez dota al caballo de un sarcasmo muy rentable humorísticamente. A esto hay que sumarle la escasa habilidad que Sacohuesos (sí, así se llama) tiene como saltador, lo que da pie a viñetas de una gran elocuencia que demuestran la pericia de Ibáñez en el dominio del movimiento y en las expresiones faciales de los animales (véase la viñeta 6 de la página 26). Culmina con broche de oro este tramo al instalarle Mortadelo a su jaco u cohete que hace que acabe volando (previa secuencia de zoom en la que se llevan parte de un muro por delante). Rematan jocosamente la historia los comentarios de los turistas acerca de la estatua sobre la cual han aterrizado Mortadelo y Sacohuesos.

Ver que Mortadelo ha dormido en una lámpara no será lo más humillante del episodio octavo. No, lo peor será ver el ridículo traje de baño que elige para el salto desde el trampolín, el cual, presentado desde un hábil contrapicado, exhibe una notable altura. Destacan en este episodio algunas secuencias absurdas, como aquella en la que Mortadelo sube tanto…que se deja atrás las escaleras de la plataforma o la otra en la que, ante lo destartalado de su caída, el agente vuelve hacia atrás para saltar de nuevo. El episodio se salda con un Filemón herido de tablonazo mientras intentaba, ahora sí, realizar con eficacia la prueba.

El noveno capítulo vuelve a la actividad detectivesca, ya que Mortadelo, al dormir en las alcantarillas, ha podido captar una conversación de un tiparraco gordo que pretende acabar con los juegos. Una serie de gags notables dan pie a la resolución del equívoco, pues el individuo en cuestión se dedicaba a asuntos relacionados con la pirotecnia. Este tipo de chascos nos recuerdan a los que veremos en Los bomberos (1978) y en Atenas 2004.

En el décimo episodio vemos cómo Mortadelo duerme bajo la cama de Filemón antes de que ambos acudan a los entrenamientos para la prueba de esgrima. No deja de ser cómico el hecho de que a Mortadelo no le quepa la careta protectora (por la narizota) y piense que le van a cortar la nariz (gag que encontramos también en Cacao espacial, 1984). En realidad, Filemón se limita a ponerle un colador que le da un aire bastante ridículo a su subordinado. La competición propiamente dicha no tiene desperdicio, con Mortadelo cortándole el cinturón al árbitro, el señor Guillete, y provocando a su contrincante como a un vulgar morlaco.

El último episodio nos permite comprobar la enorme generosidad de Filemón que permite a Mortadelo dormir en la misma cama…debajo del colchón. Nuestros hombres no se despiden de su aventura olímpica sin antes confundir a un señor que pretendía “dar pasaporte” a algunos atletas. Algunos gags absurdos, como el de los brazos largos, precede a la aclaración de la confusión. Destaca el desfile con Mortadelo ostentando una peculiar medalla que, en un alarde de continuidad, será retomada en Moscú 80, 8 años después. La delegación nacional cierra su participación con broche de oro al exhibir la pancarta de “animales sueltos” como símbolo del país. Tras un viaje de vuelta submarino no costeado por el Súper, nuestros agentes comprueban que este no les envió la carta en la que aclaraba que el saboteador estaba enfermo y no podía “trabajar”, tras lo cual se prepara una dulce venganza contra el despistado superintendente.


De esta manera concluye, pues, una aventura hilarante, representativa de lo más clásico de nuestros personajes, con un dibujo que nos presenta todavía a los protagonistas algo más achaparrados y regordetes, con un aire de indudable ternura. Destaca el clasicismo de esta historieta, decana de cuantos mundiales y olimpiadas habrían de venir, con unos protagonistas con unos roles totalmente definidos: Filemón es el gruñón impenitente y Mortadelo el incompetente y despistado ayudante. Cabe destacar que Ibáñez carga las tintas en Mortadelo, a quien hace protagonizar, de forma más evidente que en otros álbumes, las mejores escenas cómicas, permitiendo así el lucimiento de su personaje. En resumen, una historieta indispensable, cuya ambientación olímpica, lejos de ser una maniobra comercial como ocurre desde hace años, responde a un deseo de buscar nuevos escenarios para la serie estrella de Francisco Ibáñez.

15 comentarios:

Raw dijo...

Lo mejor sin duda los gags sobre el lugar donde dormía Mortadelo y los de éste con el comentarista, al que traía de cabeza y se reía de nuestro personaje.

La estructura de los episodios daba dinamismo a la historia, para mí la mejor de una serie de olimpiadas que sumará su decena el año que viene.

Anónimo dijo...

Desde luego, para mí es la mejor de las olimpiadas y la falta de politización o referencias a la coyuntura del momento obliga a Ibáñez a imaginar y a trabajar mucho más las escenas humorísticas; además hace que la historieta nunca se vea "pasada de moda".

"Un Mundial 78 que sale bastante pocho" también es el mejor de todos los mundiales por las mismas razones, aunque ya se vislumbran referencias políticas en el desfile de inauguración (DDR justo detras de la RFA con el intercambio mutuo de impresiones) y también las caricaturas de Hitler y Suárez en el palco durante la final España - Alemania.

Enhorabuena por el artículo.

Curro.

El Viejo dijo...

Sin duda ambos comentarios son muy acertados. Unas Olimpiadas muy divertidas, así como el papel de los sueños de Mortadelo más ambicioso que nunca.

Don Guri dijo...

Una historieta sin desperdicio, de las que uno no se cansa de releer una y otra vez.

Chespiro dijo...

Gracias a todos por los comentarios. Una gran historieta, la verdad.

El shendee dijo...

En respuesta al segundo comentario... Hombre, las otras historietas de olimpiadas tampoco se quedan pasadas de moda así como así. En la del 80, por ejemplo, el ambiente de la Guerra Fría es más bien secundario, y sólo se manifiesta es unos cuantos chistes con los agentes del KGB, mientras que el meollo de la historieta, lo del saboteador, es más atemporal. Y de todos modos, cualquier joven que haya atendido en clase de historia sabrá de qué va todo eso, aunque no lo viviese en persona. La del 84 podría haber transcurrido en cualquier sitio y en cualquier época, las referencias al contexto son más bien escasas (o eso me parece recordar). Francamente, decir que cualquier historieta de antes de los 90 está politizada no me parece muy apropiada.
Para mí, un ejemplo de historieta que sí ha quedado anticuada es la de Barcelona 92, yo creo que es la única excepción. Ésta y la del quinto centenario son, para mí, las que peor han envejecido de lejos. Yo tenía dos años en ese momento y, evidentemente, no puedo recordar cómo fueron la Expo de Sevilla o la Olimpiada de Barcelona. En esas dos el contexto está tan integrado que la historieta pierde mucho si por cuestiones de edad sólo eres capaz de reconocer a unos pocos personajes.
Bueno, ésta es probablemente la historieta que mejor representa el espíritu de las historietas de olimpiadas. Desde la del 80 en adelante, Ibáñez debe recurrir a introducir elementos ajenos a las olimpiadas para no repetir una y otra vez la misma historieta. No me parece casualidad que durante las primeras historietas de olimpiadas M y F tuviesen cada vez a un acompañante distinto (el Súper en el 80, Bacterio en el 84, ofelia en el 96...).
A propósito, ¿soy el único al que le ha desaparecido la opción para ver las entradas antiguas?

Anónimo dijo...

Me encantan estas aventuras de la época clásica de Ibáñez . Su falta de referencia a la situación o personajes del momento , han hecho que estas historias hayan aguantado el paso de los años sin problemas .
Tus estudios monográficos de este tipo son magníficos . Espero te animes a un monográfico de "Los Monstruos" , mi Ibáñez favorito .
TEBEOS

Chespiro dijo...

Gracias por vuestras interesantes aportaciones. Tomo nota para lo de Los monstruos.
Las entradas antiguas, a la mayoría, no les están planteando problemas para entrar. No sé qué ocurrirá.

Anónimo dijo...

Una curiosidad: en la viñeta 7 de la página 41, observamos como la censura impidió (retocando torpemente la viñeta), que Mortadelo introdujera su rabo de lince en la boca de Filemón. (supongo que por considerarlo altamente soez).

kalitos

Chespiro dijo...

¡Tienes toda la razón, Kalitos! Ya decía yo que esa cara de Filemón no pegaba ni con cola...¡Claro, es la típica escena en que lo manda callar con algo relacionado con su disfraz!
¡Buen hallazgo!

Felikis dijo...

Gran álbum, y el mejor de temática de olimpiadas hasta hoy.

Chespiro dijo...

Sin duda, Felikis.

Adiuseg dijo...

Creo que tenía esta historieta de pequeño pero no se que ha sido de ella. Por cierto, ¿podrías hacer algún día alguna reseña sobre Pesadillaaas, ladrones de coche, animalada o Expediente J? Son de mis historietas favoritas (sobretodo las dos primeras)?

Anónimo dijo...

Hola, me gustaría conseguir un ejemplar del de "en la olimpiada 72". ¿alguien sabe donde lo puedo conseguir? Mi correo es

zintias@yahoo.es.

Gracias

Chespiro dijo...

Amigo Anónimo, creo que no ha de ser difícil de encontrar en la colección Super Humor o en Olé.
Adiuseg, tomo nota.