Si consideramos que parte un rasgo definitorio de la
historieta (como medio) consiste en la combinación de palabras e imágenes, no
cabe duda de que se puede afirmar que la onomatopeya constituye la
quintaesencia de la misma. Antonio Altarriba lo explica mejor que yo en Los
hijos de Pulgarcito:
“Existe un
punto, allá al fondo de la viñeta, donde la palabra se visualiza como imagen y
la imagen se lee como palabra. Cada vez que, con motivo de cualquier acción
contundente, hace obligada aparición, el autor no sabe muy bien si tiene que
escribirla o dibujarla”.
Dicho esto, se puede concluir que un buen barómetro
para calibrar la habilidad de un autor a la hora de desenvolverse en el medio
historietil son sus onomatopeyas. En este aspecto, como en tantos otros,
Francisco Ibáñez vuelve a destacar.
Una prueba
de ello la tenemos en la obra de 1986 Dibujemos cómics, escrita por Jordi Vives
y editada por Labor. En esta guía para jóvenes dibujantes, aunque el autor se
decanta claramente por los cánones del dibujo realista y no parece apasionado
por la obra de Ibáñez, recurre a nuestro dibujante cuando tiene que
ejemplificar a los pequeños lectores lo que son las onomatopeyas, como pueden
ver en la imagen.
Llama la
atención que todos los ejemplos pertenezcan a Francisco Ibáñez (no se acredita,
pero resulta obvia su autoría) y que no se trate de una combinación de aportaciones
de dibujantes diversos.
Esto es,
sin duda, fruto del innegable talento que el padre de Mortadelo y Filemón posee
para el arte de la historieta. Sus onomatopeyas, síntesis entre la palabra y la
ilustración, son directas, contundentes, creativas, de enorme valor expresivo. No
en vano fueron escogidas por Jordi Vives como ejemplo para los jóvenes
creadores.
13 comentarios:
Y muchas veces las onomatopeyas sirven para discernir historietas autéticas de Ibáñez de otras apócrifas...
Bien observado, Cartillero. Las onomatopeyas y los disfraces, ambos nos hacen darnos cuenta de cuándo se meten otras manos en la obra de Ibáñez.
Yo no sé vosotros, pero esas onomatopeyas de muchos años han calado tanto que en mi caso solía identificar algunos ruidos o situaciones con ellas XD Incluso en otras historietas (no de Ibáñez) veía raro que se utilizasen otras.
Y bonito homenaje a ellas podría ser el que se publicara por vez primera una aventura que lleva por título una onomatopeya jeje
Nada ha contribuido tanto a enriquecer nuestros idiomas que las onomatopeyas de Ibáñez! xD
Gracias por el favorcillo, Zazu. Raw, ya hay una aventura que tiene por título una onomatopeya. La última:¡ Broommm!
Sí, justo a esa me refería. Quizás no me he expresado bien, pero quería referirme a esa misma :)
¡Aaah! Perdona, Raw. Me has pillado poco sutil, jaja. ;)
Interesante artículo... ¡Me alegra saber que continuas escribiendo! Yo soy de esos que aunque no solemos comentar estamos enganchados al blog :)
Un saludo.
Y yo que se lo agradezco, amigo. Un saludo.
Pues aquí otro fiel lector (yo) que aunque apenas comento, sigo el blog desde su nacimiento, hace ya unos seis años (2007).
Saludos y a por otros seis años más (por lo menos).
PD: Espero que estén pasando todos un buen Verano.
Definitivamente las onomatopeyas de Ibáñez crearon escuela. Es una de esas cosas en las que no mucha gente repara pero que para mí da el puntito diferenciador en la contundencia de una escena.
Ibáñez domina perfectamente la elección de sonidos y es que no "suena" igual un "pum" que un "BOUM!!!!". Cuando leo onomatopeyas poco contundentes o que no pegan en cualquier otro cómic me rechinan los dientes y es porque Ibáñez me tiene malacostumbrado a ese mimo que sólo él le da a sus historietas.
Ni que decir tiene que las onomatopeyas que yo mismo uso beben en gran medida de las del maestro.
Leñe, no sé como el PTAF no se estandarizó más, si me parece el sonido perfecto de golpes y bofetadas.
Muchas gracias por tus palabras, amigo Anónimo. Easmo, gracias también por comentar y profundizar en la entrada.
Ibáñez siempre fué el gran genio de las onomatopeyas. Tan genial, que no por repetidas, dejaba uno de sonreir al verlas, por lo efectivas y ajustadas al contexto. Concuerdo con que "Ptaf" debió tener mayor suerte y estandarizarse, onomatopeya indudable de la patada al trasero, así como "plaf" para el bofetón. Onomatopeyas tan simples como "Zas", o "Cras" eran tan adecuadamente ubicadas, que inevitablemente arrancaban la sonrisa. Otros ejemplos célebres: "Trunch" (caminar rompiendo el piso, en contraposición a "Crunch", aplastamiento crujiente, jejeje), "Suis", "Tchac","ris,ris,ris", "crock" y por supuesto el rasgarse algo: "Raaas!", y tantas otras que escapan a mi memoria. El punto de este comentario es que en ningun otro comic que haya leído en mi vida, encontré jamás tan variadas y adecuadas onomatopeyas, que desde mi infancia hasta ésta mi vejez, me han acompañado y me siguen acompañando. Un tributo a Ibáñez y saludos a todos
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