Sin duda alguna, Impeachment!
(1999) es una de las historietas más originales de la saga de Mortadelo y
Filemón. En ella, se cuenta cómo la Ofelia denuncia al Super-intendente de la
TIA por acoso, ya que este, supuestamente, ha intentado propasarse con ella.
Ante la condena de los altos mandatarios de la organización y del país, el
Súper recurre a Mortadelo y Filemón para limpiar su imagen y aclarar los
hechos. Es notable el hecho de que en esta ocasión, al igual que en El candidato (1989), Mortadelo y Filemón no actúan para la TIA, sino al servicio
Súper, como individuo. También llama la atención que cuando este se está
jugando el cuello recurra a estos dos agentes, cuya incompetencia ha sido
sobradamente demostrada y que, para colmo, lejos de empalizar con el
sufrimiento de Vicente, auténtico protagonista del álbum, se recochinean con su
particular retranca (especialmente Mortadelo). En todo caso, la elección de
esta pareja de agentes confirma que, sin que medie sentimentalismo alguno, hay
un vínculo muy especial entre el Súper y Mortadelo y Filemón.
Para
comprender esta historieta, es necesario situarla en su contexto histórico.
Ante todo, conviene recordar que el título es uno de los menos comerciales de
cuantos ha firmado Ibáñez (al que siempre se le acusa de comercial). Tanto es
así que en la portada de Magos del Humor aparece una caricatura de Clinton
junto al título explicando el mismo.¿Y qué tiene que ver este personaje? Para
los más jóvenes tenemos que recordar que a finales de los 90 estalló el llamado
“Caso Lewinsky”, en el que una becaria de la Casa Blanca aseguró haber
mantenido relaciones sexuales con el por entonces presidente Bill Clinton. Se
trató de un escándalo altamente mediático que no podía dejar de seducir a Ibáñez.
De hecho, el autor lo trató de soslayo en algunos gags de Deportes de espanto
(1998), La maldita maquinita (1998) y La Mier (1999). Cabe destacar que Ibáñez
toca un tema bastante adulto sin caer en la vulgaridad y de manera que los
infantes que lean sus historietas no se sientan ofendidos, un ejercicio de
habilidad que, en sus manos, se realiza de forma natural.
Desde
el punto de vista gráfico, el álbum es impecable, con un Ibáñez en plena forma
y un acabado más que correcto por parte de Juan Manuel Muñoz, aunque con
algunos espacios en negro por rellenar, como en la viñeta 5 de la página 1, la
viñeta 3 de la página 41 y la última viñeta del álbum. En realidad, el hecho de
presentar al Súper como un acosador de Ofelia ya se atisbaba en álbumes anteriores
como El inspector general (1990) o El ángel de la guarda (1995). En este
último, ya vimos cómo la secretaria estaba a la defensiva con respecto a su
superior.
En
el inicio del álbum, apreciamos la habilidad narrativa de Ibáñez, pues en
ningún momento nos presenta directamente la escena en que supuestamente el
Súper muerde a la Ofelia. Se ve cómo el jefe de la TIA está dispuesto a darle
una dentellada a su bocadillo y acto seguido la acción se focaliza en los
testigos “auditivos” del hecho, Mortadelo y Filemón, que oyen el grito de
Ofelia. De esta manera, Ibáñez mantiene la duda acerca de lo que ha sucedido
hasta el final. Pero no pensemos por ello que el autor es imparcial. A la
mañana siguiente, el Súper aparece como víctima de un acoso mediático por parte
de la prensa sensacionalista, cuyos representantes aparecen reflejados como
buitres que toman partido a favor de la mujer,
obviando la presunción de inocencia del varón. La persecución al Súper
se extiende a la radio y a la televisión, que, por cierto, él enciende en busca
de dibujos japoneses, confirmando la afición que ya le vimos en Barcelona 92
(1991) por la programación infantil. Ni siquiera el Papa Juan Pablo II se
resistió a censurar la conducta del supuesto agresor. Imperdible es la escena de
la manifestación de las feministas, con las consabidas pancartas. Estas mujeres
aparecen reflejadas de forma tópica pero jocosa: con pantalones, pelo corto y
cara de mala uva.
Estas
primeras páginas, que están entre lo más destacado del álbum, nos permiten
elucubrar sobre la posible fuente del mismo. Aunque la idea pueda resultar
rocambolesca en un principio, el tratamiento de la presunción de acoso parece
sacado del capítulo de la temporada 6 de Los Simpson “Homer, hombre malo”. En
él, Homer Simpson es acusado injustamente de haber tocado el trasero de una
joven y es sometido a un acoso y derribo por parte de la sociedad muy similar
al que sufre Vicente en este álbum. Aunque no se encuentran abundantes
filiaciones entre los cómics de Ibáñez y la serie de la familia amarilla, el
autor ha demostrado conocer la serie, como indicó en la entrevista dedicada al
Tiramillas de Marca en la que asume la personalidad de Mortadelo.
Un
papel relevante lo desempeña la esposa del Súper, a la que ya conocimos en Elóscar del moro (1998) y que ya entonces sospechaba de una posible relación
entre su marido y la secretaria Ofelia. Como buen trasunto de Hillary Clinton,
Ibáñez se divierte presentando a la esposa de Vicente como una mujer
comprensiva que apoya a su marido ante la opinión pública, mientras que le
declara la guerra en el ámbito privado. Tampoco tendrá el Súper de la TIA
tendrá el apoyo de sus superiores, pues tanto el director general, como el
ejército y la Iglesia se dejarán llevar por los rumores. Destacan también la
desconsideración hacia el Súper por parte del entonces presidente Aznar
(siempre con roles negativos en la obra de Ibáñez) y el fiscal Escorbuto
Carcamal. Este personaje será el que mueva sus hilos para condenar al inocente
y desacreditarlo públicamente, con el objeto de quedarse con su puesto. Llama
la atención su reaparición, años después, en el álbum Marrullería en la
alcaldía (2010), esta vez en perfecta armonía con el Súper.
El
mayor protagonismo del Súper tiene como contrapartida un desplazamiento de la
figura de Filemón, que se pasa sin hablar desde la página 1 a la 6. Incluso
cuando el Súper cuenta su problema a los agentes es Mortadelo el que se lleva
todas las réplicas. Una que llama la atención es un juego de palabras bastante
malo en el que los conocimientos de inglés de Ibáñez parecen llegar
extrañamente hasta saber que “melocotón” se dice “peach” en la lengua de
Shakespeare. La misión de los agentes es complicada: lograr que Ofelia retire
su denuncia.
En
esta historieta apreciamos la faceta más religiosa del Súper, que ora en varias
ocasiones pidiendo que llegue a buen término el asunto. Ibáñez flirtea de forma
simpática con los límites más escabrosos del sexo haciendo que el Súper parezca
un exhibicionista que agarra a Ofelia del pelo en calzoncillos; un sádico que
quiere agredirla con una plancha; esto es, un
asiduo de las más oscuras prácticas sexuales. Ante tal imagen, provocada
por la incompetencia de Mortadelo y Filemón, el mismo director general toma
partido a favor de Ofelia.
El
siguiente tramo del álbum resulta más tópico, con cinco páginas de relleno en
las que los agentes deben burlar al perro del fiscal Carcamal, a cuya casa han
ido en busca de pruebas. Tampoco son humorísticamente eficaces las tres páginas
en casa del fiscal en las que los agentes son víctimas de las trampas del
villano, sin que haya una adecuada preparación de los gags, por lo que estos
resultan meramente mecánicos, como en historietas del tipo de Robots bestiajos
(1993). Las siguientes cuatro páginas narran la visita del arcipreste Bendítez,
que, como los sacerdotes de El nuevo cate (1993) vela por la decencia en las
dependencias de la TIA. Las seis páginas siguientes transcurren en el desierto,
donde el Súper acude a orar a Alá (antes le rezó a un santo cristiano), aunque
por culpa de Mortadelo y Filemón sus actitudes parecen más procaces que santas,
y así lo refleja la prensa sensacionalista, que hace fotografías y luego les
asigna un titular tendencioso, como hicieran con tan buenos resultados en La prensa
cardiovascular (1995). Ibáñez incluso nombra explícitamente a la revista
sensacionalista “Interviú”, también de Ediciones B. Como ocurría en La prensa
cardiovascular, la perspectiva desde donde se toman las fotos no coincide con
la publicada en la prensa.
Tras
un nuevo malentendido con Ofelia, el Súper asigna a sus hombres que impidan que
su secretaria declare a la televisión, por lo que se inician unos intentos
infructuosos de secuestro que acaban con la paciencia de los periodistas, que
se largan. Aquí se produce el principal fallo de guion del álbum, pues, de
repente, la supuesta dentellada del Súper en el trasero de Ofelia se convierte
en un supuesto pellizco en la misma parte, en un error de coherencia. Las
siguientes nueve páginas transcurren intentando eliminar a los testigos que
supuestamente ha amañado Carcamal, tan peculiares que recuerdan a los
candidatos de Concurso-Oposición (1975), especialmente el gafe y el bromista.
En el caso del testigo ciego, destaca la amplia gama de disfraces terroríficos
de Mortadelo, de impecable factura gráfica.
Finalmente,
cuando Ofelia parece decidida a declarar, a modo de Deus ex machina, un mono
amaestrado del Bacterio le da a la oronda secretaria un pellizco en el trasero,
lo que hace que la mujer se retire avergonzada. Sin embargo, este final es
fruto de una simplificación: el hecho de que Bacterio asegure que es costumbre
del simio dar esos pellizquitos, eso no impide que fuera el Súper el que se lo
diera a Ofelia el día en cuestión. El final de la historieta, con una
monumental viñeta que presenta a un gorila gigante recordará a muchos a la
eficaz campaña publicitaria de “el primo de Zumosol”, a la que Ibáñez se
refiere en más de una ocasión.
En
líneas generales, podemos decir que Impeachment! es uno de los álbumes más
destacados de finales de los noventa, con un planteamiento original, aunque la
obligación de rellenar las 44 páginas lo conduce en algunos tramos por senderos
muy transitados. Se trata, en cierta forma, de una historieta anómala, con el
Súper como protagonista e incluso podríamos decir que como víctima. Y también
tiene algo de historieta valiente: en estos tiempos de lo políticamente
correcto, Ibáñez trata el tema del acoso, pero del acoso infundado, y refleja
cómo la presunción de inocencia se desvanece para el varón cuando no hay más
pruebas que el testimonio de la mujer. Muestra, asimismo, la agresividad de los
medios de comunicación, que realmente aprovechan el morbo para aumentar su
audiencia y que se comportan como aves de rapiña, más interesadas en el
sensacionalismo que en llegar a la verdad de los temas que tratan. La doble
moral, los medios de comunicación y lo políticamente correcto reciben una
bofetada en todo el morro por parte de un Ibáñez tan jocoso como irreverente.
Entrada dedicada a Easmo.
6 comentarios:
Son muy divertidos los gags de Mortadelo y Filemón ayudando a lavar la imagen del Súper y luego los fotógrafos aprovechándose de situaciones fuera de contexto.
Lo más novedoso fue el tratar por primera vez el escabroso tema del acoso, pero se resolvió con buen humor.
Es un álbum que todavía hoy puede enfurecer a ciertos sectores. Valiente, Ibáñez.
Unos de los mejores álbumes del último período de los personajes!
Bueno, el primer acoso (involuntario) del Super a Ofelia precisamente se da en la primera historia donde ella aparece. Si no recuerdo mal en Los gamberros de la HIGA el super estornuda sobre su secretaria, que llevaba ropa de Pañillez y Trapajez saboteada por los gamberros, dejándola en combinación.
Al final del episodio el Super decía mientras perseguía a Mortadelo y Filemón, que había sido denunciado por Ofelia ante Magistratura.
Saludos y enhorabuena por el blog.
Curro.
Yo también asocio, Cartillero, esta aventura al último periodo de los personajes, pero reconozco cierto escalofrío cuando compruebo que ya han pasado 14 años desde su publicación...¡Y a mí me sigue pareciendo de las "nuevas"!
Amigo Curro, muy oportuna tu observación acerca de Los gamberros, no recordaba ese momento.
La figura del Impeachment proviene del Derecho Anglosajón el cual permite a cualquier Cámara de Representantes investigar y expulsar a uno de sus políticos acusados de algún delito. Se ha usado muy poco en la historia y no existe en el Derecho Español.
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