lunes, 9 de septiembre de 2013

IMPEACHMENT! (1999)



Sin duda alguna, Impeachment! (1999) es una de las historietas más originales de la saga de Mortadelo y Filemón. En ella, se cuenta cómo la Ofelia denuncia al Super-intendente de la TIA por acoso, ya que este, supuestamente, ha intentado propasarse con ella. Ante la condena de los altos mandatarios de la organización y del país, el Súper recurre a Mortadelo y Filemón para limpiar su imagen y aclarar los hechos. Es notable el hecho de que en esta ocasión, al igual que en El candidato (1989), Mortadelo y Filemón no actúan para la TIA, sino al servicio Súper, como individuo. También llama la atención que cuando este se está jugando el cuello recurra a estos dos agentes, cuya incompetencia ha sido sobradamente demostrada y que, para colmo, lejos de empalizar con el sufrimiento de Vicente, auténtico protagonista del álbum, se recochinean con su particular retranca (especialmente Mortadelo). En todo caso, la elección de esta pareja de agentes confirma que, sin que medie sentimentalismo alguno, hay un vínculo muy especial entre el Súper y Mortadelo y Filemón.

            Para comprender esta historieta, es necesario situarla en su contexto histórico. Ante todo, conviene recordar que el título es uno de los menos comerciales de cuantos ha firmado Ibáñez (al que siempre se le acusa de comercial). Tanto es así que en la portada de Magos del Humor aparece una caricatura de Clinton junto al título explicando el mismo.¿Y qué tiene que ver este personaje? Para los más jóvenes tenemos que recordar que a finales de los 90 estalló el llamado “Caso Lewinsky”, en el que una becaria de la Casa Blanca aseguró haber mantenido relaciones sexuales con el por entonces presidente Bill Clinton. Se trató de un escándalo altamente mediático que no podía dejar de seducir a Ibáñez. De hecho, el autor lo trató de soslayo en algunos gags de Deportes de espanto (1998), La maldita maquinita (1998) y La Mier (1999). Cabe destacar que Ibáñez toca un tema bastante adulto sin caer en la vulgaridad y de manera que los infantes que lean sus historietas no se sientan ofendidos, un ejercicio de habilidad que, en sus manos, se realiza de forma natural.

           
            Desde el punto de vista gráfico, el álbum es impecable, con un Ibáñez en plena forma y un acabado más que correcto por parte de Juan Manuel Muñoz, aunque con algunos espacios en negro por rellenar, como en la viñeta 5 de la página 1, la viñeta 3 de la página 41 y la última viñeta del álbum. En realidad, el hecho de presentar al Súper como un acosador de Ofelia ya se atisbaba en álbumes anteriores como El inspector general (1990) o El ángel de la guarda (1995). En este último, ya vimos cómo la secretaria estaba a la defensiva con respecto a su superior.

            En el inicio del álbum, apreciamos la habilidad narrativa de Ibáñez, pues en ningún momento nos presenta directamente la escena en que supuestamente el Súper muerde a la Ofelia. Se ve cómo el jefe de la TIA está dispuesto a darle una dentellada a su bocadillo y acto seguido la acción se focaliza en los testigos “auditivos” del hecho, Mortadelo y Filemón, que oyen el grito de Ofelia. De esta manera, Ibáñez mantiene la duda acerca de lo que ha sucedido hasta el final. Pero no pensemos por ello que el autor es imparcial. A la mañana siguiente, el Súper aparece como víctima de un acoso mediático por parte de la prensa sensacionalista, cuyos representantes aparecen reflejados como buitres que toman partido a favor de la mujer,  obviando la presunción de inocencia del varón. La persecución al Súper se extiende a la radio y a la televisión, que, por cierto, él enciende en busca de dibujos japoneses, confirmando la afición que ya le vimos en Barcelona 92 (1991) por la programación infantil. Ni siquiera el Papa Juan Pablo II se resistió a censurar la conducta del supuesto agresor. Imperdible es la escena de la manifestación de las feministas, con las consabidas pancartas. Estas mujeres aparecen reflejadas de forma tópica pero jocosa: con pantalones, pelo corto y cara de mala uva.


            Estas primeras páginas, que están entre lo más destacado del álbum, nos permiten elucubrar sobre la posible fuente del mismo. Aunque la idea pueda resultar rocambolesca en un principio, el tratamiento de la presunción de acoso parece sacado del capítulo de la temporada 6 de Los Simpson “Homer, hombre malo”. En él, Homer Simpson es acusado injustamente de haber tocado el trasero de una joven y es sometido a un acoso y derribo por parte de la sociedad muy similar al que sufre Vicente en este álbum. Aunque no se encuentran abundantes filiaciones entre los cómics de Ibáñez y la serie de la familia amarilla, el autor ha demostrado conocer la serie, como indicó en la entrevista dedicada al Tiramillas de Marca en la que asume la personalidad de Mortadelo.

            Un papel relevante lo desempeña la esposa del Súper, a la que ya conocimos en Elóscar del moro (1998) y que ya entonces sospechaba de una posible relación entre su marido y la secretaria Ofelia. Como buen trasunto de Hillary Clinton, Ibáñez se divierte presentando a la esposa de Vicente como una mujer comprensiva que apoya a su marido ante la opinión pública, mientras que le declara la guerra en el ámbito privado. Tampoco tendrá el Súper de la TIA tendrá el apoyo de sus superiores, pues tanto el director general, como el ejército y la Iglesia se dejarán llevar por los rumores. Destacan también la desconsideración hacia el Súper por parte del entonces presidente Aznar (siempre con roles negativos en la obra de Ibáñez) y el fiscal Escorbuto Carcamal. Este personaje será el que mueva sus hilos para condenar al inocente y desacreditarlo públicamente, con el objeto de quedarse con su puesto. Llama la atención su reaparición, años después, en el álbum Marrullería en la alcaldía (2010), esta vez en perfecta armonía con el Súper.

            El mayor protagonismo del Súper tiene como contrapartida un desplazamiento de la figura de Filemón, que se pasa sin hablar desde la página 1 a la 6. Incluso cuando el Súper cuenta su problema a los agentes es Mortadelo el que se lleva todas las réplicas. Una que llama la atención es un juego de palabras bastante malo en el que los conocimientos de inglés de Ibáñez parecen llegar extrañamente hasta saber que “melocotón” se dice “peach” en la lengua de Shakespeare. La misión de los agentes es complicada: lograr que Ofelia retire su denuncia.

            En esta historieta apreciamos la faceta más religiosa del Súper, que ora en varias ocasiones pidiendo que llegue a buen término el asunto. Ibáñez flirtea de forma simpática con los límites más escabrosos del sexo haciendo que el Súper parezca un exhibicionista que agarra a Ofelia del pelo en calzoncillos; un sádico que quiere agredirla con una plancha; esto es, un  asiduo de las más oscuras prácticas sexuales. Ante tal imagen, provocada por la incompetencia de Mortadelo y Filemón, el mismo director general toma partido a favor de Ofelia.



            El siguiente tramo del álbum resulta más tópico, con cinco páginas de relleno en las que los agentes deben burlar al perro del fiscal Carcamal, a cuya casa han ido en busca de pruebas. Tampoco son humorísticamente eficaces las tres páginas en casa del fiscal en las que los agentes son víctimas de las trampas del villano, sin que haya una adecuada preparación de los gags, por lo que estos resultan meramente mecánicos, como en historietas del tipo de Robots bestiajos (1993). Las siguientes cuatro páginas narran la visita del arcipreste Bendítez, que, como los sacerdotes de El nuevo cate (1993) vela por la decencia en las dependencias de la TIA. Las seis páginas siguientes transcurren en el desierto, donde el Súper acude a orar a Alá (antes le rezó a un santo cristiano), aunque por culpa de Mortadelo y Filemón sus actitudes parecen más procaces que santas, y así lo refleja la prensa sensacionalista, que hace fotografías y luego les asigna un titular tendencioso, como hicieran con tan buenos resultados en La prensa cardiovascular (1995). Ibáñez incluso nombra explícitamente a la revista sensacionalista “Interviú”, también de Ediciones B. Como ocurría en La prensa cardiovascular, la perspectiva desde donde se toman las fotos no coincide con la publicada en la prensa.

            Tras un nuevo malentendido con Ofelia, el Súper asigna a sus hombres que impidan que su secretaria declare a la televisión, por lo que se inician unos intentos infructuosos de secuestro que acaban con la paciencia de los periodistas, que se largan. Aquí se produce el principal fallo de guion del álbum, pues, de repente, la supuesta dentellada del Súper en el trasero de Ofelia se convierte en un supuesto pellizco en la misma parte, en un error de coherencia. Las siguientes nueve páginas transcurren intentando eliminar a los testigos que supuestamente ha amañado Carcamal, tan peculiares que recuerdan a los candidatos de Concurso-Oposición (1975), especialmente el gafe y el bromista. En el caso del testigo ciego, destaca la amplia gama de disfraces terroríficos de Mortadelo, de impecable factura gráfica.

            Finalmente, cuando Ofelia parece decidida a declarar, a modo de Deus ex machina, un mono amaestrado del Bacterio le da a la oronda secretaria un pellizco en el trasero, lo que hace que la mujer se retire avergonzada. Sin embargo, este final es fruto de una simplificación: el hecho de que Bacterio asegure que es costumbre del simio dar esos pellizquitos, eso no impide que fuera el Súper el que se lo diera a Ofelia el día en cuestión. El final de la historieta, con una monumental viñeta que presenta a un gorila gigante recordará a muchos a la eficaz campaña publicitaria de “el primo de Zumosol”, a la que Ibáñez se refiere en más de una ocasión.


            En líneas generales, podemos decir que Impeachment! es uno de los álbumes más destacados de finales de los noventa, con un planteamiento original, aunque la obligación de rellenar las 44 páginas lo conduce en algunos tramos por senderos muy transitados. Se trata, en cierta forma, de una historieta anómala, con el Súper como protagonista e incluso podríamos decir que como víctima. Y también tiene algo de historieta valiente: en estos tiempos de lo políticamente correcto, Ibáñez trata el tema del acoso, pero del acoso infundado, y refleja cómo la presunción de inocencia se desvanece para el varón cuando no hay más pruebas que el testimonio de la mujer. Muestra, asimismo, la agresividad de los medios de comunicación, que realmente aprovechan el morbo para aumentar su audiencia y que se comportan como aves de rapiña, más interesadas en el sensacionalismo que en llegar a la verdad de los temas que tratan. La doble moral, los medios de comunicación y lo políticamente correcto reciben una bofetada en todo el morro por parte de un Ibáñez tan jocoso como irreverente.

Entrada dedicada a Easmo.

6 comentarios:

Raw dijo...

Son muy divertidos los gags de Mortadelo y Filemón ayudando a lavar la imagen del Súper y luego los fotógrafos aprovechándose de situaciones fuera de contexto.

Lo más novedoso fue el tratar por primera vez el escabroso tema del acoso, pero se resolvió con buen humor.

Chespiro dijo...

Es un álbum que todavía hoy puede enfurecer a ciertos sectores. Valiente, Ibáñez.

cartillero dijo...

Unos de los mejores álbumes del último período de los personajes!

Anónimo dijo...

Bueno, el primer acoso (involuntario) del Super a Ofelia precisamente se da en la primera historia donde ella aparece. Si no recuerdo mal en Los gamberros de la HIGA el super estornuda sobre su secretaria, que llevaba ropa de Pañillez y Trapajez saboteada por los gamberros, dejándola en combinación.

Al final del episodio el Super decía mientras perseguía a Mortadelo y Filemón, que había sido denunciado por Ofelia ante Magistratura.

Saludos y enhorabuena por el blog.

Curro.

Chespiro dijo...

Yo también asocio, Cartillero, esta aventura al último periodo de los personajes, pero reconozco cierto escalofrío cuando compruebo que ya han pasado 14 años desde su publicación...¡Y a mí me sigue pareciendo de las "nuevas"!
Amigo Curro, muy oportuna tu observación acerca de Los gamberros, no recordaba ese momento.

Anónimo dijo...

La figura del Impeachment proviene del Derecho Anglosajón el cual permite a cualquier Cámara de Representantes investigar y expulsar a uno de sus políticos acusados de algún delito. Se ha usado muy poco en la historia y no existe en el Derecho Español.