martes, 8 de septiembre de 2009

FRANQUIN E IBÁÑEZ O EL MAESTRO DEL MAESTRO (III)

En 2007, aproximadamente, el estudioso de cómic y especialista en la obra de Ibáñez Miguel Fernández Soto convocó a algunos miembros del Foro de la TIA para escribir una serie de artículos sobre la obra de Francisco Ibáñez, que, unidos, dieran una visión de conjunto de la misma. Todo ello con el objeto de publicar un volumen de cara al 50 aniversario de los personajes. Desgraciadamente, el proyecto no se concretó. Es por ello que paso a desempolvar, un par de años después, el artículo que escribí para la ocasión, centrado en la marcada influencia que André Franquin dejó en Ibáñez. Las viñetas que se aportan pertenecen a sus respectivos autores y /o editores y tienen como objeto ilustrar el artículo. Gracias a ellas, conoceremos algo más de la siempre interesante obra de nuestro autor más popular: nuestro admirado Franscisco Ibáñez. Excepcionalmente, dada la extensión del mismo y los ejemplos gráficos que se aportan, lo presentaremos fragmentado en distintas entradas que serán, esta vez, de carácter diario a lo largo de la semana. Que lo disfruten.

Decisiva será también la influencia de Franquin a la hora de elaborar las primeras aventuras largas de los personajes. En esta ocasión, volvemos a encontrar un decidido y descarado intento de Bruguera, con Rafael González como cabeza indiscutible (al menos artísticamente), de copiar la fórmula franco-belga de álbumes de 44 páginas. Se pide a los autores que emulen a sus homólogos extranjeros, con un dibujo más detallado e historias más consistentes. Como no podía ser de otra forma ya en 1969, Mortadelo y Filemón serán el buque insignia de este experimento que verá la luz en las páginas de Gran Pulgarcito. Su primera historieta larga, El sulfato atómico, será imprescindible para la puesta al día de los personajes, ahora reconvertidos en agentes de la TIA. Entre los referentes que adopta Ibáñez para abordar este nuevo reto profesional (como Peyó), destaca nuevamente André Franquin. Las viñetas similares de ambos autores en esta historieta y en Valor....¡Y al toro! (1970) son tan conocidos que no pretendemos incluir una documentación gráfica de las mismas; únicamente de algunas imágenes, a modo ilustrativo. Para los interesados en la comparación gráfica, ya la hicieron antes y mejor que nosotros en El blog de Mortadelón, en su sección de "parecidos razonables"[1] y en el Foro de la TIA [2].






No sabemos si la adopción de este modelo concreto fue también imposición editorial o fruto de la preferencia de Ibáñez, pero hay que destacar que ya en 1968- un año antes de este álbum- Ibáñez señala a Franquin como uno de sus dibujantes extranjeros favoritos, a la vez que solicita más espacio para dar a sus historias cuerpo y calidad[3]. El argumento de El sulfato atómico, a pesar de ser pasmosamente simple, deja entrever una notable capacidad por parte del autor a la hora de hilvanar historias más complejas, un dominio absoluto del ritmo y la narrativa, así como una contención de las propia tendencia hacia el humor esperpéntico, sustituido aquí por una dosificada hilaridad subordinada a un argumento central.






Desde el punto de vista gráfico la influencia es mayor. Así, los nuevos protagonistas de la serie tendrán una profunda raigambre franquiniana: el Súper se asemeja en sus gestos al alcalde de Champignac, mientras que el Profesor Bacterio parece derivar del personaje de Zwart, en la aventura de Spirou La mina y el gorila (1956). Por otra parte, uno de los generales de Bruteztrausen se basa claramente en un personaje aparecido en El viajero del mesozoico (1957), otro álbum de Spirou. Pero será la aventura QRN en Bretzellburg la señalada como principal fuente de El sulfato atómico. El argumento plantea como punto en común la entrada a un país de régimen totalitario. Gráficamente, vemos que de ella surge el inolvidable autobús “El avión” en el que los agentes de la TIA llegan a Tirania. También vehículos, motocicletas y militares varios parecen sacados de esta aventura realizada por Franquin. Más sutiles, pero fácilmente identificables, son las semejanzas entre las posturas y movimientos de los personajes de ambos autores. Sirva como prueba el choque de Spirou y Fantasio con un guardia en la página cinco y el de Mortadelo y Filemón con un pintor en la página 20 (para los amantes de los detalles, observen que nuestros agentes chocan tras doblar una esquina muy parecida a la que Spirou y Fantasio doblan tras su encontronazo con el guardia).













Aunque se publicó en cuarto lugar, el estilo de la otra gran epopeya de Mortadelo y Filemón, Valor…¡y al Toro !(1970), muestra que fue realizada inmediatamente después de la primera. Nuevamente Franquin la impregna por completo desde el punto de vista gráfico: desde la entrada “triunfal” de Filemón hasta el final del álbum encontramos el espíritu del maestro belga. El malvado profesor de la banda del Rata parece un cruce entre Kilikil y Zorglug, dos villanos del universo de Spirou y Fantasio.































Pero también los secundarios llevan la impronta de Franquin: así, la marquesa que viaja a bordo del “Ile du Soria” no es otra que la señorita Jiménez, secretaria de De Mesmaeker en la serie Gastón el Gafe, mientras que el conserje del hotel en el que se hospedan Mortadelo, Filemón y el toro adopta los ademanes del mismo De Mesmaeker al andar. A esto hay que sumarle la huella de Franquin en el trazo de los hoteles, edificios, cabinas telefónicas, etc. Aventuras de Spirou y Fantasio como La mina y el gorila, Z como Zorglug, El viajero del mesozoico, El retorno de Z, o Las reducciones, así como los exteriores de Gastón el Gafe estarán detrás de este mobiliario urbano.







A pesar de que se ha criticado mucho a Ibáñez por su deuda con Franquin en estos dos álbumes, lo cierto es que el autor español supo crear dos obras independientes, de gran calidad argumental y gráfica, sin desdeñar, por supuesto, la a veces decisiva, a veces anecdótica, impronta de Franquin, lo cual es artísticamente más que legítimo.







[1]http://mortadelon.blogspot.com/search/label/Parecidos%20razonables


[2]http://www.elforo.de/latiacomforo/viewtopic.php?t=2407&start=0

[3] ¿Quién es quién? Francisco Ibáñez, por Jaume Perich. El mundo de la historieta, en DDT, abril de 1968.




El presente artículo continuará mañana...











































2 comentarios:

Gariel dijo...

Te doy la enhorabuena por esta tanda de artículos súmamente interesante y te agradezco el que no hayas caído en la crítica fácil y en el juego del "tiro al pichón", donde se busca afanosamente el plagio y se obvia el trasfondo del asunto.

Especialmente acertado has estado en la búsqueda de imágenes, exponiendo y analizando el concepto de la inspiración antes que acudir a un burdo copia-pega.

En todo esto, fíjate cómo algo de lo que siempre hemos hablado, de la importancia del Sulfato atómico como un álbum que esconde más de lo que unos ojos poco avezados pueden descubrir, sigue latente como eje principal de la conexión Fránquin-Ibáñez.

La gracia del asunto es que, al margen de que Ibáñez se inspirara en Fránquin, realmente Bruguera posteriormente siguió bebiendo de las fuentes del gran dibujante Belga en historias de Sacarino que se produjeron ya con el catalán apartado de la serie.

Menudos eran estos....

Chespiro dijo...

Menudos, menudísismos. El mismo Casanyes, al que le tocó dibujar Mortadelos sin que Ibáñez pudiera hacer nada, bebió cantidad de Franquin.
Gracias por el comentario.