sábado, 31 de diciembre de 2011

NOCHEVIEJA 2011...CON ROMPETECHOS


Que sí, amigos, que hasta lo dice Rompetechos en la viñeta de aquí al lado. 

¡Que ya estamos en Nochevieja!... Y es que parece mentira. Otro año que se nos va...¡Pero seamos optimistas! Uno nuevo llega en el que esperamos seguir riendo, carcajeando y regocijándonos con los personajes de Ibáñez

Esperamos que 2012 les trate bien, amables lectores, y que su cena de Nochevieja transcurra con mejores resultados que la de Rompetechos.







Algunos de nuestros lectores se preguntarán cómo es que en el texto de la historieta de Rompetechos se felicita el año 1981, cuando el dibujo corresponde claramente a los años sesenta.

Se trata de una práctica habitual en la antigua Bruguera, consistente en reciclar historietas antiguas para rellenar los cada vez más frecuentes "Extras" de las numerosas revistas de la casa. Para ello, cambiaban el texto, actualizando el año de la felicitación.

A todos ustedes, amigos, les deseamos un ¡FELIZ 2012!

domingo, 25 de diciembre de 2011

LAS SARCÁSTICAS NAVIDADES DE CASANYES

Después de cinco Navidades juntos,y con aires renovados, por una vez no vamos a ofrecerles una viñeta de Ibáñez para estas fechas.

 En esta ocasión le toca a Ramón María Casanyes, de quien comentaremos una de sus historietas más conocidas. Se trata de la historia corta "La invitación", que parte de una premisa ya de por sí interesante que nos demuestra las notables capacidades de Casanyes como guionista (él siempre trabajó con guiones propios).

El planteamiento es el siguiente: Ibáñez ha invitado a Mortadelo, Filemón y al Súper a pasar la Nochebuena en su casa, pero la velada se ve interrumpida por la presencia de Julio Fernández, de Editorial Bruguera, quien no para de exigirle páginas y más páginas al pobre Ibáñez.

La premisa, además de original, es cuando menos, irónica. No deja de haber cierto sarcasmo en el hecho de que sea uno de los autores apócrifos de Mortadelo el que "denuncie" el exceso de trabajo de Ibáñez. Casanyes ha señalado en alguna ocasión que nunca realizó historietas con doble sentido ni con rechifla contra nadie, pero no me dirán que no resulta, al menos, curioso.


                               

Por otra parte, sabiendo que el propio Casanyes se veía sometido a un acoso similar al de Ibáñez a la hora de entregar más y más páginas, tal vez esta fuera la única manera de protestar por su situación, haciéndolo a través de la figura "oficial" de Ibáñez, de manera que él podía seguir en el anonimato que aconsejaba la editorial.

El desarrollo de la historietas es más que notable, con un Ibáñez que se lleva todo el protagonismo, con gags que podrían ser apropiados para el mismo Rompetechos. La figura de Ibáñez se glosa con las alusiones a su vista deteriorada y a unos extraños ataques que le dan, fruto del exceso de trabajo.  Destaca también la aparición del entrañable Julio Fernández, quien realiza un auténtico acoso y derribo al dibujante. No podemos dejar pasar por alto tampoco la nevera de Ibáñez, que Casanyes muestra (debido a la confusión con la caja fuerte) repleta de sacos de dinero... ¿Una alusión a los altos ingresos del padre de Mortadelo?

La última viñeta resulta antológica, con un sicario de Bruguera apuntando a Ibáñez, quien se lamenta en su tablero de trabajo por la esclavitud de su oficio, mientras que Fernández, Mortadelo, Filemón y el Súper, cenan opíparamente. 
A pesar de que Casanyes ha presentado a Ibáñez como una víctima más del insaciable sistema de producción de Brugura, la historieta no deja de tener cierta retranca y pataleta por parte de su autor, quien la resuelve con su gracia habitual.


                                                  


Les dejamos con el brindis de los protagonistas y aprovechamos para desearles, desde Corra, jefe, corra,una Feliz Navidad a todos nuestros lectores y amigos.

¡Felices Pascuas, Lectores!




domingo, 18 de diciembre de 2011

LA FAMILIA REPOLLINO...Y EL HOLGAZÁN DE PEPÓN

Como bien sabe el amable lector de estas líneas, el mundo del arte es una concatenación de influencias mutuas que, unidas al trabajo personal de cada autor, configuran el "estilo" del artista. En este blog, de hecho, hemos señalado en más de una ocasión las influencias de otros autores, como Franquin y Vázquez, en la obra de Francisco Ibáñez, un fenómeno natural consustancial, como decimos, a la creación artística.

Del mismo modo que es consustancial a ella que el discípulo se convierta en muchos casos en maestro y que su obra, inspirada en manos ajenas, sea, a su vez, espejo donde se miren otros creadores. Un ejemplo paradigmático de ello lo tenemos en la serie de Ibáñez La familia Repollino, creada en 1957 para La Risa (antes de Bruguera).

En esta serie, el futuro padre de Mortadelo bebe del esquema desarrollado por Vázquez en La familia Cebolleta,  (El DDT,  año 1951), reproduciendo de manera casi mimética los personajes de esta serie. El más característico, precisamente por su condición de emblema, será obviado en la réplica de Ibáñez. Nos referimos al famoso abuelo Cebolleta, rapsoda de miles de batallas que probablemente nunca ocurrieron. 


En la familia de Ibáñez, aparece, en su lugar, un cuñado. El cuñado del protagonista, hermano de su esposa, un tiparraco ocioso que tiene como única meta vital permanecer tumbado y evitar, a toda costa, el trabajo. Constantemente desempleado, es mantenido por la familia Repollino gracias a la caridad de su hermana, generando conflictos de forma recurrente con el patriarca de la familia.¿Les suena?


Efectivamente, este esquema será el que definirá otra de las series más populares de Bruguera. Se trata de Los señores de Alcorcón y el holgazán de Pepón, (Ven y Ven, 1959), creada dos años después por Roberto Segura. En la serie de Ibáñez ya encontramos algunos de los rasgos que definirán la de su compañero, como son las escenas iniciales en las que el padre de familia critica al vago sin oficio ni beneficio por pasarse el día sentado o tumbado,  los chascos que el protagonista se lleva al ser superado en suerte por su cuñado, la constante protección de la madre de familia hacia su hermano, la condición de trápala del parásito, siempre dispuesto a poner en solfa la figura del pater familias.

No tenemos pruebas fehacientes de que Segura se inspirara en esta serie de Ibáñez, pero la proximidad en el tiempo entre ambas, así como los numerosos rasgos comunes que las unen, nos parecen indicar que los señores de Alcorcón y el holgazán de Pepón dormitaban ya en estas páginas de Ibáñez, esperando la figura de Roberto Segura para ser desarrollados con plenitud, hasta el punto de convertirse en una de sus series m´s recordadas.

No pretendemos aquí cuestionar la creatividad de Segura, sino simplemente mostrar cómo Ibáñez ha sido un eslabón más en una cadena de influencias que es, como dijimos al principio, consustancial al mismo arte.

domingo, 11 de diciembre de 2011

CHERNOBIL...¡QUÉ CUCHITRIL! (2010)

Chernobil…¡Qué cuchitril! es el políticamente incorrecto título que Ibáñez dedica al veinticinco aniversario del desastre del reactor nuclear de Chernobil. Título que levantó ampollas en algunos foros, por considerar que el tema era lo suficientemente escabroso como para permitirse hacer bromas sobre él. Sin embargo, la escasa relación con la conocida hecatombe nuclear, así como la misión pacificadora que llevan a cabo Mortadelo y Filemón tiene resultado un álbum simpático ligeramente por encima de la media de los de la época. 

La historia se inicia con una primera viñeta en la que un chiste sirve de telón de fondo del título del álbum. Destaca la firma “transmutada” del autor. Se puede decir que la exposición del caso ocupa las ocho primeras páginas. La acción se inicia en las inmediaciones de la Pensión El Calvario, a la que acude Mensajérez quien, en plena era del móvil, sigue mandando mensajes atados a un ladrillo. Destaca en este apartado la aparición de Bestiájez, que no sabemos si es una referencia al mítico agente que conoció su esplendor allá por los setenta o si se trata de un nombre genérico. Sea como fuere, su diseño se aproxima más al Bestiájez de la serie de dibujos animados de BRB Internacional y parece claro que se trata de otro agente que vive en la Pensión El Calvario, pues se sobreentiende que Mensajérez también lo conoce. Cabe destacar un fallo del colorista con respecto a Mensajérez. Se aprecian fallos de este tipo en la página 6 y en la 11, referidos a otros personajes.

Por otra parte, la exposición de la misión por parte del Súper va precedida de algunos gags ya clásicos, como el referido a las penurias de la pensión donde habitan los agentes (el más logrado, por cierto), el rifirrafe previo con Ofelia, la huida despavorida de nuestros héroes, la manifestación de su ignorancia respecto al tema propuesto, etc. Finalmente, el Súper expone la misión, explicando que se sospecha que el reactor de Chernobil, a pesar de estar tapado, desprende algún tipo de gas que induce a actitudes violentas a cuantos lo aspiran. Para muestra, un borrego, que machaca a Filemón, consiguiendo un efecto cómico que se basa en el contraste entre su apariencia pacífica y su actitud agresiva. Hay que subrayar la ironía con la que Filemón remarca en la página 8 que se han olvidado de él tras ser vapuleado por el corderillo

                Las seis páginas siguientes se centran en el desplazamiento hacia Chernobil, con algún chiste forzado (como el imposible enésimo juego de palabras con el término “jet”) o la escapada de los protagonistas. Resulta jocoso ver al piloto pluriempleado, así como los gags de un Mortadelo más Rompetechos que nunca cuando tiene que hacerse cargo del avión. Los paracaídas de papel serán el remate perfecto de este accidentado viaje. Las cinco páginas que siguen sirven para mostrar los efectos agresivos que el gas desencadena en seres aparentemente apacibles como una anciana, un niño, una vaca o una paloma. Posteriormente, la astucia de los agentes los llevará a acceder al reactor, custodiado por un tipo fuertote. Sin embargo, Mortadelo abrirá un boquete en la capa de hormigón, provocando que ellos mismos sean víctimas del gas, lo que los llevará a fastidiarse el uno al otro con furia visigoda, dando lugar a escenas curiosas como aquella en la que descubrimos la vena religiosa de Filemón, que se arrodilla ante quien toma por el Espíritu Santo o el lado más bucólico de Mortadelo, embriagado por el perfume de una florecilla. No hace falta decir que se trata de dos tretas para jorobarse mutuamente. Destaca en este tramo el logrado disfraz de demonio de Mortadelo.
                                        


                Este enfrentamiento atroz da pie a una de las escenas más logradas del álbum, que constituye uno de sus puntos fuertes. Hablamos del momento en que Mortadelo y Filemón caen a una charca- cuyas aguas contienen milagrosamente el antídoto a tanta mala uva- y se arrepienten de sus actos, reconciliándose. Esto da pie a una emotiva escena en la que nuestros hombres se abrazan y se dedican cumplidos mutuamente. Como es habitual en Ibáñez, este momento viene seguido de un par de hurtos recíprocos que truncan la emotividad, trayéndonos de nuevo al territorio del humor. Filemón será el más entusiasta, llegando incluso a decir que tras hacer las paces ambos vuelven a tener “una amistad, una lealtad, una confraternidad a prueba de bomba”.  Será Mortadelo quien ironice ante las palabras de su jefe, diciéndole que tampoco exagere y recordando que antes de aspirar el gas ya andaban con ganas de destrozarse uno al otro, algo de lo que sus lectores podemos dar fe. En todo caso, y aun teniendo en cuenta la desmitificación irónica, se puede decir que estamos ante uno de los momentos más emotivos de toda la serie (sin que ello quiera decir demasiado, tampoco).

                A partir de este momento, entra en acción la pareja de villanos, otro de los aciertos del álbum. Se trata de Putinofsky y su jefe. Hay algún fallo con el nombre del subalterno, quien alterna su denominación más usual, ya citada con variantes como “Putiofsky” (p. 24) y "Putinonofsky" (p. 27). En líneas generales, se puede decir que estamos ante una pareja de villanos que bien podría haber sido protagonista de sus propias aventuras ibañezcas, a modo de los malos del álbum ¡Desastre! (1996). Su aparición supone un continuo intento de acabar con los agentes quienes, ignorando el peligro que corren, consiguen poner a Putinofsky fuera de juego.  Su jefe tampoco correrá mejor suerte y su enfrentamiento con los protagonistas lo llevará a acabar en las fauces de un cocodrilo que, como siempre, será portador de jocosos globos de pensamiento. Esto da pie a unas páginas frescas, llenas de persecuciones, en las que incluso Mortadelo ironiza acerca de las carreritas que están dando por el campo.

                                         


                Las siguientes ocho páginas muestran cómo Mortadelo y Filemón son ya apresados por los malhechores, quienes los obligan a trabajar para ellos.  Nuestros hombres tratarán de aprovechar los despistes de sus enemigos para ponerlos fuera de juego pero, como siempre que se imponen una tarea, salen perjudicados ellos mismos, lo que provoca alguna que otra pelea interna que nos hace imaginar lo grandes que serían Mortadelo y Filemón si emplearan su ira contra los malos y no entre ellos. Destacan en este segmento los achaques de Mortadelo, que nos remiten a ¡Y van 50 tacos! (2007) y el gag surrealista de la “huelga de brazos caídos” cuando descubren las armas que los villanos les obligan a transportar.

                Como suele ocurrir en estos casos, el malo revela su plan, consistente en traficar con armas aprovechando la ola de violencia desencadenada con el reactor para, posteriormente, multiplicar su fortuna vendiendo frasquitos con el antídoto.  Se trata de un plan muy similar al de los villanos de El caso del bacalao (1970)o La prensa cardiovascular (1995), que beben directamente de la influencia de un esquema característico del dibujante Manuel Vázquez, que se puede encontrar, entre otros, en El malvado Vázquez, historieta corta de Anacleto, agente secreto. Sin querer, Mortadelo y Filemón salvan la papeleta activando uno de los misiles transportados, consiguiendo que los malos se estrellen contra los compradores de armas, a través de cuyas palabras se nos narra la acción, mientras un zoom progresivo nos indica que el camión cargado de armas se dirige hacia ellos.

                Las últimas páginas del álbum corresponden a la resolución del caso. Mortadelo idea un producto consistente en mezclar el agua de la charca con algunos productos de su pueblo. Para hacerlo llegar al reactor, usan unos tubos y cuando estos se acaban, deben recurrir a su ingenio para continuar la cadena, dando pie a escenas ingeniosas en las que vemos a nuestros agentes trabajar bien en equipo por una buena causa. Finalmente, logran su objetivo e Ibáñez muestra la ternura que vuelve a reinar en el ambiente, ejemplificada en varias parejas que caminan agarraditas, como un aficionado del Madrid y otro del Barcelona, un judío y un palestino, un perro y un gato, una pareja homosexual… Todo esto resaltado por elocuentes ideogramas que confirman la idea de paz y concordia lograda por los agentes de la TIA.


                Es por ello que vuelven triunfantes al cuartel general, donde Mortadelo deja caer una muestra del gas de la violencia, lo que provoca que tanto él como su jefe acaben peleando como cosacos con el Súper, el Bacterio y la Ofelia (no sabemos por qué estaban precisamente ellos allí), mientras que Zapatero se aproxima tras la esquina para darles una medalla por su labor pacificadora que, por el contraste, resulta cuando menos irónica.

                Desde el punto de vista de los diálogos, encontramos, amén de varias referencias a la consabida crisis, unos bocadillos tal vez demasiado rebuscados, con adjetivos y sustantivos que se agrupan de tres en tres o de cuatro en cuatro, lastrando de alguna manera la lectura: “arrejuntan, lían, mezclan” (viñeta 1, pág. 41), “rabia, tirria y reconcomio” (viñeta 10, pág. 41), “¡El aumento!¡El ascenso!¡El premio!¡La gloria!¡El honor!” (v.6 página 43). Es cierto que estas redundancias son características de Ibáñez, pero en los últimos años se ha ido intensificado su uso hasta el punto de parecer una imitación de lo que fueron en otros tiempos, quitándole agilidad al diálogo. Por otra parte, las expresiones soeces se reducen: se habla solo una vez de “la piru…” (así, con puntos suspensivos) y otra del “culo”. Hay que sumar a esto la falta ortográfica al escribir “congratulations!” en la página 30. 

                A pesar de estos aspectos, se trata de un álbum entretenido, original, que permite ver la cara más amable de nuestros agentes, tanto en la escena de su reconciliación como en la agudeza que muestran para llevar a cabo su misión pacificadora. En resumidas cuentas, se trata de un álbum superior a otros de su misma época, que se deja leer con agrado.

domingo, 4 de diciembre de 2011

OTRA SITUACIÓN FRANCOBELGA

Esta semana, estimados lectores, les presento otra de las "inspiraciones franquinianas" en la obra de Ibáñez, tal vez no de las más conocidas.

De hecho, la descubrí fortuitamente, leyendo la aventura de Spirou El prisionero de los 7 budas (1958). En una de sus escenas, dos de los villanos abren violentamente una puerta tras la cual no hay sino una tabla sostenida por un palo. Debajo, el vacío. Para evitar caer, ambos personajes deben hacer equilibrios sobre la tabla.



Nada más ver la escena, se me disparó la alarma: "¿dónde la había visto antes?" La respuesta se hallaba en la aventura a doble página de Mortadelo y Filemón publicada en el número 1752 de Pulgarcito, en 1964, en la que los héroes de Ibáñez se ven envueltos en una situación similar.




De hecho, Ibáñez se esmeró especialmente en las primeras aventuras a doble página de la revista, en la que pasó a ocupar el espacio central. Esta segunda historieta presenta un tinte épico que supone un maravilloso ejercicio de síntesis narrativa, a lo que hay que sumarle un dibujo atractivo, com mayor atención a las detalles, perspectivas novedosas y ritmo frenético. 



Para conseguir algunos de estas perspectivas, Ibáñez recurrió, nuevamente, a su admirado André Franquin, aunque hay que señalar que las historietas de ambos transcurren por caminos diferentes, por lo que podemos hablar de una auténtica reelaboración del material ajeno por parte de Ibáñez, sin que esto reste mérito a su trabajo ni a su estilo, claramente difrenciado del de su maestro.

domingo, 27 de noviembre de 2011

DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LA MUJER

El pasado 25 de Noviembre se celebró el Día Internacional contra la violencia hacia la mujer, una justa reivindicación que remite a la lamentable realidad de aquellas mujeres que son o han sido víctima de malos tratos.

La fecha me hizo reflexionar acerca del tratamiento que se le da al tema en los cómics de Mortadelo y Filemón. Para concretarlo, me centré en el personaje de Ofelia. Como puede observar cualquier lector habitual, la secretaria del Súper recibe tantos golpes como el resto de sus compañeros de viñeta,  siendo en muchas ocasiones víctima de las conocidas venganzas de Mortadelo y Filemón (venganzas que tienen también como objeto al Súper, al Bacterio o a cualquiera que tenga la desventura de pronunciar la palabras clave que desata las iras de nuestros agentes).

Además de los golpes, Ofelia tampoco se libra de las burlas de sus compañeros de trabajo, quienes a menudo hacen befa de sus pretensiones amorosas o de su físico, al estar la señorita algo "entradita en carnes". Esto nos recuerda al eslogan que, en estos días, hemos oído con frecuencia: "Si te humilla, te está maltratando".

Ofelia, como hemos dicho, no está exenta de este maltrato físico o verbal, lo que lleva a plantearnos si los cómics de Mortadelo y Filemón tienen un tinte machista. Probablemente sí, puesto que son producto de una época y a día de hoy son guionizados por un señor de casi ochenta años educado en unos parámetros culturales totalmente opuestos a los actuales. 

Sin embargo, es tal la atmósfera de hilaridad que consigue crear nuestro autor que difícilmente se puede pensar que alguien se ofenda con las bromas relacionadas con Ofelia. Por si fuera poco, nuestro personaje es una mujer de armas tomar que sabe defenderse sola en un mundo de hombres, siendo contundente en sus reacciones, alejadas de los tópicos de la "dulce debilidad femenina".

Por otra parte, Ibáñez hace gala de un gran sentido democrático al repartir bien los golpes entre todos sus personajes. Así pues, si Mortadelo, Filemón, el Súper o el Bacterio reciben, ¿por qué no va a hacerlo Ofelia?
Puede que muchos aboguen por que este personaje femenino se libre de los trompazos aludiendo a la llamada "discriminación positiva", un concepto que no es sino una sustitución políticamente correcta de lo que se conoce como "privilegios".  

Yo me planteo lo siguiente: ¿acaso no está Ofelia, a través de sus golpes y batacazos, plenamente integrada con el resto de personajes ibañezcos? ¿No sería discriminatorio distinguir a la secretaria del Súper solo por ser mujer? ¿No esconde dicha actitud, muy en boga hoy en día, un paternalismo condescendiente que tiene mucho, sí, de machista?

                                                             

Por fortuna, todavía quedan reductos en los medios de comunicación de masas (como es el cómic) para lo políticamente incorrecto, para una cierta anarquía saludable que nos permite distinguir las buenas intenciones y las justas reivindicaciones de la mojigatería progresista. 

Para, sin dobles lecturas, pasar un buen rato viendo las desventuras de personajes esperpénticos, en un mundo ficticio, tan violento como inocuo en el que todos son tratados por igual: ricos y pobres, blancos y negros, hombres y mujeres.



domingo, 20 de noviembre de 2011

ELECCIONES GENERALES

Nuevamente la actualidad manda, queridos lectores. Hoy se celebran las elecciones generales que enfrentarán a Rubalcaba con Rajoy.
Ibáñez, previsor, ya ha incluido en Jubilación...¡ a los 90! (2011) la figura de Rubalcaba, por lo que pudiera pasar.
Nosotros, a falta de conocer los resultados, nos limitamos a presentarles las caricaturas de ambos candidatos...y mañana ya se verá.

                                                                           



                                                                             

El hecho de que Rubalcaba aparezca bastante perjudicado y Rajoy con ropas de gala tampo se debe interpretar como una premonición de nada...Es Ibáñez quien los dibujó así.

Lo que sí está claro es que, seguramente, en el próximo álbum del autor tendremos ya un nuevo presidente compartiendo viñeta con Mortadelo y Filemón.

domingo, 13 de noviembre de 2011

ZAPATERO, EL PRESIDENTE QUE PASÓ DE PUNTILLAS POR MORTADELO

A una semana de las elecciones generales, no sabemos quién será el candidato ganador, lo que sí tenemos claro es que no se tratará de José Luis Rodríguez Zapatero, quien concluye ahora su mandato de casi ocho años. Ocho años en los que ha pasado de puntillas por las aventuras de Mortadelo y Filemón, algo que llama la atención,sobre todo si lo comparamos con sus predecesores más inmediatos.


Así, en el caso de Felipe González, fue un personaje recurrente en aventuras como Corrupción a mogollón (1994) o El pinchazo telefónico (1994), entre otras. Además de ser co-protagonista junto a la pareja de agentes en álbumes enteros, como El Quinto Centenario (1992), transmutado en la figura de Cristóbal Colón. El caso más llamativo es el de Aznar, que apareció en la serie siendo líder de la Oposición (Barcelona 92, 1991), participó activamente en las aventuras de Mortadelo durante su mandato (El ordenador...¡Qué horror!, 2001) y, lo que es más llamativo, siguió apareciendo en las historietas de Ibáñez una vez que se alejó del Gobierno, casi siempre desempeñando roles poco halagadores.

Tanto en el caso de González como de Aznar, Ibáñez no se limitó a retratarlos como personajes de fondo, sino que hizo crítica de los defectos de cada uno de sus gobiernos: la corrupción y el enchufismo vinculados a González, el triunfalismo y la participación en la guerra de Irak por parte de Aznar...Sin embargo, Zapatero solo ha aparecido como un personaje de fondo, puntual, siendo también inocuas las referencias a su Gobierno.

Así, en álbumes como Mortadelo de la Mancha (2004), Ibáñez, en su afán de ridiculizar al poder, no recurre a Zapatero, sino a Aznar y su troupe, que ya fungía como partido de la Oposición, en la recordada escena de los globos. En Prohibido fumar (2004) se critica la exageración de la ley anti-tabaco, políticamente correcta, pero se descarga de culpas al presidente, cebándose Ibáñez con un ministro ficiticio, que es el villano de la historia. Por su parte, en Mundial 2006,(2006) el autor carga las tintas con Aznar y con Fraga y aunque Zapatero aparece luchando por salir primero en la foto y acaba chamuscado; no le ocurre nada diferente a lo que le pasa al resto de líderes mundiales.


Uno de los casos más llamativos es El carné...al punto (2005), en el que el malo no es un miembro del Gobierno, sino el ex-presidente Aznar, propuesto traicioneramente por Rajoy, líder de la Oposición. Zapatero simplemente firma el injusto nombramiento sin darse cuenta, con lo que queda descargado nuevamente de culpa. Sí hay en este álbum un cierto reflejo del Gobierno de Zapatero en sus inicios, intentando congraciarse con los mandamases de las grandes potencias, que lo tratan despectivamente, lo cual puede ser una alusión a las desavenencias habidas entre Bush y Zapatero tras la salida de las tropas españolas de Irak.

En Bajo el Bramido del Trueno (2006) hay un breve cameo de Zapatero, siendo mordido por un perro (un mal menor dentro del universo de Ibáñez). Más interesante es el fallo del rotulista, que atribuye al can el texto del presidente y a él los gruñidos del perro. Se supone que esto fue un error. En Eurobasket 2007 Ibáñez se vuelve a ensañar con la Oposición, capitaneada nuevamente por Aznar (que ya estaba parcialmente retirado de tales menesteres), repitiendo de forma casi idéntica el gag de los globos de Mortadelo de la Mancha.

En ¡Y van 50 tacos! (2007) Zapatero vuelve a desempeñar un papel neutral mientras Filemón se orina sobre el presidente Bush. La imagen más negativa la lleva Rajoy, quien se dedica a apuntar el chusco incidente para después recriminar a Zapatero, dando así una imagen de Oposición agresiva. De nuevo, en El 2 de mayo (2008), Zapatero se va de rositas siendo Aznar y Rajoy los que desempeñen el desagradable rol de líderes del pueblo francés. 



En Pekín 2008  (2008) Zapatero aparece como personaje de fondo, dándose codazos con Rajoy. Un rol más activo desempeña en En la luna,(2008) donde persigue activamente a Mortadelo y Filemón, junto con Obama, en la viñeta final. En Por Isis...¡llegó la crisis!  (2009) aparece una ligera crítica, en la que se presenta el contraste entre el alarmismo de Rajoy ante la crisis económica y la forma en que Zapatero le quita hierro, tal vez como reminiscencia de su catalogación de dicha crisis como una  "ligera recesión" .Nuevamente, en Nuestro antepasado, el mico (2009) Zapatero no es mencionado, pero sí, en términos muy negativos, José María Aznar, al igual que en Mundial 2010 (2010), en el que entre los "villanos" se encuentran Fraga, Aznar y el mismo Rajoy.

En Marrullería en la alcaldía (2010) es una de las autoridades que se indignan ante la ineptitud de Mortadelo. En Chernobil...¡Qué cuchitril! (2010) Zapatero aparece retratado con generosidad, dispuesto a otorgar a Mortadelo y Filemón una medalla por su excelente labor en esta misión, poco antes de llevarse un gran chasco. En ¡A reciclar se ha dicho! (2010) aparece al principio del álbum en la pantalla de un televisor, junto con Rajoy, y al final acaba siendo vícitima de un atentado involuntario de Mortadelo y Filemón. En el reciente Jubilación a los 90  (2011) encontramos otra aparición anecdótica de Zapatero, peleando contra los sindicatos, pero será el nuevo candidato socialista, Rubalcaba, quien asuma el protagonismo al final del álbum, reflejo del progresivo retiro que ha ido haciendo Zapatero de la vida pública últimamente.La aparición de Rubalcaba es algo que, gráficamente, no agrada demasiado al autor, quien en una conversación personal me comentó que echaba de menos a los líderes de antaño, más gorditos, como el alemán Khol, que ocupaban más de media viñeta.

Como se puede observar, la aparición de Zapatero en los álbums de Mortadelo y Filemón ha sido meramente anecdótica, inofensiva, sin apenas crítica a su gestión. Quizá se deba esto a una especial simpatía del autor por el todavía actual presidente, sucesor de Aznar, de quien siempre tuvo una visión menos cordial. No sabemos si la de Jubilación a los 90 será la última aparición de Zapatero en los cómics de Mortadelo, aunque conociendo a Ibáñez, no nos extrañará si lo vemos en futuros álbumes en la cola del paro, en un chiste típico del autor.

domingo, 6 de noviembre de 2011

¿MENSAJE SUBLIMINAL DE CASANYES?

Miren, señores, qué bien se lo pasa Filemón leyendo a Pepe Gotera y Otilio en esta historieta de Casanyes. 

                                              

Sin embargo, y aun a riesgo de parecer maliciosos, queremos que se fijen en el comentario que, a continuación, hace el personaje sobre Ibáñez:


                                                                       

Filemón resalta la popularidad de Ibáñez, es decir, el hecho de que sea conocido, por lo que deduce que ha de tener bastante dinero ahorrado.
Sin embargo, en la siguiente viñeta, el personaje se lamenta de su anonimato y de sus paupérrimas condiciones de vida.
                                                           

Es cierto que Casanyes ha dicho que nunca utilizó sus historietas para lanzar ninguna indirecta, pero no deja de ser curioso que un "negro" de Ediciones B, uno de los más personales, por cierto, que escribía sus propios guiones, dedicara una historia a que Filemón se lamentara por su anonimato, mientras que Ibáñez era tan conocido y, por si fuera poco, millonario.

Quizás Casanyes no lo hiciera a propósito, quizás sea fruto del subconsciente ese, pero  no me dirán que no es interesante ver cómo un personaje dibujado por un autor "apócrifo" se lamenta de su anonimato...¡precisamente en comparación con Ibáñez!

Ya que cada uno saque sus propias conclusiones.

Por cierto, y a modo de reto, ¿alguien recuerda de qué historieta ha sacado Casanyes tanto la actitud como la postura de Filemón en la última viñeta que presentamos?

Ahí se los dejo.

domingo, 30 de octubre de 2011

LOS MONSTRUOS (1973)

Los Monstruos es una historieta de 1973 que se publicó entre los números 112 y 122 de la revista Mortadelo. Supone un encuentro de los agentes de la TIA con los mitos del cine y la literatura de terror, a los que Ibáñez retrata de una forma tópica, esto es, atendiendo a los tópicos a los que cada uno aparece asociado. Destaca la impecable resolución gráfica en el diseño de cada uno de estos seres de leyenda, que revelan las cualidades de Ibáñez como dibujante.

El argumento es el siguiente: Bacterio inventa una máquina para que los personajes literarios cobren vida. Sin embargo, por error alguien ha colocado las tapas de Blancanieves y los siete enanitos sobre un volumen de terror, desatando una oleada de espantajos que van por la ciudad aterrorizando a cuantos se cruzan y delinquiendo a tutiplén. En realidad, todo se trata de un plan urdido por una banda de ladrones que, conscientes del invento del Bacterio, aprovechan la coyuntura para, disfrazados de monstruos, cometer crímenes diversos. Miguel Fernández Soto en El mundo de Mortadelo y Filemón señala las semejanzas entre este álbum y Safari callejero (1970), sustituyendo los animales por monstruos. Sin embargo, nosotros lo encontramos más emparentados con Contra el gang del Chicharrón (1969), por el esquema de los delincuentes que van capturando uno a uno hasta acabar con el líder de la banda, en el último de los 11 capítulos de 4 páginas cada uno.

El dibujo del álbum se puede considerar, dentro de su estandarización, superior a otros de la época. Probablemente entintado por Martínez Osete, las proporciones aparecen más cuidadas y la caricatura de cada monstruo está especialmente lograda. Destaca la primera viñeta, con el título, quizá entintada por el propio Ibáñez, con un espectacular monstruo de Frankestein y una original disposición de las letras.

Un gar relacionado con el famoso zapatófono de Mortadelo dará paso a una entrada secreta a través del trombón de un músico ambulante, con concesiones al absurdo propias del maestro de Ibáñez, Manuel Vázquez. También hay sombras de Vázquez en el momento en el que Mortadelo manifiesta su cualidad de personajes de ficción al decirle al jefe que los lectores se preguntarán cómo han pasado por la entrada secreta. Filemón, en un chiste que tiene sus reminiscencias en el Anacleto de Vázquez, dice que por el precio que cuesta el volumen, tampoco lo tienen que saber todo. Este texto de Filemón se nota retocado, quizá porque sufrió algún cambio relativo al precio del volumen.

A trancas y barrancas, el Súper consigue explicar la misión, a pesar de las intromisiones de Mortadelo (destaca por su gracia la relativa a la foto del Súper) y este primer episodio termina con una confusión en la que nuestros agentes confunden con un monstruo…al mismísimo director general, esta vez con un diseño atípico, requerido por las exigencias del guion.

En el segundo episodio, los agentes se enfrentan al monstruo de Frankestein, de quien en un primer momento no se muestra la cara, creando así la expectación del lector. Es indispensable destacar el acertado diseño del monstruo, así como la lograda narración de su secuencia de presentación, que sería copiada años después en Los que volvieron de allá (1987). Otro de los aciertos de Ibáñez radica en las expresiones de terror que dibuja en las personas con las que se van encontrando los monstruos, como el taxista de este episodio. No falta tampoco el primero de los tres cameos que Rompetechos hará en este álbum. En realidad, como se puede comprobar en este episodio, cada capítulo de esta historia presenta un doble prólogo. Por una parte, las andanzas del monstruo por la ciudad y por otra, el relacionado con el zapatófono de Mortadelo. De ahí que en la mayoría de las ocasiones la acción no comience hasta la página tres. Incluso se observa que Filemón aparece casi siempre al final de la segunda página. No ocurre así en este tramo, en el que vemos cómo Filemón desarrolla una misión paralela, arrebatándole un explosivo al “Bomba”.

Dentro del episodio, sobresale la comicidad de ver al monstruo de Frankestein en escenas cotidianas, como tomar un taxi, ir a un restaurante e incluso entrar en una cabina a hablar por teléfono, lo cual será aprovechado por Mortadelo y Filemón para capturarle. En la última viñeta de cada tramo vemos que Ibáñez utiliza un recurso que no empleará en otros álbumes: aludir al episodio de la semana siguiente, mencionando en esta ocasión el monstruo seleccionado para atacar, dejando a los jóvenes lectores de la época con la curiosidad de ver lo que sucederá.

El tercer episodio comenzará con una genial secuencia, muy bien planificada, en la que vemos al conde Drácula despertar de su tumba, escena que será fuente de inspiración para Los que volvieron de allá, años después. La desmitificación de los monstruos de ficción que realiza Ibáñez alcanza uno de los puntos culminantes con esta presentación de Drácula, quien inspira más lástima que terror a sus víctimas. Existe algo de confusión temporal en esta historia, pues si bien la acción de Drácula transcurre de noche, como se indica al principio del capítulo y también posteriormente cuando los agentes de la TIA van a por él, el incidente de Mortadelo con el zapatófono parece transcurrir a la luz del día. Sin mucha dificultad, nuestros agentes (que tardan en entrar en materia) capturan al falso vampiro. Destaca, por inusual, el gesto y la postura de ambos en la viñeta 8 de la página 12.

El cuarto episodio comienza con los estragos causados por el hombre lobo y continúa con el gag del zapatófono. En realidad, la historia guarda algunas reminiscencias de El Súper Lobo (Super Pulgarcito, nº 18). Destaca el gag en que Mortadelo confunde a un cantante pop con su jefe convertido en lobo (por lo melenudo) y el ingenioso disfraz de Caperucita Roja con el que, finalmente, consiguen vencer al falso lobo. En el quinto episodio será la momia la encargada de atacar, dando pie a algunos gags brillantes, como aquel en que los agentes invocan a Ra y a Ammon. Destacan algunos disfraces originales, como el de bala, así como la brillantez con la que capturan por casualidad al villano: enrollándose sus vendas con la punta del casco del disfraz de Mortadelo, lo que da lugar a una escena muy dinámica en la que se demuestra la habilidad de Ibáñez para plasmar el movimiento.

El sexto episodio recurre a un mito de cine como es King Kong, quien estará encarnado por dos delincuentes, dado su tamaño. De hecho, es este el primer capítulo en el que se muestra al lector desde el primer momento que el monstruo no es más que un fraude. El tamaño del enemigo de los agentes llevará a Ibáñez a optar por una composición de página más original (véase la parte superior de la plancha número 22). El capítulo cuenta con algún gag absurdo, como el de la sombra de Mortadelo, y sobresale en él la astucia que empieza a mostrar este personaje, ya escarmentado por las experiencias anteriores, capaz de deducir que la piel del monstruo es de fibra sintética, propiciando así su captura a base de “Celtas”.

                                            

En el séptimo episodio, más que con un monstruo, nuestros hombres se enfrentan a un extraterrestre, lo cual nos remite a unos de los álbumes que pronto habrán de llegar a la serie: Los invasores (1974). El diseño del alienígena está claramente basado en los diseños del belga Franquin. Como suele ocurrir en las historietas de Ibáñez, y esto es herencia de Vázquez, este ser se las tendrá que ver con la crudeza del agro español. Tras un breve conflicto con un lugareño, nuestros protagonistas acabarán por capturar al falso marciano, quien dice, con desprecio, que no debió disfrazarse de hippy. Esta alusión despectiva al movimiento hippy es característica de Ibáñez y otros autores de la escuela Bruguera, probablemente reflejo del español medio, que miraba con recelo este movimiento venido del extranjero ese. En este álbum, quizá por su temática monstruosa, se aprovecha para arremeter contra los hippies en varias ocasiones.

En el episodio del fantasma, el octavo, constatamos la habilidad de Ibáñez como dibujante, en especial a la hora de simular los dobleces de la capa del fantasma, realmente conseguidos. La desmitificación de este ser viene dada de sus patéticos encuentros con un borracho, un pobre y funcionario. Será Mortadelo quien, disfrazado de pirata, capture astutamente a este fraude de espectro. El noveno episodio, especialmente divertido, narra la lucha con una bruja, dando pie a escenas absurdas, como verla reponer gasolina para su escoba. A pesar de algún que otro juego de palabras forzado ( “lechuzo” y “hechizo” no se confunden tan fácilmente), el capítulo tiene gags divertidos, como el del enfrentamiento de la suegra y el yerno (la censura ya se había relajado). La astucia de Mortadelo será quien lo lleve, con su chicle, a capturar al villano. El capítulo se cierra con la alusión a la bestia peluda, lo que permite a Ibáñez tirarle un puyazo a Jordi Bayona, redactor de la revista Mortadelo, de cuyo pelo y perillas largos se ha reído Ibáñez en más de una ocasión (también en “Desbarajuste integral, propio de una editorial”). Recordamos a los lectores que Corra, jefe, corra, entrevistó a Bayona en julio de 2010 (http://mortadeloyalgomas.blogspot.com/2010/07/entrevista-jordi-bayona.html).

El penúltimo capítulo tal vez refleje que Ibáñez se empezaba a quedar sin monstruos a los que recurrir, pues la bestia peluda resulta demasiado genérico. El episodio tiene algunos rasgos destacables, como el hecho de que Ibáñez vuelva a arremeter contra los hippies basándose en este personaje. Hay algunos gags simpáticos, como el de los pelos en la sopa o el del peluquero, quizá una de las primeras incursiones en las historietas de Ibáñez de un personaje claramente homosexual, representado de forma arquetípica, lo cual demuestras que la censura estaba algo más relajada en esa época. Por su parte, el gag del zapatófono no afecta en esta ocasión a Mortadelo, sino al ratón que se pone a dormir en él – parece un antecedente del roedor que veremos años después en la serie de BRB Internacional-. Un par de confusiones con una piel de oso y un perro de lanas conducen hasta un final no demasiado original, que reproduce la captura del falso monstruo de manera similar a la que llevaron a cabo con King Kong, esto es, quemando la fibra sintética del disfraz.

El último episodio supone el encuentro con “la cosa”, narrado de manera original. En un principio, la acción se sitúa en el tugurio inmundo desde el cual el “Cerebro” ha ido realizando todas sus llamadas. En ningún momento veremos a la cosa, pues Ibáñez la presentará a través de las reacciones de pavor que tiene todo el mundo al verla, claramente hiperbólicas. En este fragmento descubrimos una faceta inusitada en Mortadelo: la de hombre culto que pasa el rato en una biblioteca (justo antes de que le suene el zapatófono). También se desvela que la TIA tiene un club infantil para menores de 15 años (seguramente, los hijos de los agentes).

Conocemos a otro agente de la TIA, Figurínez, un guaperas que dice que no se asustará de la cosa porque fue amigo de Los Beatles (otra alusión despectiva hacia los “jóvenes melenudos” de la época). Mortadelo consigue derrotar a la cosa gracias a su astucia, enviándole un espejo para que le dé un soponcio ante su propia visión. El personaje rompe el pacto de ficción y, saliendo de una viñeta enrollada, explica al público que, por consideración, prefieren no mostrar el horror de la cosa. Finalmente, el nombre de “El Cerebro” resultará irónico, pues se trata de un individuo bajito y cabezón que, capturado por nuestros agentes, decide revelar los detalles de su plan.

                                           

A pesar de la calidad gráfica del álbum, observamos durante esta explicación viñetas en las que la cara del Súper y Mortadelo están claramente dibujadas por Martínez Osete,no por Ibáñez, concretamente en las viñetas 4 y 5 de la página 44. El hecho de que sean viñetas aisladas en una página íntegramente hecha por Ibáñez nos lleva a pensar a qué se debió esta incursión del ayudante. Proponemos la teoría de que, dada la cantidad de texto que contienen las viñetas, tal vez el bocadillo acabara ocupando más de lo que Ibáñez tuviera previsto en un primer momento, de manera que, para que cupiera todo el texto, hubo que realizar retoques en esas viñetas, redibujando a algunos personajes, lo cual explica también la deficiente composición.

El comentario del villano en que afirma que todo hubiera salido bien de no ser por la intromisión de Mortadelo y Filemón recuerda a los dibujos animados de Hannah-Barbera Scooby Doo, de donde se podría haber tomado también el recurso de que cada monstruo fuera, al final un tipo normal y corriente. Mortadelo pondrá fin a la historieta intentando demostrar que el invento del Bacterio es un fiasco, lo cual termina con la persecución de los protagonistas ante la amenaza de un dragón (magníficamente dibujado) salido de la máquina del Bacterio.

Un magnífico colofón este para un buen álbum en el que el espíritu desmitificador de Ibáñez brilla a altas cotas. Con un dibujo adecuado y un entintado correcto, se trata de una historia atípica en el sentido de que nuestros héroes tardan mucho en entrar en acción en cada episodio, lo que hace que puedan capturar a los monstruos con relativa prontitud. Se trata, por tanto, de una de las misiones más fáciles que han tenido nuestros agentes, pues en casi todos los capítulos el esquema ha sido llegar y besar el santo. Sobresale también la astucia que Mortadelo demuestra durante toda la aventura, siendo él quien lleve la voz cantante frente a su jefe, Filemón. Un álbum notable con el que, sin duda, los lectores de ayer y hoy pasarán un buen rato.



domingo, 23 de octubre de 2011

LAS EXPLICACIONES DE VICENTE: TEORÍA Y PRÁCTICA

"A veces un diálogo que yo lo comprimo y lo meto en una viñeta, pues esos diálogos a veces se subdividen en varias viñetas, con lo cual el personaje empieza a hablar, en la siguiente sigue hablando y está allí en la lejanía con una gaviota en primer término que queda la mar de bonito. En la tercera se ve debajo del mar que hay un besugo y la voz viene desde arriba que dice cosas muy bonitas. Y así todo igual y van ocupando cuadros y cuadros y llegas al final de la página y resulta que una sola conversación entre dos personajes te ocupa toda una página. Eso la gente no lo quiere. La gente quiere que vayan ocurriendo cosas. Yo he de comprimir al máximo, y comprimir al máximo no me permite eso, porque en cada viñeta los personajes tienen que estar haciendo algo distinto, que se tiene que ver. Se tiene que ver".

Francisco Ibáñez, U, el hijo de Urich, nº 8, 1998.

En el fragmento anterior encontramos unas declaraciones de Francisco Ibáñez en las que se ve su apuesta clara por el dinamismo y la variedad dentro de su historieta. Como ven, Ibáñez ironiza sobre los alardes de dibujo de otros autores, que gastan, para una simple conversación viñetas y viñetas buscando el ángulo, el escorzo, la perspectiva del personaje...para acabar ocupando una página entera en una sola conversación.



En los cómics de Ibáñez no ocurre esto. Al contrario, las acciones se suceden de forma atropellada y el ritmo siempre es acelerado, a causa del movimiento continuo de sus personajes, siempre envueltos en situaciones en las que el humor físico es el plato fuerte.

¿Qué hacer, entonces, cuando no hay más remedio que incluir una explicación? Es cierto que las historietas de Ibáñez no tienen un argumento muy complejo, pero hay momentos en los que, necesariamente, hay que exponer una serie de ideas básicas para el desarrollo de la trama.



Estos diálogos provienen en su mayor parte del Súper, por ser él quien expone las misiones a sus agentes. Aun así, hay que destacara la capacidad que tiene Ibáñez de condensar diálogos, de manera que en muchas ocasiones toda la misión queda explicada por parte del bueno de Vicente en cuatro o cinco bocadillos. Sin embargo, como dice Ibáñez, "la gente quiere que vayan ocurriendo cosas". ¿Cómo solventa Ibáñez esta falta de movimiento y de acción que parecen sugerir los diálogos y las explicaciones?






La solución práctica la tenemos en muchas de sus historietas. En ellas, durante las explicaciones del Súper, solemos ver cómo los personajes que escuchan están desarrollando acciones paralelas, que pueden o no tener que ver con lo que dice su superior. Así, podemos ver a Mortadelo y Filemón discutiendo entre ellos mientras su jefe habla, o bien directamente el Súper puede estar golpeándolos mientras expone el caso en cuestión. Será frecuente también que los personajes estén reponiéndose de algunas de las agresiones de las que han sido víctimas: poniéndose en remojo, secándose el sudor, metiendo las extremidades en agua, etc.


Como se puede comprobar, este es otro de los recursos que utiliza Ibáñez para que la lectura de los diálogos de texto más o menos extensos no se hagan pesados para el lector. De la mano de nuestro autor, podemos estar seguros de que hay detrás una acción paralela que, sin duda, nos va a hacer reír.

Y luego se preguntarán por qué es el autor de humor más vendido en España.

domingo, 16 de octubre de 2011

CLEVER & SMART: EL EDITOR ALEMÁN

Todos recordamos la siguiente viñeta de El 35 Aniversario (1992) en la que Ibáñez aparece aplastado entre el por entonces presidente alemán Kholl y el editor alemán de Mortadelo y Filemón (allí Clever & Smart). En la escena, Ibáñez hace una jocosa mofa al tonelaje de ambos personajes germanos, como se puede ver.

                                                           

Años más tarde, pudimos ver de nuevo el familiar rostro del editor en Mundial 98 (1997), esta vez ocupando la portería del equipo alemán (cómo no) en tan celebrado acto deportivo. Nuevamente, Ibáñez hace referencia al volumen de su editor, quien cubre todo el marco de la meta germana. El personaje aparece nombrado en esta ocasión como Wolfgang Mamoutheler.

                                                     

Estas dos referencias resultan más o menos obvias. Sin embargo, indagando en los antiguos tebeos de Mortadelo observamos en Los Ángeles 84 (1984) un rostro familiar. Se trata de una cara parecida a la del editor alemán que ya conocemos. Eso sí, sin gafas y mucho más joven. En esta ocasión se le llama Bruten Biheler y es un púgil alemán que se enfrentará con Mortadelo.

                                               

Uniendo los dos nombres reales (está claro que " Mamoutheler" y "Bruten" no lo son) nos surge el de Wolfgang Bieheler, que es, precisamente, el nombre del editor alemán, tal y como nos lo confirman los "créditos" de este cómic editado en tierras germánicas:

                                          

Sin embargo, revisando Los Ángeles 84, encontramos otro rostro alemán que parece ser una caricatura. Se trata del púgil que lucha contra Filemón: Blaff Bachmann, a quien también pueden ver en los créditos con el cargo de "Verleger".

                                                    

 Si observan los créditos antes presentados, junto a Biehler aparece un tal  Hans Bachmann. Desconocemos qué diferencia hay entre el término  "Verleger", atribuido a Bachmann y el de "Herausgeber", con que se cataloga a Biehler. Nuestra traducción los agrupa a ambos con el genérico "editor", aunque la existencia de palabras distintas nos permite presuponer un matiz que no se contempla en esta traducción.

Esperamos que les haya resultado curiosa esta entrada, con la que se pretende dar un paso más en el conocimiento de los responsables alemanes de Clever und Smart, además de constatar el buen rollito (siempre jocoso) que Ibáñez tenía con ellos a lo largo de más de dos décadas.

domingo, 9 de octubre de 2011

MORTADELO Y EL CAPITÁN TRUENO

Como ustedes sabrán, este fin de semana se ha estrenado en los cines de nuestro país la película El Capitán Trueno y el Santo Grial, de Antonio Hernández.

Aprovechamos la circunstancia para recordar algunas de las ocasiones en que este personaje y su universo han sido recreados por Ibáñez en sus historietas.


Una de las primeras ocasiones fue en la portada de la revista Super Mortadelo, con un especial dedicado al famoso personaje de Mora y Ambrós. En su interior, pudimos contemplar una historieta corta en la que por primera vez el Capitán llegaba a la sede de la TIA.


No fue esta la primera vez que Mortadelo se disfrazó del Capitán Trueno en una portada. Si no lo creen, miren este ejemplo,menos conocido, de la revista Mortadelo original donde el camaleónico personaje de Ibáñez homenajea a otros gigantes del cómic patrio e internacional.


A mediados de los 90, encontramos un par de referencias más, como el momento en que Mortadelo se disfraza del personaje de Mora y Ambrós en Timazo al canto (1994) o la viñeta recortada del mismo que aparece en el prólogo de El disfraz, cosa falaz (1995).



Esta última idea del recorta y pega pudo servir de "inspiración" para la discutida presencia del Capitán y sus amigos en la aventura de Mortadelo y Filemón Bajo el bramido del Trueno (2006), uno de los cómics más polémicos de Ibáñez que suele desatar las críticas de los aficionados a ambas series.



Existe otra portada de Ediciones B (1987) en la que Mortadelo aparece caracterizado como el Capitán Trueno. Sin embargo, y a pesar de que sin duda se trata de un buen imitador, pensamos que Ibáñez no es el autor de esta cubierta, que tampoco lleva firma alguna.


A pesar de que, como hemos dicho, estos cross-overs no han estado en ocasiones exentos de polémica, queden como homenajes de Ibáñez a la creación de Ambrós y Víctor Mora, o en otras palabras, homenaje de la principal serie humorística del tebeo español hacia la principal serie de aventuras del mismo. Les dejamos con estas simpáticas imágenes de Ibáñez y Mora.