sábado, 20 de octubre de 2007

EL ÓSCAR DEL MORO


El Óscar del Moro (1998) supone una revisión del clásico Los inventos del profesor Bacterio (1972).El título, un juego de palabras un tanto forzado referido al Óscar de oro de Hollywood, se justifica porque, como bien cuenta el Súper, el Emir Alí-Fafe de Segowiait ha creado el Óscar del Moro para la mejor arma ofensiva-defensiva, ofreciendo trescientos millones de rupias segowiatíes. Ésta será la excusa para que los agentes de la TIA vayan probando distintos inventos del Profesor Bacterio creados con el fin de conseguir el citado premio. Este esquema de prueba de inventos del barbudo científico se ha repetido de forma constante en la trayectoria de nuestros personajes, especialmente en la llamada “etapa negra”, de 1987 a 1990, suponemos que se debe a la facilidad que para los autores apócrifos suponía rellenar páginas tirando de los inventos del doctor. A modo de muestra: El huerto siniestro, Los superpoderes (ambas de 1987), Va la TIA y se pone al día (1989) y Los espantajomanes (1990).

Esta vuelta a los orígenes es un rasgo típico de la época, como ya reseñó Óscar+AB en este mismo blog, en su entrada dedicada a la máquina del cambiazo, en la que aporta buenos ejemplos. Esta vuelta a los orígenes viene acompañada de un nivel gráfico envidiable, que hace visualmente atractivas las obras de este período. En cuanto al esquema de El Óscar del Moro, distinguimos las siguientes partes asimétricas:

En primer lugar, una simpática introducción de tres páginas en la que se habla sobre los inventos de manera general. Lo más destacable es la aparición del propio autor denunciando, una vez más, las esclavitudes del tablero. La página siguiente está centrada en la figura del Profesor Bacterio y en ella se recuerda que fue él el verdadero culpable de la calvicie de Mortadelo, en clara rememoración a la historia corta “La historia de Mortadelo y Filemón” (véase el cuadro de fondo) y a los primeros álbumes de la pareja.

Las siguientes siete páginas se ocupan del primer invento de la tanda: el Rayo Pfluaff, con capacidad de hacer desaparecer lo que se le ponga delante. El recurso de la invisibilidad ya fue utilizado, por ejemplo, en Los superpoderes. Nuevamente, sobra decirlo, los resultados son catastróficos para los agentes. El siguiente invento es un mando que lanza la onda “Meteoritazo”, que convierte al enemigo en un objeto flotante. El recuerdo de los zapatos antigravitores de Los inventos del Profesor Bacterio es inmediato, sobre todo si tenemos en cuenta que nuevamente un flotante Filemón es llevado por un alegre Mortadelo atado de un cordelito. Otra semejanza es el accidente de Filemón al elevarse en plena calle, salvo que esta vez no será castigado por una viga de hierro, sino por un cable de alta tensión.

Más originales son las bolitas “Licuabody”, a las que se les dedican nueve páginas (como al invento anterior) y que dan pie al gag de la portada del álbum en la Colección Olé. Probablemente también les debamos a ellas algunos de los momentos más divertidos del álbum, como la confusión de Mortadelo con un príncipe convertido en rana. Las siguientes seis páginas las ocupa el Jaboncillos, que hace que los cuerpos se muestren tan escurridizos como si estuvieran embadurnados con jabón. Estamos ante otro episodio divertido, con momentos simpáticos como el del reajuste del personal según su aptitud. El álbum se cierra con la Encogidina, nueva vuelta de tuerca al tema de los “señores pequeñitos”. La originalidad aquí radica en que este invento se prueba en el Emirato de Segowiait, lo que no impide que el encogido de turno (nada menos que el Emir) caiga en lugares comunes como ser mordido por animales diversos o atrapado entre las páginas de un libro (El Corán, en este caso). Estos incidentes desencadenan la guerra con Segowiait, hecho que ya predijo Filemón en la página cinco del álbum.

El esquema de cada uno de los capítulos suele ser similar: los agentes escapan para no probar los inventos de Bacterio y son detenidos por otros agentes, que los encuentran en los lugares más recónditos del globo; prueban primero el invento en la TIA (causando daños al trío Súper-Ofelia-Bacterio); después lo hacen en la calle para terminar vengándose del científico. Esta venganza final, ya fijada en los álbumes de temática precedente, pasa por obviar que los inventos del Bacterio no siempre fallan, es decir, son los agentes los que hacen un mal uso (o un uso desventurado) de los mismo, lo cual parece invalidar para la organización los inventos en sí.

Particularmente divertido es un esquema que desaparece hacia la mitad del álbum en cada una de las entradillas. Se trata de la aparición de la mujer del Súper (con un diseño que se mantendrá en álbumes posteriores), que siempre acaba pillando a su esposo en situaciones “comprometidas” con Ofelia. La perversión de su marido llega, a ojos de la señora, a intercambiarse las ropas con su secretaria e incluso a levitar de gozo. En alguna ocasión, también la esposa del Director general y el mismo Director se verán envueltos en los gags, ambos con un diseño que también va a permanecer en el tiempo, hecho insólito hasta el momento y que da una ligera sensación de continuidad a la serie. Nótese que las sospechas de infidelidad del Súper con Ofelia estarán muy presentes en esta época, como veremos en Impeachment (1999).



Desde el punto de vista narrativo, destacamos la alusión de Mortadelo al lector en la página doce tras recibir una somanta, así como la del propio Ibáñez, que “censura” cómicamente la paliza que Ubaldo el “Coceador" le da a nuestros agentes. Tal debe ser la desproporción de la misma, que el autor, que nunca ha tenido inconveniente en mostrar salvajadas de todo tipo, invita a desenrollar la viñeta únicamente a los lectores “recios, guijarrosos y echaos p´adelante”. También tiene la delicadeza de no mostrarnos a Mortadelo y Filemón tras el altercado, aunque los ojos de horror del Bacterio en la viñeta siguiente resultan elocuentes.


En líneas generales podemos decir que El Óscar del Moro, a pesar de su escasa originalidad, es un álbum que entretiene considerablemente y llega a divertir con algunos gags aislados pero eficaces. A su buena factura final contribuye mucho el agradable dibujo del periodo y el enriquecimiento del coloreado informático.

3 comentarios:

Comiquero91 dijo...

He de reconocer que aunque este tipo de historieta con los inventos de Bacterio este muy vista "El Oscar del Moro" es una historieta que me gusta mucho

Mortadelón dijo...

Otra historieta de la que apenas recuerdo nada, aunque esto me suele pasar con todas las historietas de la era moderna, las cuales las he leido sólo una vez.
Saludos.

Chespiro dijo...

Pues esta merece una relectura (sin esperar grandes cosas, por supuesto). Se presta a una lectura amable e indulgente.