Los sobrinetes es una historia
anómala dentro de la biografía de Mortadelo y Filemón, ya que en esta ocasión
la misión les afecta en lo personal: un enemigo de la TIA, Anselmo el
“Cefalópodo”, ha secuestrado a los sobrinos de la pareja de agentes y amenaza
con liquidarlos si la TIA no destruye las pruebas que tiene contra él. En
realidad, la aventura es una excusa para mostrar las travesuras de unos “Zipi y
Zape a la Ibáñez”.
No
son estos los primeros “niños terribles” de Ibáñez, ya que encontramos
precedentes entre los infantes de los Trapisonda y, especialmente, en los hijos del ama de casa de 13, Rue del Percebe. El efecto humorístico que persigue Ibáñez
en todos estos casos radica en el contraste entre la presupuesta inocencia y
bondad intrínsecas en los niños y el carácter gamberro y diabólico de los
mismos. En la historia de nuestra historieta hay que destacar que fue Manuel Vázquez
uno de los autores que llevaron estas constantes a su máxima expresión con el
inmortal Angelito ( Tío Vivo, 1964). El hecho de que los protagonistas se vean acompañados
de unos sobrinitos con gran parecido a ellos mismos, cuyos padres no aparecen,
recuerda a los cartoons clásicos, concretamente a los de la factoría Disney.
En
cuanto a la parte gráfica de la historia, Juan Manuel Muñoz ha afirmado en este
mismo blog que las primeras doce páginas son obra de Ibáñez, mientras que el
resto corrió a su cargo. Lo cierto es que si no fuera por esta apreciación de
Muñoz, no hubiéramos asegurado que los dos primeros capítulos fueran obra de
Francisco Ibáñez. De todas formas, Juan Manuel ya nos advierte del deficiente
entintado, que recayó en manos ajenas y que resta presencia al conjunto de la obra.
La
premisa inicial del álbum nos recuerda a la presentación en el mundo
mortadelero de Tete Cohete, cuyo álbum homónimo data de 1981. En este primer
caso, Mortadelo lleva a su vecino a las instalaciones de la TIA, mientras que
ahora los dos agentes son acompañados de sus sobrinos (como si fuera lógico
llevar a los niños de la familia a visitar una organización secreta). Sin embargo,
frente a la falta de argumento de Tete Cohete, Los sobrinetes presenta una
historia ligeramente más sólida: los niños no se limitan a deambular por la
TIA, sino que son secuestrados por un criminal que chantajea a la organización.
Del mismo modo, mientras que Mortadelo y Filemón mantienen su protagonismo en
la historia de inicios de los ochenta, aquí son los sobrinos, junto a Anselmo
el “Cefalópodo”, los que llevan el peso de la historieta.
El
primer capítulo de seis páginas presenta la típica introducción histórica, con referencias
a personajes históricos como Calígula, Nerón, Billy “el Niño”, los siete niños
de Écija o un jovencito Albertito Einstein. Se trata de un capítulo de
presentación en el que los niños se dedican a hacer gamberradas por la TIA, con
un gag como el de la brocha sacado de Los gamberros (1978), con poco más que
destacar. El segundo episodio supone una continuación con el anterior, con la
salvedad de que entra en acción el malo de la historia, un tipo que recuerda (incluso
en el coloreado) al villano de La Tergiversicina (1991). El “Cefalópodo”
secuestrará a los sobrinos de Mortadelo y Filemón y no tardará en convertirse
en su triste víctima.
En
el tercer episodio, ya con el relevo de Muñoz a los lápices, sienta las bases
de lo que será el resto del álbum. La entradilla de cada historia vendrá
marcada por el modo en que Filemón se ve perjudicado por los disfraces de
Mortadelo, al malinterpretarlos. Esto nos recuerda a álbumes como A la caza del cuadro (1971), Misión de perros (1976),
Los que volvieron de allá (1987) o los futuros Maaaastrich…¡Jesús! (1992) y El
disfraz, cosa falaz (1995). Por algún motivo, el villano de turno la ha tomado
especialmente con el sobrino de Filemón, al que amenaza con mutilar, ante la
insensibilidad de Mortadelo, otra constante que se repetirá en cada capítulo.
Destaca el hecho de que en ningún momento se hable de los padres de los niños,
ya que serán los tíos los que se encarguen de la investigación. El resto del
capítulo transcurre en una granja, donde los verdaderos protagonistas del álbum,
los niños y el malhechor, protagonizan algún momento destacable, como el
running gag de los dedos del “Cefalópodo”. Son de plena actualidad las críticas
a los políticos (relativas al olor del Congreso y a los nombramientos a dedo).
Otras historias de Mortadelo y Filemón que han tenido momentos ambientados en
granjas son A la caza del cuadro, Los
diamantes de la gran duquesa (1972), Los gamberros y el futuro ¡Espías! (2012),
entre otros. Cabe señalar que la portada del álbum estará basada en este
episodio.
El
cuarto capítulo comienza con un disfraz poco logrado de Mortadelo y un chiste
forzado: el del bestiosaurio. Aquí los agentes vuelven a recuperar el
protagonismo, en un episodio que transcurre en las alcantarillas, como vimos
también en Los diamantes de la gran duquesa y en el futuro El atasco de
influencias (1990). El quinto capítulo empieza con el rebuscado gag del disfraz
de romana (nos preguntamos cuántos niños conocen la polisemia del término) y lleva
a nuestros hombres a Nueva Celedonia, repartiendo el protagonismos entre
agentes y sobrinos de forma equitativa, tres páginas para cada uno. Hay que
destacar el poco ímpetu que Mortadelo y Filemón ponen en esta investigación,
aun tratándose de sus sobrinos, pues tampoco se matan por encontrar a sus
sobrinos, de manera que la llegada de los agentes coincide siempre con el
momento en que el villano abandona el lugar con sus rehenes. A observar el gag
surrealista de las olas que golpean de forma extraña.
Prueba
de la poca inquietud que suscita este caso en los protagonistas es el hecho de
que el tío de una de las víctimas, Mortadelo, pase el día disfrazándose, algo
para lo que el capítulo sexto no será una excepción. El reparto de intervención
será aquí menos equitativo, dos páginas para Mortadelo y Filemón y cuatro para
el malo y los niños, que desarrolla sus gags en un barco, escenario habitual de
otras aventuras como A la caza del cuadro, Los secuestradotes (1976),
El plano de Ali-Gusa-No (1974), Contrabando
(1978), Los gamberros, El bacilón (1984) La estatua
de la libertad (1984), La Gomeztroika (1989), La
ruta del yerbajo (1993), El trastomóvil, Llegó el euro
(2001)…así como en las historietas cortas de la pareja El carguero
Chatárrez (Super Mortadelo, nº 13), Rumbo a la
isla (Mortadelo Extra Primavera, 1973) y Misión
en el Queen Cascajo (Mortadelo Extra de Verano, 1974),
al igual que en el álbum A Seúl en un baúl (1987), de Chicha,
Tato y Clodoveo.
El último episodio, de ocho páginas, muestra
nuevamente la fijación del “Cefalópodo” por Filemoncete, al que pretende liquidar
definitivamente. En esta ocasión tiene a los niños ocultos el la Cueva del Ojo
Negro, cuyo nombre da pie al surrealista gag del parpadeo. En este capítulo se
observa una evolución de los personajes infantiles, que lejos de ser los
gamberros de antaño, son totalmente inocentes, incluso algo tontainas, lo que
en Ibáñez se síntoma de peligro público. Y eso serán precisamente para Anselmo
el “Cefalópodo”, al que acabarán derrotando bajo el peso de una roca en una
misión, en la que, no lo olvidemos, Mortadelo y Filemón no han hecho nada. Desgraciadamente, al final los infantes se
cargarán las pruebas contra su raptor (¿un subconsciente síndrome de
Estocolmo?) y acabarán siendo perseguidos por el Súper, mientras ellos aluden
al conflicto generacional con comentarios que supuestamente reproducían el
lenguaje de los jóvenes de la época, algo que ya vimos en Tete Cohete.
Concluye así un álbum en general poco valorado
por los lectores, que lo consideran una muestra de la “época negra” de Ibáñez,
aunque nuestro autor sí intervino en el guion y en el lápiz de las doce
primeras páginas. El resto, a cargo de Muñoz, deja ver cómo el ayudante de Ibáñez
se defiende notablemente en solitario, si bien es cierto que las tintas en
manos ajenas deslucen el resultado final, al igual que la pésima rotulación de
los diálogos, con una letra que no está a la altura del nivel gráfico de la
serie. A pesar de todo, se trata de un álbum entretenido y en cierta forma,
algo original, ya que el protagonismo no recae en los agentes, que apenas
aparecen casi testimonialmente en algunos capítulos.
9 comentarios:
Para mi, este es un album dudoso, porque despues de haberlo leido y releido varias veces, aun no se si me gusta o me deja de gustar (^^) Creo que depende de como me pille el dia, si indulgente o intransigente.
Creo que con un guion un poco mas solido, o un dibujo integro de Iban~ez habria ganado bastante.
Por cierto, por justificar: en las historietas antiguas de Agencia de Informacion llego a aparecer un hermano gemelo de Mortadelo, por lo que si este sobrinete fuera hijo de el, no seria de extran~ar que se pareciera tanto a Mortadelo.
En cuanto al de Filemon...
A este álbum, entre otros de la época, les tengo cariño porque coincidió su publicación con los años en que empecé a leer Mortadelos. Me pareció muy novedoso lo de incluir una versión infantil de Mortadelo y Filemón que en realidad son los auténticos protagonistas de esta aventura.
Un cómic, en mi opinión, infravalorado y un poco criticado injustamente. No es de lo mejor que se ha publicado, pero en mi consideración sí que aporta elementos algo más novedosos que otras historias que calcaron argumentos anteriores: Armas con bicho, Los que volvieron de allá, El huerto siniestro, etc.
Raw, esas historietas que has mencionado tampoco me parecen tan poco originales. Es cierto que la idea general en la que se basa la historieta está copiada de "La brigada bichera", "Las criaturas de cera vivientes" o "A las armas", pero la idea en cada capítulo es única, y no se corresponde con ningún escenario en otra historieta. M y F no vuelven a encontrarse con, por ejemplo, algo que dé la vuelta a las cosas o que pegue porrazos a todo aquel que pronuncie "arriba".
En cambio, hay otras historietas (sobre todo en los 70) cuya idea de fondo es única, pero en cada capítulo hay un escenario que aparece repetido montones de veces. ¿Cuántas veces M y F tienen que colarse en casa en casa de un gigante o de un cegato (generalmente Rompetechos), y el primero les pilla continuamente y les pega una paliza o el segundo les daña mientras va haciendo sus tareas habituales sin darse cuenta de su presencia? ¿Cuántas veces M y F visitan un centro comercial, una estación de trenes, una guardería, etc? La menos original de todas yo diría que es "El caso del calcetín", está calcada de historietas como "A la caza del cuadro".
Interesante análisis (como siempre). Debo reconocer que antes de leer esta historia por primera vez hace unos años pensaba que no me gustaría debido a sus malas críticas y una vez leída reconozco que cada vez me gusta más. Ahora, gracias a usted, la volveré a releer otra vez teniendo en cuenta su análisis. Un saludo.
Gran análisis de nuevo, Chespiro... A mi sí me parece evidente la diferencia entre las primeras doce págs dibujadas por Ibáñez y el resto...Muñoz, en esa épica, dibuja aloscoersonajes con una notoria rigidez estática que los diferencia claramte del lápizdel maestro... De las mejores aventuras de esa época oscura
A mi esta aventura me parece bastante buena y me gusta mucho más que la mayoría de las que vinieron a partir de los dosmiles, que, aunque 100% ibáñez, me parecen peor que esta que en teoría es de una etapa negra. En mi opinión, los sobrinetes todavía desprende un aroma a mortadelo "clásico" (entiendase clásico como ochentero)que a las nuevas no se ve por ningun lado. También hay que decir que es mucho mejor el lápiz de ibáñez actual (aunque entintado por muñoz, que lo desemerece algo con sus proporciones)que el lápiz 100% muñoz de los sobrinetes, que siempre que dibujaba el, se notaba a leguas, con sus rígidos personajes y "cuerpos berenjenas" que no me gustaban nada.
Saludos y muy buen blog
Gracias a todos por los comentarios, amigos. En todo caso, no hicieron tan mal trabajo Ibáñez y Muñoz con este álbum. Saludos.
Álbum entretenido. De lo mejor para mí son las inevitables escenas donde el villano sufre, en este caso a manos de los terribles sobrinetes.
Sin duda, los nenes pueden llegar a ser más letales que sus tíos.
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