domingo, 25 de enero de 2009

100 AÑOS DE CÓMIC (1996)


La historieta 100 años de cómic nació con la intención de conmemorar el centenario del nacimiento “oficial” del que llegaría a ser considerado el noveno arte. Para ello, Ibáñez recurre a una plantilla argumental que nos resulta conocida: el profesor Bacterio ha inventado un aparatejo para extraer los superpoderes de los superhéroes, pero la máquina revienta justo cuando pasan los miembros de la banda del “Orzuelo”, que quedan impregnados de dichos poderes. Ahora, Mortadelo y Filemón deberán ir capturando uno a uno a estos delincuentes.

El argumento nos recuerda a otras historietas en las que los agentes han de echar el guante de forma individual a los miembros de una banda, como Contra el gang del Chicharrón (1969) o La banda de los guiris (1997). Sin embargo, por las propiedades fantásticas de los malhechores de turno y por el recurso de la conversión en seres especiales, nos viene indefectiblemente a la memoria Los monstruos (1973) y su actualización Los que volvieron de allá (1987). El hecho de que los perseguidos se vean afectados por las consecuencias de los efectos del Bacterio recuerda también a Safari callejero (1970), aunque dicha historieta se encuadra indudablemente dentro de la subserie “de animales”.

Éste es uno de los pocos álbumes cuya “trastienda” conocemos, pues Ibáñez confesó en la mítica entrevista para la revista U, el hijo de Urich, que su idea era tirar de personajes de éxito actual, como Astérix y compañía. Sin embargo, los editores, por cuestiones de derechos, no lo vieron adecuado, y nuestro autor tuvo que recurrir a “los del año de la nana”, curándose en salud al deformarles también su aspecto físico mediante la argucia de que no se trate de los míticos héroes reales, sino de villanos que asumen sus características. No deja de sorprendernos que Ibáñez, siendo una estrella del cómic nacional, se siga plegando de esta manera a los deseos de los editores de turno.

Argumentalmente, el homenaje resulta algo soso, pues no se profundiza en los universos de estos héroes del cómic que, salvo algunos como Batman, Supermán o Spiderman no resultan excesivamente cercanos al lector de hoy. Desde el punto de vista gráfico, el nivel del álbum es bastante bueno, con un coloreado infográfico excelente. Ayudan también las tintas, más cuidadas desde que se perdió la serialización en las revistas de Ediciones B, lo que supuso un relativo respiro en cuanto a la producción. Destacamos también que el grosor de las líneas que cierran las viñetas es mayor en las primeras 16 páginas (al igual que en todo el álbum anterior, del mismo año, Atlanta 96) y se vuelve al normal a partir de la decimoséptima. La supresión de las revistas semanales se deja ver también en la irregularidad de los tramos narrativos, una característica de los álbumes de los últimos años.

Ibáñez comienza el álbum haciendo hincapié en lo viejos que están los héroes clásicos, recurso ya utilizado en las historietas cortas ¡Bichejos a mí! (de mediados de los 70) y Los superhéroes (1990). En la primera, personaliza en la figura de Tarzán, lo mismo que hará con Supermán en Las embajadas chifladas (1991). Recientemente, los héroes se han sumado a los achaques de nuestros agentes en ¡Y van cincuenta tacos! (2007), otra historieta conmemorativa.

La introducción del álbum pasa esta vez por una visión diacrónica y sincrónica de la figura de los dibujantes, haciendo especial hincapié en la censura. No deja de ser polémica la desconcertante frase de la página 2: “Yo hice lo que pensaba…Terrorista, ¿sabe?”. Encontramos aquí alguna disposición original de escenas distintas que comparten viñeta sin límites físicos que las separen, así como algún fallo de concordancia en la primera página: “hubieron historietistas”, errata que aparece casi del mismo modo en El señor Todoquisque (1992).

Dentro del desarrollo de la historia, encontramos las clásicas entradillas en las que nuestros agentes y el Súper chafan los intentos de Ofelia por emperifollarse, bien sea su pintura de ojos, botas, vestido, peinado, uñas, etc., siguiendo la estela del álbum Los bomberos (1998) y otros como La elasticina (1980), El candidato (1989), etc. Al final de cada capítulo encontramos pequeños epílogos que vienen marcados por las decepciones de Mortadelo y Filemón ante las aparentemente suntuosas recompensas del Súper, quien los asciende (con plantillas), les dobla el sueldo (el sobre, se entiende), les da una bayeta para el coche, tenedores para una cena o los cita con dos misses arcaicas. Una actualización de los típicos chascos con los transportes que nuestros agentes conocen desde que ingresaron en la TIA.

Entre estos dos esquemas, se desarrollan las distintas capturas. La primera es al Gurriato “el Perrochato”, que aparece con los poderes de Spiderman y al que se cargan de un zapatazo tras seis páginas de persecución en la TIA y en la calle, encontronazos con Ofelia incluidos. Tarzán será Lemoco “Ombligoloco” y esta parte de la aventura se desarrollará en el zoo, donde encontramos experiencias con animales (león, boa, gorila…) que nos recuerdan a las vividas en este mismo recinto en álbumes como Operación bomba (1972), El otro “yo” del profesor Bacterio (1973), Pánico en el zoo (1975), La elasticina, Testigo de cargo (1984), El jurado popular (1995), Okupas! (2001), El kamikaze Regúlez (2005) y El dos de mayo (2008). Este capítulo, de siete páginas, resulta más interesante por la alusión al cómic original de Tarzán y la desmitificación de sus tópicos.


La captura del hipnotizador Merlín el Mago nos remite indudablemente a Magín el Mago (1971), álbum del que se saca también el habla “checheante” de los hipnotizados. Sin embargo, los gags resultan en esta ocasión muy mecánicos y sin demasiada gracia. El escenario principal de este episodio de seis páginas es una reunión de la alta sociedad, ya utilizado en álbumes como Contra el gang del Chicharrón, El elixir de la vida (1973), Los secuestradores (1976), La gallina de los huevos de oro (1976), Los gamberros, La elasticina, El bacilón (1983), La prensa cardiovascular (1995), y Esos kilitos malditos (1997). Finalmente, Vicente el “Repelente” (apodo del villano de turno” es capturado gracias a la astucia de Mortadelo quien, escarmentado por las argucias de Magín años atrás, impide ser hipnotizado poniéndose un par de monedas en las gafas.

Las cinco páginas dedicadas a la captura de Huberto el “Trompa”, el Príncipe Valiente, son de las más divertidas. Los gags callejeros se resuelven con simpatía, aderezados con las rimas del “héroe” antes de agredir a Filemón. Finalmente, la liga árabe chafa al interfecto, que es detenido. Las siguientes cinco páginas acaban con la detención del Hombre enmascarado y Flash Gordon (Cirilo el “Anguilo” y Alejo el “Pellejo”), gracias al ingenio de Mortadelo, que en este álbum se confirma como mucho más ingenioso que su jefe. La crítica producida durante el atraco del Banco Jeando tiene cierta gracia.

El clímax del episodio llegará en la sede de la TIA, donde se han dado cita dos de los superhéroes más conocidos: Batman y Supermán. El primero, Gedeón el “Escorpión” sufre durante cinco páginas todos los males del típico villano que, introduciéndose en la guarida de los protagonistas, padece sus golpes sin saberlo, esquema que ya se dio en Magín el Mago y en Los bomberos (1979). Al estar los golpes muy relacionados con Ofelia, la referencia más clara es el capítulo final de Los gamberros. Por su parte, Perote el “Hotentote”, esto es, Supermán, hace gala de una fuerza brutal tras poner fuera de juego (por arte y obra de Mortadelo) al peculiar Batman. Aunque el rey de los disfraces intentará poner a su jefe fuera de peligro, sus escondites no harán sino ocasionar problemas al pobre Filemón, hasta que Supermán acaba poniéndose fuera de juego a sí mismo con su fuerza bruta.


Tras un nuevo desengaño relativo al ascenso (a la azotea, claro) de nuestros agentes, ambos reflexionan sobre el fin de la misión y se conciben a sí mismos como personajes de cómic. Esto es frecuente en la producción de otros autores como José Escobar, ero no en Ibáñez. No obstante, la visión de los propios protagonistas como héroes de papel se ha obviado durante toda la aventura. Finalmente, encontramos un conflicto de identidad, como en la historieta corta ¡Robots! ( Super Mortadelo, nº8) o en El señor Todoquisque, al aparecer otros Mortadelo y Filemón que pelean con los originales por ser los auténticos, un simpático colofón absurdo al que no hay que buscar más vueltas.

A pesar de la buena resolución gráfica de esta historieta, los tramos irregulares de los episodios y la casi nula elipsis temporal que provocaba la antigua división en partes de ocho páginas hace que el ritmo de la lectura sea desigual, como si todo transcurriera en una misma jornada eterna que no da respiro al lector. Desde el punto de vista humorístico, tampoco hay gags antológicos ni escenas brillantes para el recuerdo. En definitiva, una conmemoración un tanto descafeinada del medio que dio la fama a Mortadelo y Filemón.

martes, 20 de enero de 2009

51º ANIVERSARIO DE MORTADELO Y FILEMÓN



Hoy, 20 de enero de 2009 se cumplen 51 años del nacimiento de Mortadelo y Filemón. Buen momento para hacer balance de 2008, año de su cincuentenario. Los agentes más famosos de la TIA cumplieron sus bodas de oro con la puesta en escena de uno de los pocos musicales de producción nacional de nuestro país, así como con el estreno de su segunda película con actores de carne y hueso. Ésta, sin llegar a la gran recaudación de la primera, se convirtió en una de las películas españolas más vistas del año.

A todo esto tenemos que sumarle la edición de libros conmemorativos, como el de Antonio Guiral, la reedición de El mundo de Mortadelo y Filemón, de Miguel Fernández Soto, numerosas entrevistas en distintos medios, un homenaje en el Salón del Cómic de Barcelona, otro de la Comunidad de Madrid y otros muchos, entre los que destaca el organizado por la propia editorial, al que acudieron artistas como el dúo cómico Gomaespuma, el grupo Amaral y el cocinero Ferrán Adría. Sobresale la felicitación por escrito de Sus Majestades los Reyes de España, que reconocieron con unas palabras al autor y su creación.

Sin embargo, lo más importante, lo realmente asombroso, es que el público lector no vivió el cincuentenario con reediciones de viejos álbumes, sino esperando, comprando, leyendo y comentando los nuevos números de la serie nacida en 1958.

Sin duda, un síntoma de buena salud y el mejor regalo para el "papá" de nuestros agentes: Francisco Ibáñez.

Con esta óptimo balance de 2008, aprovechamos la efeméride para felicitar a Mortadelo y Filemón y su autor por su 51 aniversario.

¡Y que sean muchos más!

domingo, 11 de enero de 2009

RELEVOS EN LAS TINTAS: 1993-1996

A nadie sorprende si decimos que Ibáñez, salvo alguna ocasión puntual, no ha vuelto a entintar sus páginas desde mediados de los sesenta. De hecho, el método seguido en casa Bruguera y después en Ediciones B, en épocas de máxima producción, fue el de que Ibáñez esbozara el lápiz con mayor o menor acabado para que otros colaboradores lo retocaran y pasaran a tinta. En esta ocasión, vamos a hablar de un periodo muy concreto de las tintas mortadelianas: el que va desde finales de 1993 hasta principios de 1996.

Si observan las historietas de este periodo, verán que nuestros personajes pierden parte de la estilización (tal vez excesiva) de la época anterior. Esto no solo se manifiesta en sus proporciones, sino también en detalles como el lacito de Mortadelo, que pierde en número de arrugas y gana grosor o las arrugas de la camisa de Filemón, también menos que, por ejemplo, en la época 1991-1993. Aunque esta reducción de la excesiva estilización anterior resulta positiva, ya Miguel Fernández Soto ha comentado en El mundo de Mortadelo y Filemón que el entintado de este periodo hace que desluzca el resultado final del dibujo. De hecho, es innegable que historietas como Pesadillaaa! (1994) o Timazo al canto (1994) presentan no pocas páginas entintadas a la carrera, con poco cuidado del resultado final. Véase la tira adjunta de Timazo al canto.
Pero los cambios no se limitan a la estilización de los personajes. Así, por ejemplo, vemos que en la mayoría de las ocasiones se pierde el puntito blanco (la pupila) de los ojos de nuestros personajes, que se resuelven en muchas ocasiones con un solo círculo completamente negro. Desgraciadamente, este detalle hace que durante esta época nuestros personajes resulten menos expresivos.

Otro factor curioso de este periodo es el gusto por las texturas por parte del anónimo entintador de Ibáñez. Así, telas, tapices y superficies varias se realizan con mayor detalle que en épocas anteriores. Tal vez el ejemplo más claro lo tengamos en las arruguitas que en numerosas ocasiones asoman entre el cierre de la levita de Mortadelo. Aportamos un ejemplo de La ruta del yerbajo (1993) y de ¡Silencio, se rueda! (1995).













Sin embargo, el gusto por las texturas y las superficies no se limita a este aspecto. Las cortinas aparecen en este periodo dotadas de cierto pelaje que nos hace pensar en una tela cálida y rugosa. Algo similar ocurre con los cuadros de fondo, que nuestro anónimo entintador gusta decorar con figuras geométricas abstractas que, de vez en cuando, pueden ser coloreadas por la editorial con colores diversos. A modo de ejemplo, véanse estos detalles de Corrupción a mogollón (1994), 20.000 leguas de viaje sibilino (1994), El disfraz, cosa falaz (1995) y El ángel de la guarda(1995) .














Este aprecio por reflejar hasta la línea más nimia se aprecia también en La ruta del yerbajo (1993), donde vemos las venas de una enérgica Ofelia que pretende estrangular al Súper:


Aunque sea precisamente La ruta del yerbajo la primera aventura completa de Mortadelo y Filemón que presente este entintado de forma completa, hemos descubierto que el relevo en las tintas se produce en la última página de Dinosaurios (1993).

Véase la diferencia (lacito de Mortadelo y arrugas de la camisa de Filemón) entre nuestros personajes en la página 43





…y en la 44...




Afortunadamente, a partir de 1996, la desaparición de la presión de la revista semanal y la premura que conlleva en las entregas, permitió una mayor dedicación tanto al dibujo como al entintado, iniciándose así una etapa de elevación del nivel gráfico de la serie a partir del álbum Atlanta 96 (1996), sin perder del todo las características propias del periodo aquí comentado.

domingo, 4 de enero de 2009

DEPORTISTAS Y REYES MAGOS



No, no se confundan por el título de esta entrada. No estamos hablando de los futbolistas que estos días hacen el paripé disfrazándose de Rey Mago para los niños y embolsándose, de paso, cantidad de euros de esos, no.


Presentamos hoy una página temática en la que Ibáñez da muestras de su ingenio uniendo dos temas comunes: el de los regalos de Reyes con el del deporte. Una unión nada extraña en su producción que lo consagra como uno de los dibujantes más originales de la editorial Bruguera ya desde sus inicios.


De todas las magníficas viñetas de esta página temática, hemos querido destacar tres. Dos de ellas, políticamente incorrectas en la España del siglo XXI.


En la primera vemos que se insiste una vez más en el personaje de color (otrora negro) con el topicazo de la antropofagia a cuestas.



Lo más destacable no es que esto se hiciera en la España de los sesenta, sino que Ibáñez reincide con este tipo de chistes incluso en álbumes relativamente recientes como Las embajadas chifladas (1991), Corrupción a mogollón (1994) o La banda de los guiris (1997).

Lo políticamente incorrecto del siguiente chiste también es doble. Pues, además de presentar la imagen tópica de la mujer charlatana sin remedio, se alude a la posibilidad de matarla, algo que hoy no aparecería publicado ni de casualidad. Con respecto a su pervivencia en Ibáñez, baste como ejemplo el continuo trato humillante de nuestros agentes a Ofelia.




El último chiste, más inofensivo, insiste en la aversión que nuestro dibujante siempre manifestó por The Beatles. Aversión que se puede ver en alguna historieta corta de Don Pedrito, o en álbumes como Los monstruos (1973). Recientemente, el Blog de Mortadelón ha hecho referencia a otra página temática en la que se menciona al popular grupo de Liverpool, también de manera despectiva. A destacar la malévola sonrisa del deportista de este chiste.



Sin nada más por nuestra parte, solo nos queda desearles que sus Majestades de Oriente se porten bien con el personal y que cumplan todos sus deseos.


¡Felices Reyes!