domingo, 7 de julio de 2013

LAS ONOMATOPEYAS EJEMPLARES DE IBÁÑEZ



Si consideramos que parte un rasgo definitorio de la historieta (como medio) consiste en la combinación de palabras e imágenes, no cabe duda de que se puede afirmar que la onomatopeya constituye la quintaesencia de la misma. Antonio Altarriba lo explica mejor que yo en Los hijos de Pulgarcito:

            Existe un punto, allá al fondo de la viñeta, donde la palabra se visualiza como imagen y la imagen se lee como palabra. Cada vez que, con motivo de cualquier acción contundente, hace obligada aparición, el autor no sabe muy bien si tiene que escribirla o dibujarla”.

             Dicho esto, se puede concluir que un buen barómetro para calibrar la habilidad de un autor a la hora de desenvolverse en el medio historietil son sus onomatopeyas. En este aspecto, como en tantos otros, Francisco Ibáñez vuelve a destacar.


            Una prueba de ello la tenemos en la obra de 1986 Dibujemos cómics, escrita por Jordi Vives y editada por Labor. En esta guía para jóvenes dibujantes, aunque el autor se decanta claramente por los cánones del dibujo realista y no parece apasionado por la obra de Ibáñez, recurre a nuestro dibujante cuando tiene que ejemplificar a los pequeños lectores lo que son las onomatopeyas, como pueden ver en la imagen.

                                              


            Llama la atención que todos los ejemplos pertenezcan a Francisco Ibáñez (no se acredita, pero resulta obvia su autoría) y que no se trate de una combinación de aportaciones de dibujantes diversos. 

            Esto es, sin duda, fruto del innegable talento que el padre de Mortadelo y Filemón posee para el arte de la historieta. Sus onomatopeyas, síntesis entre la palabra y la ilustración, son directas, contundentes, creativas, de enorme valor expresivo. No en vano fueron escogidas por Jordi Vives como ejemplo para los jóvenes creadores.


13 comentarios:

cartillero dijo...

Y muchas veces las onomatopeyas sirven para discernir historietas autéticas de Ibáñez de otras apócrifas...

Chespiro dijo...

Bien observado, Cartillero. Las onomatopeyas y los disfraces, ambos nos hacen darnos cuenta de cuándo se meten otras manos en la obra de Ibáñez.

Raw dijo...

Yo no sé vosotros, pero esas onomatopeyas de muchos años han calado tanto que en mi caso solía identificar algunos ruidos o situaciones con ellas XD Incluso en otras historietas (no de Ibáñez) veía raro que se utilizasen otras.

Y bonito homenaje a ellas podría ser el que se publicara por vez primera una aventura que lleva por título una onomatopeya jeje

ZaZu dijo...

Nada ha contribuido tanto a enriquecer nuestros idiomas que las onomatopeyas de Ibáñez! xD

Chespiro dijo...

Gracias por el favorcillo, Zazu. Raw, ya hay una aventura que tiene por título una onomatopeya. La última:¡ Broommm!

Raw dijo...

Sí, justo a esa me refería. Quizás no me he expresado bien, pero quería referirme a esa misma :)

Chespiro dijo...

¡Aaah! Perdona, Raw. Me has pillado poco sutil, jaja. ;)

Anónimo dijo...

Interesante artículo... ¡Me alegra saber que continuas escribiendo! Yo soy de esos que aunque no solemos comentar estamos enganchados al blog :)
Un saludo.

Chespiro dijo...

Y yo que se lo agradezco, amigo. Un saludo.

Anónimo dijo...

Pues aquí otro fiel lector (yo) que aunque apenas comento, sigo el blog desde su nacimiento, hace ya unos seis años (2007).

Saludos y a por otros seis años más (por lo menos).

PD: Espero que estén pasando todos un buen Verano.

Easmo dijo...

Definitivamente las onomatopeyas de Ibáñez crearon escuela. Es una de esas cosas en las que no mucha gente repara pero que para mí da el puntito diferenciador en la contundencia de una escena.

Ibáñez domina perfectamente la elección de sonidos y es que no "suena" igual un "pum" que un "BOUM!!!!". Cuando leo onomatopeyas poco contundentes o que no pegan en cualquier otro cómic me rechinan los dientes y es porque Ibáñez me tiene malacostumbrado a ese mimo que sólo él le da a sus historietas.

Ni que decir tiene que las onomatopeyas que yo mismo uso beben en gran medida de las del maestro.

Leñe, no sé como el PTAF no se estandarizó más, si me parece el sonido perfecto de golpes y bofetadas.

Chespiro dijo...

Muchas gracias por tus palabras, amigo Anónimo. Easmo, gracias también por comentar y profundizar en la entrada.

Jose Angel dijo...

Ibáñez siempre fué el gran genio de las onomatopeyas. Tan genial, que no por repetidas, dejaba uno de sonreir al verlas, por lo efectivas y ajustadas al contexto. Concuerdo con que "Ptaf" debió tener mayor suerte y estandarizarse, onomatopeya indudable de la patada al trasero, así como "plaf" para el bofetón. Onomatopeyas tan simples como "Zas", o "Cras" eran tan adecuadamente ubicadas, que inevitablemente arrancaban la sonrisa. Otros ejemplos célebres: "Trunch" (caminar rompiendo el piso, en contraposición a "Crunch", aplastamiento crujiente, jejeje), "Suis", "Tchac","ris,ris,ris", "crock" y por supuesto el rasgarse algo: "Raaas!", y tantas otras que escapan a mi memoria. El punto de este comentario es que en ningun otro comic que haya leído en mi vida, encontré jamás tan variadas y adecuadas onomatopeyas, que desde mi infancia hasta ésta mi vejez, me han acompañado y me siguen acompañando. Un tributo a Ibáñez y saludos a todos