En 1976 yo tenía 19 años y era estudiante. En las demandas de empleo de La Vanguardia leí un anuncio: “¿Quiere ganar dinero trabajando en casa? Necesitamos guionistas de cómic”. Me presenté en la entonces sede de Bruguera, en la calle Camps y Fabrés, y me hicieron una prueba que consistía en escribir un guión de dos páginas de “Pepe Gotera y Otilio” a partir de un guión de muestra. Hice la prueba, al cabo de unos días me llamaron y fui a ver a Sanchis, el jefe de estudio. Me dio unos consejos: pensar en las expectativas del lector, dejar “lo del aumento del precio” para más adelante. Pero no tuve que rehacer el guión de prueba y Sanchís me encargó más guiones. Al precio sin aumento, claro. Para mi sorpresa, me habían aceptado.

2.- Antes de ser profesional del medio, ¿eras lector asiduo de los personajes de Ibáñez u otros bruguerianos?
Ibáñez, Vázquez, Martz Schmidt, Segura, Escobar, Peñarroya, Jorge, Conti, en fin, todos los de las revistas Bruguera y los de TBO, “La familia Ulises”, las páginas de Coll, Tínez, Blanco, Ftur, el primer Raf, que firmaba Roldán, y también los de Jaimito y Pumby, de la editorial Valenciana y los de Novaro.
3.- ¿Qué serie de Ibáñez te gustaba más guionizar? Y como lector, ¿cuál prefieres?
Mortadelo era más flexible, podía pasar cualquier cosa y tenía el recurso de los disfraces. Como lector, “13, rue del Percebe” y las páginas temáticas “vidas ejemplares” e “increíble pero mentira”, que también hacía Manuel Vázquez.
4.- ¿Era fácil imitar el estilo de Ibáñez?
Era difícil. No por la mecánica, que es sencilla: gags tipo slapstick con preparación, golpe y epílogo, encadenados uno detrás de otro. La dificultad es que hay que estrujarse mucho las neuronas para bombardear al lector sin parar con gags. Es una técnica del cine mudo que Ibáñez admira mucho y que requiere tenacidad. Además, los diálogos son buenos y muy cómicos.
5.- ¿Tuviste que trabajar también con personajes de otros autores de la editorial?
Fue un placer hacer “Leoncio” de Enrich, “Pepe Trola” de Jiaser, “Neronius”, con Esegé, “Trotamundo”, del guionista Francisco Serrano con dibujos de Íñigo, el creador de “Lola”, para quién también hice guiones de “Mari Pili y Leopoldino, un matrimonio muy fino”, etc.
6.- Estamos hablando de una época en la que Bruguera negaba los derechos a los autores, a veces incluso eliminaban su firma, y, en todo caso, no estaba demasiado interesada en que se supiera que Ibáñez no se ocupaba personalmente de todas sus historietas…¿Cómo se explica, entonces, que sí aparecieran acreditados los nombres de los guionistas? ¿Por qué no el de los dibujantes?
Me han preguntado eso mismo otras veces y la verdad es que no lo sé. Mi teoría es que guionist

7.- ¿Tenías contacto con los dibujantes de tus historietas? ¿Te consultaban para la puesta en escena, enfoques, etc.?
Más o menos. Con el tiempo la cosa fue yendo a más. Con los que más trabajamos en común fue con Esegé (Neronius) y con Miguel (Los desahuciados, Fernández); con Nabau hicimos una serie, Adelino Flequillo, delantero del soplillo, de breve vida. Con los dibujantes de Ibáñez (Cánovas, Lourdes, Muñoz) tenía contacto, pero el trabajo era bastante apremiante, mis guiones eran detallados y ellos los interpretaban muy bien, así que no planificábamos demasiado en equipo.
8.- ¿Te quisieron especializar en alguna de las series de Ibáñez en concreto?
La producción se fue decantando cada vez más hacia Mortadelo, de modo que al final acabé haciendo guiones sólo para esa serie.
9.- ¿A qué persona o personas de la editorial recuerdas con especial cariño hoy en día?
A muchas. A los compañeros de la redacción en general, Matías Guiu, redactor jefe y fino humorista, Julio Fernández, extraordinario ser humano, Francisco Serrano, Monstserrat Vives, Mariví Calvo, Mercedes Blanco, Anna María Palé. Y de los dibujantes, Raf, Esegé, Carrillo, Jaume Rivera, March, Ibáñez, Escobar, Nabau, Escolano, Manuel Vázquez y, por supuesto, Miguel.
10.- ¿Cómo fue tu relación con Ibáñez? ¿Hubo alguna fricción por guionizar sus historietas sin su participación?
La relación fue y es amistosa. Ibáñez siempre ha sido amable y generoso conmigo. Como sabes, Ibáñez tuvo un gran contencioso con Bruguera y se vio obligado entablar una batalla legal para recuperar a sus personajes, batalla que ganó, afortunadamente para él y para los derechos de autor en general: en ese sentido, su victoria nos benefició a todos. Nunca hubo fricciones, aunque en otro tiempo Ibáñez miraba con recelo mi airoso tupé rizado. Pero ahora que ambos somos calvos, podríamos friccionarnos las pistas de aterrizaje de la azotea con Centella para muebles.
11.- ¿Te llegó Bruguera a pagar royalties por las reediciones en álbum y las ventas al extranjero?
Royalties y Bruguera, he aquí un oxímoron. Nunca vi un duro. Ojalá hubiera hecho esos trabajos ahora.
12.- ¿En qué momento te hacen “dar el salto” a las historietas largas?
Creo que fue en el 82, cuando me incorporé a la redacción. Por aquel entonces la venta de tebeos había descendido y el negocio se decantaba más hacia los álbumes.
13.- Cuando empiezas a guionizar aventuras extensas de los personajes de Ibáñez se produce un salto cualitativo notable en tus guiones, ¿a qué lo atribuyes?
Más que un salto fue una evolución. Yo trabajaba en varias series, Los desahuciados entre ellas, hacía historias temáticas de 8 páginas para Mortadelo Especial y lo pasaba bien. En suma, la mejora en mis guiones se debió a que me gustaba hacerlo y encima me pagaban.
14.- ¿Podrías decir a nuestros lectores los títulos de algunos de esos álbumes escritos por ti?
A la caza del Chotta, La secta del Zum-bao, El país del petrodólar, La historia del dinero...
15.- De entre ellos, yo destacaría ¡A la caza del Chotta!, dibujado por Juan Manuel Muñoz, una idea bastante original que pasaba por llevar a nuestros personajes a nuevos escenarios con un enemigo muy particular, ¿guardas algún recuerdo especial de ese álbum?
Me divertía con el loco protagonista y con los gags de Ofelia, un personaje machista-feminista. Es fea, gorda, algo malvada y muy vengativa pero también es tierna, lista, y sabe salirse con la suya y dejar a los hombrecitos a la altura del betún. Es uno de esos secundarios que dan mucho juego.
16.- Sin embargo, creo que uno de los mejores que escribiste fue La secta del Zum-bao, en el que se aprecia incluso cierta crítica social. De hecho, te confieso que de niño lo leí durante años pensando que era de Ibáñez, ¿te sientes especialmente orgulloso de este u otro trabajo brugueriano?
Bueno, si lo leíste pensando que era de Ibáñez me siento orgulloso por la parte del guión y creo que el dibujante lo estará por la parte del dibujo. De todos modos, y reconocien

17.- También escribiste algunas historietas largas de El Botones Sacarino, ¿sabes a qué se debió ese intento de “lanzar” al Botones ( y no a otros personajes de Ibáñez) en aventuras largas a principios de los 80?
No lo sé, la verdad. Creo que probaban lo que se les ocurría.
18.- ¿Hasta qué punto crees que tu trabajo y el de otros guionistas y dibujantes (acreditados o apócrifos) contribuyó a difundir y consolidar la fama de Mortadelo?
Sinceramente, no creo que ni Ibáñez ni Mortadelo lo necesitaran. En algunos momentos (y hablo por mí) creo que más bien fueron en detrimento de la serie. Por supuesto no quisiera quitarle importancia al trabajo de Casanyes, Lourdes López, Cánovas, Muñoz, y de los guionistas Julio Fernández, Jaume Rovira, Casanovas y otros, pero Mortadelo hubiera funcionado igual si estos artistas –yo incluido– no hubieran participado.
19.- Hoy en día ese material se ha eliminado de las recopilaciones de Mortadelo y Filemón, pero sigue siendo carne de coleccionista en ferias del libro antiguo. ¿Qué opinas de eso?
Eso prueba que entre varias personas llegamos a acercarnos a un nivel comparable al que tiene Ibáñez él solo. Se puede apreciar el mérito del trabajo en equipo (o en cadena) y de lo artesanal. “Ibáñez apocrifo”, ja, ja.
20.- Pasado el tiempo, ¿cómo valoras globalmente esa producción que salió de tus manos?
Bruguera me dio la oportunidad de aprender, aunque me gustaría retirar de la circulación todos mis primeros guiones.
21.- Dentro de la obra de Ibáñez, ¿qué época o álbumes te gustan más?
Valor y al toro, El gag del Chicharrón, Chapeau el esmirriau y la primera época de los años 50 y 60.
22.- ¿Tiene algo que ver contigo Manuel de Cos, personaje de Ediciones B caricaturizado en el álbum de Mortadelo ¡Rapto tremendo!?
Es mi hermano. ¡Hey, Manuel, eres un “personaje”, ja, ja! Es editor de Ediciones B y, entre otras cosas, se encarga de la producción de Ibáñez. De ahí las caricaturas en ése y otros álbumes (Manuel aparece, por ejemplo, en otro sobre la informática y los ordenadores, no recuerdo ahora el título).
23.- Ya en los 80 se apreciaron atisbos de libertad creativa con series propias como Los desahuciados y Fernández. ¿Qué recuerdos guardas de ese trabajo en el que no tenías que intentar imitar el estilo de nadie?
Nos sentíamos libres. Hacíamos historias sobre temas que nos gustaban, como el rock o la espada y brujería. Pero la historieta clásica ya estaba en declive y Rovira, March, Esegé, Cera, Ramis, Marco, Miguel, Maikel, un servidor y muchos otros separaron sus caminos.
24.- Profesionalmente, ¿te aguarda algún trabajo comiquero en el futuro próximo?
Quizás, quizás, quizás.
25.- ¿Eres consciente de formar parte de la memoria colectiva de varias generaciones de lectores que guardan en sus recuerdos la leyenda “Guión: Jesús de Cos” en la parte superior de muchas de sus historietas de la infancia?¿Qué le dirías a esos lectores?
De tarde en tarde encuentro a una persona que se acuerda de “guión: Jesús de Cos”. También hay por la web quien se acuerda de mis antepasados por atrocidades guionísticas con la misma firma. A los que me recuerdan con cariño, besos; a los que me recuerdan con rencor, volvereeee, como dijo Freddy Krueger.
¡Muchas gracias de nuevo!