domingo, 16 de junio de 2013

FILEMÓN CONTRA MORTADELO



Continuamos con el análisis de las historietas cortas de Mortadelo y Filemón, por lo que volveremos a utilizar la clasificación que Miguel Fernández Soto propone para estas pequeñas aventuras de los 70 en El mundo de Mortadelo y Filemón. Hoy abordaremos el apartado que el autor de Cartagena engloba bajo el título “Filemón contra Mortadelo”, es decir, aquellas historias en que los agentes se enfrentan no tanto a un enemigo común, sino el uno contra el otro.  Aunque la clasificación propuesta es subjetiva y matizable, la consideramos lo suficientemente útil y adecuada para el análisis, reconociendo, eso sí, que no es la única posible.

Sin duda, se encuadran en este apartado algunas de las páginas más divertidas de la serie, pues el enfrentamiento entre ambos agentes constituye una parte importante de la esencia de la misma, y se remonta a la época de Agencia de información, en la que la casi exclusiva presencia de los dos detectives hacía que muchas historietas se centraran en las mutuas zancadillas que ambos se obsequiaban recíprocamente.

            La primera, aunque no más antigua historieta que vamos a analizar es la que da título al subgrupo: Filemón contra Mortadelo, aventura de 7 páginas publicada originalmente en el número 2 de Super Mortadelo, en 1972. Filemón, cansado de que Mortadelo sea el más popular de la pareja, estalla de ira cuando el Súper le pide que busque al agente transformista para llevar “todo el peso de la organización”. Esto hace que Filemón piense, un tanto ingenuamente, que dejando a  Mortadelo fuera de juego, tan honrosa posibilidad recaería en él mismo, como si no hubiera más opciones en la TIA, agencia en la que trabajan cientos de hombres.

            La historieta parte de lo que podría ser una reflexión sobre la propia serie. Dos años antes de la misma, Mortadelo se había convertido en el único miembro de la pareja que daría título a la propia revista semanal. En 1972 será nuevamente el agente gafotas el elegido para titular Super Mortadelo, cuyas portadas acaparará en un primerísimo término, relegando a su jefe a un segundo lugar. Poco a poco, se irá extendiendo entre la chiquillería del país aquella expresión de “leer un tebeo de Mortadelo”, ignorando a Filemón en dicha mención. El propio autor se ha referido en alguna ocasión a su pareja estrella como “Mortadelo y el otro”. Con estos antecedentes, no es de extrañar que el bueno de Filemón acabara explotando en una historieta, esta, en la que el personaje demuestra tener sentimientos. Precisamente será esta faceta de Filemón, más humana que la de Mortadelo, la que se reflejaría en la película de Javier Fesser La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003), que carga las tintas en las emociones y sentimientos del ignorado Filemón.

            A partir de aquí se sucederán una serie de gags al más puro estilo de la Warner Bros, que nos recuerdan a las peripecias de el Coyote y el Correcaminos, que pasarán desde los intentos de eliminación más inocuos a los más contundentes, de los más burros (bombazo y tentetieso) a los más sofisticados (la silla que se pliega ante el depósito de ácido). De todos ellos Mortadelo saldrá indemne, mostrando en todo caso una ingenuidad  que resulta jocosa. Finalmente, Filemón decide hablar directamente con el Súper y exponerle su preocupación, diciéndole que considera que él es el hombre más adecuado para llevar todo el peso de la organización. Esta actitud tan sensata, dicho sea de paso, ha sido la segunda opción de Filemón, tras los intentos de asesinato de su compañero. Al final, lo de llevar “todo el peso” de la empresa se plasmará literalmente en una viñeta que muestra el traslado individual por parte de Filemón de todos los muebles de la TIA, al cambiar esta de sucursal.  Este gag, que Fesser consideró tan característico de la serie como para culminar con él su película de 2003, fue ya utilizado por Ibáñez anteriormente y procede realmente de las historietas de La familia Cebolleta, de Vázquez, concretamente de la que aparece en el número 1814 de Pulgarcito, como comenté en El gran Vázquez. Coge el dinero y corre, libro de la editorial Dolmen coordinado por Juan José Vargas.

            Sin duda, esta historieta saca la peor faceta de Filemón, quien se revela como un auténtico sádico que, a imitación del gran visir Iznogud, quiere ser protagonista en lugar del protagonista, saliendo escaldado. Destaca globalmente el gag en que Filemón, hastiado de sus continuos fracasos, se resigna ante la idea de que sus planes saldrán mal y se deja morder por el cocodrilo que originalmente tiene preparado para Mortadelo. Este último sale mejor parado y sus apariciones en esta historieta nos dejan ver a qué dedica el tiempo Mortadelo en la TIA cuando no está desempeñando ninguna misión: se prueba disfraces, pinta la puerta de la cámara acorazada, se prueba capas anti-ácidos, hace la colada…

            En cuanto al dibujo, se aprecia el acabado de Martínez Osete, con las características habituales, como son el mayor tamaño de las manos. Como nota, señalaremos que la viñeta 13 de la página 1, en la que Filemón llora desconsoladamente su anonimato fue reutilizada por Casanyes en alguna historieta corta, no en balde se dice que este autor apócrifo hizo siempre hincapié en la humanidad de los personajes, más que su propio creador.

            La siguiente historieta propuesta por Fernández Soto es la magnífica El abuelo, aventura de 4 páginas publicada originalmente en el Pulgarcito extra 50 aniversario, de 1971 y que fue una de las pocas historias cortas recogidas por Antonio Guiral para la colección de RBA Clásicos del Humor, lo cual nos dará una idea de su calidad. En ella, tras una bronca del Súper en que llama a Filemón “lepidóptero estrábico”, este consulta un diccionario en el que aparece una foto del abuelo de Mortadelo, quien cuenta la historia de tan simpático personaje, a quien ya conocimos en La historia de Mortadelo y Filemón, aventura corta publicada en el Almanaque de Gran Pulgarcito para 1970 (1969).



            Como ocurre en otras semblanzas biográficas de Ibáñez, desde las de La Historia esa vista por Hollywood hasta álbumes como Pero…¿quiénes son estos tipos? (1986), de Chicha, Tato y Clodoveo, o El 35 aniversario (1993), de Mortadelo y Filemón, el humor surge del contraste entre la voz del narrador y lo que muestran las viñetas. Esto da pie a algunos gags brillantes basados en la arrolladora personalidad del abuelo de Mortadelo, tan caradura como su nieto, que muestra una malsana fijación por su vecino, que es, por supuesto, el abuelo de Filemón. Una fijación parecida a la que Mortadelo desarrollará hacia su jefe en álbumes como Su vida privada (1998).

            Destacan escenas como la del supuesto ayuda de cámara del abuelo de Mortadelo, el cameo en prisión de José María “el Tempranillo”, y la anagnórisis final, con un joven Filemón desheredado por su abuelo. Sobresale también la escena en que ambos abueletes se ven en la cárcel, en la que, como siempre en Ibáñez, la emotividad es sucedida por la desdramatización, pues tras los abrazos y lágrimas, lo único que pretende el abuelo de Mortadelo es dejar a su rival en la celda, en un gag similar al que veremos en Billy “el Horrendo” (1983).  En conclusión, una magnífica historia con una notable ambientación de época, un acabado adecuado de Martínez Osete y la muestra de que el odio entre Mortadelo y Filemón tiene algo de determinista, pues viene de generaciones anteriores. El hecho de que Mortadelo cuente la historia de sus antepasados pudo ser el germen de la historieta de principios de los ochenta El árbol genealógico, publicada en el número 9 de Bruguelandia.

            La siguiente historia corta propuesta por Fernández Soto sería Un ayudante competente (Super Mortadelo, nº 7), historieta de 6 páginas en la que Mortadelo y Filemón deben llevar al Museo de la Guerra un cañón manejado por Gengis Khan. La historia reproduce un esquema clásico de las aventuras de la pareja: Mortadelo cometiendo torpezas en cadena y Filemón enfadándose por ello, pero supone una vuelta de tuerca al exagerar la nota: Mortadelo pocas veces ha sido tan torpe y Filemón no siempre ha resultado tan hilarante en sus enfados como en esta ocasión. Nuevamente la envidia será la gota que colme el vaso del jefe de Mortadelo, cuando el director del Museo de la Guerra le reprocha que no sea tan competente como su ayudante.

            El hecho de que desde el título de la historieta se nos recuerde que Mortadelo sigue siendo el ayudante de Filemón nos hace ver que, frente a lo que apuntan Fernández Soto y Antonio Guiral, Filemón sigue estando en un rango superior que Mortadelo en la TIA, como defendimos en este mismo blog. Gráficamente, destacamos algunas viñetas como la 9 de la página 3, en la que parece que faltan un par de onomatopeyas “en off”, la 3 de la página 2, en la que Filemón no luce sus característicos dos pelos y la 10 de la página 4, en la que Mortadelo lleva un doble par de gafas. Sobresale en esta historieta, también acabada por Osete, el nivel de los disfraces de Mortadelo, algunos de ellos muy atractivos, como el de burro, mayordomo, bombero, portero…

            En la historieta ¡Robots! (Super Mortadelo, nº 8), no encontramos que Mortadelo y Filemón se enfrente directa  y conscientemente, sino que, a lo largo de 6 páginas, van a confundirse mutuamente con unos robots similares a ellos que han aparecido en la TIA. La historia sigue el esquema clásico del Anfitrión de Plauto, pero tiene como antecedente más claro la historieta de Anacleto El Sosías, que Vázquez publicó en Din Dan, Extra de Primavera, de 1971. El propio Ibáñez desarrollará este esquema en la aventura larga El señor Todoquisque (1992).

            En ¡Robots! el arranque consiste en un Filemón fastidiando a Mortadelo mientras se prueba disfraces, aunque como verá el lector atento, Mortadelo gana la partida. Reseñable es también el papel del pelmazo ante la contraseña “En Albacete son casi las siete”. Ibáñez remata el chiste con la aparición del portero de la TIA, que redondea el sketch. Miguel Fernández Soto ha destacado también lo surrealista de algunos diálogos de este episodio.

            La historieta, sin embargo, nos plantea algunas dudas, algunos flecos no resueltos. Por ejemplo, no sabemos quién es el villano, que se escapa indemne, y que promete volver. Tampoco se aclara cuál es la misión que originalmente llevó al Súper a convocar a sus agentes, ni por qué el enemigo decidió, de entre todos los agentes, construir robots de Mortadelo y Filemón. Igualmente inexplicable es que, en la última viñeta, un amigo común haya construido dos pequeños robots con las figuras de los agentes.

            En El timador (Super Pulgarcito, nº 63), podemos hablar de enfrentamiento entre los agentes en la medida en que Mortadelo mantiene durante las cuatro páginas de historieta la rechifla ante su jefe, al haber sido este timado por el tipo al que deben perseguir. Destacan momentos hilarantes, como los gags del fajo de billetes y el lazo, el disfraz de Filemón caracterizado como “primo”, etc.  Finalmente, logran capturar al timador, pero Filemón sale malparado de la aventura, pues ha perdido todo su dinero. Nuevamente, vemos el lado más humano del agente bipelo, que es aprovechado miserablemente por Mortadelo para timarlo una vez más, haciendo que pierda lo único que le queda. Esta guasa de Mortadelo ante la ingenuidad de su jefe aparece también el El plano de Ali-Gusa-No (1974). Los agentes serán también timados por aquellos a quien persiguen en Timazo al canto (1994).



            Secuestro es otra pequeña joya de ocho páginas publicada en el Mortadelo Gigante Navideño de 1974. En ella, el protagonista absoluto es Mortadelo, quien tiene la tarea de liberar a Filemón, que ha sido secuestrado.  Poco tiempo más tarde, a Mortadelo le tocará desempeñar una misión parecida en el álbum Los secuestradores (1976). El inicio del episodio nos vuelve a mostrar a Mortadelo y Filemón como dos héroes infantiles poco edificantes, que se van de copas juntos (a pesar de no poder verse) en su tiempo libre hasta acabar totalmente ebrios. El episodio revela también un detalle poco conocido de Mortadelo: la camisa que se aprecia bajo su levita no es sino un postizo, como observamos en la viñeta 1 de la segunda página. Resulta curiosa la camaradería que se constata entre los agentes, que se van de juerga juntos, e incluso quedan por la mañana para ir juntos al trabajo (aquí viven en lugares diferentes).

            Pero no se dejen engañar. Como siempre en Ibáñez, el sentimentalismo dura poco y es prolegómeno de alguna otra escena desdramatizadora en la que se demuestra nuevamente la dureza de corazón de Mortadelo, quien insensiblemente, solo quiere que paguen el rescate para que no devuelvan a su jefe. Algo parecido ocurre en la ya citada Los secuestradores. Tampoco se muestra entusiasmado ante la “faena tonta” de rescatar a su jefe, encomendada por el Súper, pues el agente prefiere irse a ver una película de la bella Elke Sommers. Una vez que en el laboratorio de la TIA (pero no el profesor Bacterio) han analizado la procedencia del anónimo dejado por el secuestrador, se descubre que se trata de Joe Alcachofo, a quien Mortadelo tratará de atrapar en solitario, dando pie a una serie de gags que nuevamente parecen heredados de los dibujos animados de la Warner Bros, concretamente de los protagonizados por el Coyote y el Correcaminos. Seguramente por falta de espacio, la captura del villano es narrada en off por Mortadelo, quien lo entrega al Súper olvidándose de Filemón, a quien deja en una situación poco agradable, gag que culmina esta más que notable historieta.

            Invisibles (Super Mortadelo, nº 54) es una historieta de 4 páginas incluida por Fernández Soto en este capítulo basándose en los continuos perjuicios que Mortadelo causa a su jefe, aunque su incorporación es matizable, pues todos se producen sin querer. En esta ocasión, Filemón es convocado por el Súper para probar un invento del Bacterio, al que no vemos seguramente por falta de espacio, que convertirá al agente en invisible, como el pelo de Ibáñez. El objetivo es huir del Tronchabúfalos, que se prevé que aparezca por la TIA con sed de venganza. Mortadelo, mucho más práctico que Filemón, decide coger el toro por los cuernos, diseñando una serie de trampas contra el malhechor, en lugar de intentar desaparecer como Filemón. Evidentemente, de forma inconsciente, Mortadelo irá golpeando en repetidas ocasiones a su jefe.  Esta historieta presenta como peculiaridad el combinar dos de los finales clásicos de Ibáñez: por un lado, la evasión en el desierto tras la agresión al Bacterio y, ya en dicho escenario, la persecución de Filemón a Mortadelo por pronunciar la palabra clave que desata su ira. Un toque de originalidad para una historieta que debió de ser fácil de dibujar para Ibáñez, pues en rara ocasión aparece más de un personaje por viñeta, dado que los “héroes” actúan por separado (y de forma invisible, en el caso de Filemón).



            Las siguientes historietas pueden ser examinadas conjuntamente. Se trata de ¡Inocente, inocente!, divertimento de cinco páginas publicado en el número 6 de Mortadelo Gigante, de tema Navideño (1975),  así como ¡Inocente!, publicada en el Almanaque de Mortadelo para 1977 (1976). Ambas se engloban dentro de una larga tradición dentro de la propia historia de los personajes, en aventuras cortas como Día de inocentes (1961) o Inocentadas (1969). En realidad, la base de estas historietas hay que buscarla en antiguas historietas de las Hermanas Gilda, de Manuel Vázquez, cuyo esquema copia el padre de Mortadelo y Filemón. El propio Ibáñez reincidirá en este formato en ¡Inoceeeenteee!, otra historieta corta de 1991, que supone la última aparición de la señorita Irma en las viñetas de Ibáñez (que no en las portadas).

            ¡Inocente, inocente! comienza, al igual que la otra, con uno de los personajes sufriendo una agresión tras consultar el calendario, lo cual desata la caja de los truenos. En esta obra, Filemón perpetra todo tipo de cafrerías y burradas contra Mortadelo, quien sale indemne de todas. Curiosa la mención al sobrino de Mortadelo, que no sabemos si es el mismo que conoceremos en Los sobrinetes (1988). En ¡Inocente! el esquema se complica, pues en él se involucran además de los protagonistas el Súper y el Director general, dando pie a una situación explosiva que, definitivamente, se les va de las manos a todos. Nótese que en la viñeta 3 de la página 5 aparece el concepto de “Mortadelada”, que dará pie en los años 80 a una serie de historietas cortas de Casanyes, de una sola página.


 
            Como dijimos al principio del artículo, estas historietas que enfrentan entre sí a nuestros agentes constituyen la esencia misma de la serie, pues aunque en la canción de la serie de dibujos animados de BRB Internacional se dijera aquello de “Buenos colegas los dos”, lo cierto es que Mortadelo y Filemón son dos personajes que viven permanentemente enfrentados, al margen de las visiones románticas que se puedan tener de las criaturas. No en vano, cuando el director de cine Javier Fesser dijo a Ibáñez que su visión de la pareja de agentes era la de “dos perdedores unidos por su amistad”, el dibujante catalán contestó que en realidad se trataba de dos “cabrones” que venderían a su madre por dos duros. Y algo sabrá el autor de sus propias criaturas, ¿no creen?

            A lo largo de su carrera, Mortadelo y Filemón se han enfrentado mutuamente de forma tan explícita como en estas historietas en aventuras largas como Misión de perros (1976), con el inolvidable capítulo en que Filemón quiere darle morcilla al perro de Mortadelo,  Hay un traidor en la TIA (1983), El ascenso (1983) o El ansia de poder (1989), historietas en las que fuimos testigos de las peleas internas entre los dos protagonistas.

            En este sentido, Mortadelo y Filemón no difieren en exceso del resto de personajes de la Editorial Bruguera, pues, como ellos, son un reflejo de una sociedad fracturada, partida en dos, rasgada por la zanja indivisible de la guerra civil. Mortadelo y Filemón no se enfrentan a un enemigo común, como Astérix y Obélix, símbolo del carácter combativo del inconformismo francés, del que tan buenas pruebas habían dado los galos en la relativamente reciente II Guerra Mundial. Mortadelo y Filemón parten de un terreno abonado por la Guerra Civil Española, en la que lucharon hermanos contra hermanos. Como reflejo inconsciente de esto, en sus historietas ( y en las de la mayoría de los autores de Bruguera), el enemigo en raras ocasiones será un supervillano, sino que serán la suegra, la portera, el guardia urbano de la esquina, el patrón… Y es que, no lo olviden, queridos lectores, ninguno de los villanos a los que se han enfrentado ha jorobado tanto a Mortadelo como el propio Filemón (y viceversa).

8 comentarios:

Raw dijo...

"El viejo gracioso se me escapó, pero el nieto... el nieto ese sí que no se me escapa" xD

Esa dinámica de enfrentamiento de alguna manera se quiso recuperar en las largas de La Sirenita y la más reciente de Chernobil qué cuchitril, con gags muy acertados.

Enorme entrada, como es habitual en el blog.

maginelmago dijo...

El contraste narrador-imagen mostrada es una de las cosas más graciosas de este tipo de historietas. Es darle una vuelta más al concepot de lo que es un tebeo: la interacción entre texto e dibujo o entre guión e imagen, o entre imágenes. Víctor Mora lo suele utilizar habitualmente en sus aventuras de dibujo realistas realizadas por Darnís o por Ambrós, por ejemplo (Trueno, Jabato, Corsario de Hierro...), y seguramente el choque es aún más interesante porque parece que "si es de dibujo realista el texto todo tiene que serlo". Si encima contrastamos con otras series de aventuras, sean la de la familia de M.Gago o sean las de DC o Marvel, el contraste narrador-imagen en el caso de Mora aún es un recurso más ingenioso, porque en aquellas no se dá. Por tanto, en Bruguera tenían un grupito de gente capaz (en general) y capaces en concreto de utilizar todo tipo de recursos gráficos y literarios en la conformación de sus comics.

Sería interesante comparar con el uso del narrador en tantas películas españolas de la época.

cartillero dijo...

Magnífica entrada, Chespiro! he disfrutado mucho de su lectura, y eso que algunas de las historietas ahora mismo no las tengo muy frescas.

Resaltar como muchas de ellas salen en los primeros nºs de Super Mortadelo...¡qué gran revista en esos primeros números!

Chespiro dijo...

Gracias a los tres por vuestras aportaciones. Un abrazo.

El shendee dijo...

Aquí creo que influye el estereotipo que hay en este país (aunque también en otros lugares) de que les cómics y los dibujos animados tienen que ser para niños. No hay más que ver cómo "Los Simpsons" se emite en horario infantil (creo que incluso "South Park" llegó a hacerlo durante un tiempo, antes de que la alarma sonase tras unos cuantos "hijo de puta"). Así, la gente no se da cuenta de los aspectos más sombríos de la obra de Ibáñez y sigue pensando que está hecha para niños (cuando cualquiera que haya leído un cómic de éstos verá que Ibáñez no tiene esa visión), y al adaptarlo a dibujos animados directamente se eliminaron esos aspectos sombríos.

Chespiro dijo...

El Shendee lleva razón. En la versión de BRB internacional eliminaron cualquier aspecto más o menos escabroso relacionado con los gags que protagonizaban los personajes.

Easmo dijo...

Inevitable no empatizar con Filemón y su eterna posición como "el otro". Bueno, hasta que da rienda suelta a sus instintos homicidas, claro.

Mi favorita es la de los abuelos de Mortadelo y Filemón, con esa viñeta final en que Filemón persigue a Mortadelo gritando "el viejo gracioso se me escapó, pero el nieto, ¡¡ESE NO SE ME ESCAPA!!"

Chespiro dijo...

Jajaja, mítico, Easmo.