domingo, 10 de enero de 2010

13, RUE DEL PERCEBE: EL SASTRE

Siguiendo con nuestro recorrido por la 13, Rue del Percebe, hoy nos ocuparemos del inquilino que vino a llenar el hueco del creador de monstruos una vez que la Censura “aconsejó” a Ibáñez que retirara a dicho personaje, dado que “solo Dios puede crear vida”. Tras unas cuantas semanas en las que la portera del inmueble asumió un rol más activo intentando buscar nuevos habitantes, parece ser que a Ibáñez no le dio demasiado juego este recurso y decidió instalar a un sastre chapucero e indolente que se quedaría para el resto de la serie. Se diría que a nuestro dibujante no le afectó demasiado tener que desalojar la vivienda del científico, pues ha asegurado en varias entrevistas que hasta le vino bien para renovar los gags que se iban quedando algo gastados. No sabemos si esta afirmación es cierta o si habla más bien el orgullo del dibujante que no quiere darle ese punto de victoria a los censores, porque, de ser así, ¿por qué no renovó al personal de las otras viviendas para refrescar los gags?

Pero centrémonos en el sastre, personaje netamente ibañezco que entronca con su tradición de profesionales chapuceros, dos años antes de crear a Pepe Gotera y Otilio. El sastre, figura típicamente brugueriana, no desempeña aquí su rol habitual de perseguidor de personajes (especialmente de los de Vázquez), sino que se muestra como un profesional desaliñado y algo soberbio. De hecho, apenas lo combinó nuestro autor con Manolo, el del ático, personaje inspirado en Manuel Vázquez, leyenda entre los burladores de sastres de todo el mundo.

Desconocemos de dónde tomó Ibáñez la inspiración para su nueva criatura, pero resulta imposible no acordarse de la mítica figura del padre de los hermanos Marx, un sastre judío tan apocado como chapucero en sus trabajos. Además de lo peregrino de sus métodos, el sastre de Ibáñez se caracteriza, como hemos dicho, por su indolencia, esto es, la suficiencia y soberbia con la que mira a sus reclamantes clientes mientras ellos se quejan de los agravios perpetrados por este as de la tijera.

Al igual que hicimos con otros personajes del edificio, hemos intentando condensar los tipos de gags a los que da pie este pequeño individuo. Esta clasificación, al igual que las anteriores, no es la única ni la mejor. Simplemente, una de tantas que nos pueden ayudar a sistematizar mejor los patrones del humor de Ibáñez. Así, distinguimos los siguientes tipos de gags:

-) Chapuzas provocadas por no oír correctamente el encargo. Confundir una “boda” con una “bota”, un “reveillón” con una “rebelión” o “elegante” con “elefante” puede dar pie a algún desastre estilístico.

-) Trajes hechos en función de las características del cliente. Y es que, en el fondo, nuestro sastre es muy creativo. Que le pides un traje para ir al monte, te hace un disfraz de cabra. Que le dices que eres el rey de petróleo, corona y cetro. Para los vegetarianos, disfraz de conejo. Si no eres muy agraciado físicamente, la capucha va delante. Y así…

-) El cliente ausente. En ocasiones la fuente de la comicidad radica en la ausencia de un cliente del que conocemos alguna de sus características a través de las prendas con las que trabaja el sastre, que suele comentar el caso con algún amigo que vaya de visita. Así, todos nos hemos preguntado cómo sería ese hombre cuya chaqueta tiene agujeros para dos cabezas o aquel cuyo traje parece pertenecer a un centauro. También son clientes ausentes el capitán del equipo de baloncesto (imaginen las dimensiones) o el mendigo, para quien nuestro hombre rasga expresamente su indumentaria.


-) El cliente muestra el fallo. No son pocos los gags en los que el cliente de turno se encarga de demostrarle al sastre que su chaqueta es demasiado ancha, que tira demasiado o que de inarrugable tiene poco. En estos casos, el gag es de gran impacto visual.

-) Precarias soluciones. Y es que una de las características de todo chapuzas es el uso de soluciones rápidas para paliar las pifias. Así, si se acaba la tela, se completa con otra de otro tejido y punto, o se recurre a una pinza de la ropa para que cierre el traje. En un caso extremo, el papel de periódico puede servir.

-) Venganza del cliente. Como es de esperar, dados estos fallos y sus soluciones, no es raro encontrar gags en los que los clientes golpean al sastre o le hacen tragar sus propias creaciones.

-)Materiales de trabajo. En ocasiones, el gag radica en la peculiaridad de los materiales con que trabaja el sastre: la piel de camello (con joroba incluida), de león (que se comen al cliente, en un alarde de surrealismo), el traje de pata de gallo o el elaborado con sábana de fantasma.

-) La toma de medidas. Pero el gag más característico y recordado por los lectores es el que se refiere a la peculiar forma de tomar medidas del sastre, que puede llegar a hacerlo sin que su cliente suelte su maletín o poniéndole a este grilletes para que no se mueva tanto. En otras ocasiones, obliga a que sus compradores sean los que se muevan para no tener que alzarse o agacharse, una actitud bastante despectiva que se confirma cuando mide a un señor bajito en palmos o utiliza la moto para rodear con la cinta métrica a un señor orondo. Una falta de minuciosidad que llega a límites exorbitantes cuando, después de todo esto, se equivoca contando las perneras del pantalón del cliente, poniendo de más o de menos.

En la tira de 13, Rue del Percebe que Ibáñez realizó en 2002, hay que sumarle a nuestro protagonista el defecto de la vagancia, al ampararse en los tiempos en que vivimos para sustituir el traje de un cliente por una mísera pancarta reivindicativa. Algunos años antes, Ibáñez lo había rescatado para El 35 aniversario (1992), donde le hace a los agentes de la TIA un traje “para los dos” muy particular. En El estrellato (2002), será Filemón la víctima de sus chapuzas en dos ocasiones.

No es este uno de los personajes de 13, Rue del Percebe con más repercusión en el universo Ibáñez. En 7, Rebolling Street nadie ocupa su rol, a no ser que admitamos el cambio de profesión del chapuzas del taller mecánico de la planta baja. Tampoco en las series televisivas basadas en la historieta de Ibáñez encontramos correspondencias claras con el personaje. Sí le da una dimensión más humana Alberto Gimeno, autor de Hotel Dorado, novela de la que ya hablamos en este blog en julio de 2009 (visiten nuestros archivos). En esta obra, inspirada en el mítico edificio de Ibáñez, el sastre aparece caracterizado como Pau Pi, un hombre igual de chapucero pero más atormentado por sus pasado.

6 comentarios:

Easmo dijo...

Mola el articulo. No conocia el crossover con M y F ni el motivo de que Ibañez quitase al cientifico crea-monstruos.

Por cierto, hablando del cientifico en cuestion... ¿hiciste una entrada sobre el, o la haras?

Chespiro dijo...

Gracias, Easmo.
Sí, hay un artículo sobre el científico. Hela aquí:

http://mortadeloyalgomas.blogspot.com/2008/11/13-rue-del-percebe-el-cientfico-loco.html

El Viejo dijo...

Tengo que ponerme al día. Ignoro cuantos ilustres inquilinos llevas ya con artículo y los que faltan. Magnífica iniciativa, por jugar con el sastre, decir que hay mucha tela que cortar.

Y sí, al profesor nos lo quitaron, creo que por censura, ¿no? Lástima, tenían gracia él y su Frankenstein. Saludos

Chespiro dijo...

Sí la tenía. Y mucha, aunque el sastre parece ser más recordado.

Capitán Haddock dijo...

Hola, estoy buscando esta viñeta que citas: "utiliza la moto para rodear con la cinta métrica a un señor orondo. " Hace decenios que la ví y aún me río cuando la recuerdo !!! No la tendrás a mano??? Un saludo

Anónimo dijo...

De donde has sacado la inforación sobre lo del padre de los Hermanos Marx? Ahora mismo no me echo a la memoria ninguna película donde salga.