domingo, 15 de enero de 2012

EL CASO DEL BACALAO (1970)

El caso del bacalao (1970), una de las grandes historias largas de Mortadelo y Filemón, se caracteriza por su curioso formato episódico: 28 páginas de historia continua y 4 capítulos de 4 páginas cada uno que rematan la historia planteada al principio. Esta peculiar configuración se debe a que el primer gran episodio fue publicado en la ambiciosa revista Gran Pulgarcito (números  74 al 84), mientras que el resto se publicó en la recién nacida revista Mortadelo, debido al fracaso de la primera.

Una de las circunstancias que Ibáñez atribuyó al naufragio de Gran Pulgarcito fue el “continuará”, al que el público español no estaba acostumbrado. Es por ello que la tónica de episodios autoconclusivos de cuatro páginas que, unidos, constituyen una historieta fue la apuesta para la revista Mortadelo. En realidad, Ibáñez había calibrado ya esta opción, ya que de las aventuras anteriores de Mortadelo y Filemón, solo El sulfato atómico (1969) y Valor…¡Y al toro! (1970)— posiblemente planificada antes que las dos precedentes— narran una historia sin episodios. En cambio, Contra el “gang” del “Chicharrón” (1969) sigue una estructura ejemplarmente episódica. Por su parte, Safari callejero (1970) muestra episodios de cuatro páginas, aunque no completamente cerrados, de manera que se crea la ilusión de una historia continuada. El hecho de que El caso del bacalao presente una narración seguida en sus primeras 28 páginas nos lleva a preguntarnos si el guion fue concebido por Ibáñez antes que el de Contra el “gang” del “Chicharrón” y el de Safari callejero, o si bien simplemente el autor seguía experimentando con la narrativa en la quinta aventura larga.

    Otro detalle que nos parece sugerir, aunque no podamos probarlo,  que tal vez el autor concibiera esta historia antes de las dos últimas citadas sería el dibujo más cuidado que presenta El caso del bacalao. Sin embargo, esta cuidada realización se trunca al volver a la estructura episódica. El hecho de tener una revista más en el mercado, llevó a Bruguera a contratar entintadores inexpertos que, al menos en el segundo episodio del álbum, realizan una labor deficiente, que trunca el excepcional desarrollo gráfico de la historieta, probablemente entintada por el propio Ibáñez hasta la página 28. Así, el cuidado dibujo da paso a otro más estandarizado que rompe con el aspecto “más europeo” que hasta entonces definía al álbum.

    El argumento de la historia es el siguiente: una banda de mafiosos italianos comandada por Lucrecio Borgio compra todo el bacalao de la ciudad, ofreciéndolo a precios de risa, con el objeto de provocar la sed de los vecinos. Posteriormente, piensan volar los conductos de agua, de manera que los sedientos ciudadanos tendrán que comprarles a ellos sus propias reservas de agua, que venderán a precios prohibitivos.  Como señala Miguel Fernández Soto en El mundo de Mortadelo y Filemón, el argumento parece estar basado en la historieta de Anacleto El malvado Vázquez, en la que Manuel Vázquez desarrolla un esquema similar.

    El comienzo de la historieta es inusual, ya que por una vez vemos que el argumento del caso empieza afectando a nuestros agentes, que son los primeros que se nos muestran con una sed atroz. Ya desde el principio observamos un dibujo más cuidado que en la mayoría de las historietas, con la figura de los personajes algo más pequeña que de costumbre, lo cual permite trabajar más los fondos, detallando elementos secundarios como los azulejos, permitiendo un mayor juego con la línea de las viñetas, etc. Una muestra de este dibujo más trabajado, es la sombra de Filemón sobre la puerta en la viñeta 5 de la página 1.

                                                  

    En esta historieta se ve que ambos personajes viven en pensiones diferentes, ya que tienen patronas distintas. Eso sí, comen mejor que en la pensión El Calvario, ya que, al menos, le ponen bacalao para comer. El capítulo, rebosante de clasicismo pasa por el uso de entradas secretas y cuenta con la presencia de un secretario, que Mortadelo toma por una chica y al que acaba quemando las melenas, en un claro gesto de intolerancia a los “melenudos hippies”, muy propio de la época. Aparece en escena también el agente Floro, quien en principio se niega a cumplir las órdenes del Súper. No sabemos si se trata del mismo agente Floro que en la siguiente aventura, La máquina del cambiazo (1970), aparece en la lista de agentes caídos en acto de servicio por no obedecer las órdenes del jefe.

    Cuando nuestros agentes son enviados a investigar a la banda de Lucrecio, muestran su inoperancia a la hora de entrar al local donde se reúne la banda. Esto da pie a la mítica escena de Filemón con el cocodrilo, que incluso es utilizada por Ibáñez para la portada, en una ilustración basada en un dibujo de Franquin. Afortunadamente, Mortadelo salvará la situación de forma más o menos honrosa. La mayor verosimilitud del episodio se demuestra en pequeños detalles como el hecho de que Filemón, con la ropa destrozada, se marche a cambiarse de atuendo.

     Uno de los grandes hallazgos del álbum es el grupo de maleantes, entre los que destacan el jefe, Lucrecio Borgio y Aldo. Entre los dos desarrollan una rutina cómica consistente en que, cada vez que Borgio va a darle un golpe a Aldo, previamente lo peina con la raya en medio. Un gag similar se aprecia en la serie de televisión mexicana “Chespirito”, creada por Roberto Gómez Bolaños. Esta similitud se debe a la herencia común que tanto Ibáñez como el cómico mexicano tienen con el humor de Laurel y Hardy. La banda de Lucrecio Borgio vuelve a aparecer en el álbum Venganza cincuentona (2007) aunque su participación, asociada al Gang del Chicharrón, es mínima. Como anécdota hay que reseñar que se vuelve a nombrar a un tal Lucrecio Borgio, envenenador, en Mundial 2006 (2006). Los mafiosos son caracterizados con un dialecto parecido al italiano que hace que la lectura de la obra pueda resultar ligeramente más difícil para el público de menor edad.

    El álbum cuenta con algunas innovaciones impropias del autor, como es el chiste de “no se oye ni trama de lo que tortan”, con su correspondiente cartela (página 9). En la página 9 encontramos también la décima viñeta, que muestra a la banda de Lucrecio reunida. El autor de El rincón de Mortadelón señala la similitud de dicha ilustración con la viñeta 2 de la página 4 de la historieta de Anacleto El sobre lacrado, publicada en Gran Pulgarcito, Almanaque para 1970 (1969). Dicha viñeta fue posteriormente copiada por Casanyes para la historieta corta “Los Superhombres”. Al no verse el autor constreñido a un número limitado de páginas por semana, se permite secuencias en las que se emplean varias viñetas para un mismo gag, como la carrera de Filemón en la página 10 o la secuencia en la que el mismo agente hace un agujero en la pared en la página 15. Ibáñez combina esta narración inusualmente más pausada con grandes ejemplos de economía narrativa, como la viñeta 1 de la página 11, en la que vemos con un solo golpe de vista cómo los bandidos descubren a nuestros agentes y cómo ellos huyen del caserón donde se hallan. Esto se logra situando esta segunda acción en un plano posterior, que el lector puede ver a través de una ventana.

                                                             


    Será en esta página 11 donde apreciemos la primera persecución entre nuestros agentes, que en esta historia se muestran más civilizados y colaborativos entre sí. En este álbum, y como suele ser habitual, es Mortadelo quien suele salvar la papeleta, encontrando la solución más adecuada a situaciones límite, por ejemplo, cuando salva a su jefe del cocodrilo o cuando recurre a trucos como el de los brazos postizos o la pistola de goma. Sin embargo, esta vez será Filemón quien, al encontrar una maleta abandonada, tenga una idea. Esto, que no es frecuente en la serie, extraña al propio Mortadelo, quien desvela a través de un ideograma que considera que su jefe tiene la cabeza llena de serrín. Sin embargo, no hay que pasarse de listo, pues esta vez será Mortadelo quien eche a perder un buen plan, abriendo la maleta donde se oculta su jefe para hacerle una pregunta tonta, en lo que constituye un gag antológico también. Igualmente memorable es el chiste con la alfombra, gracias a la cual nuestros hombres pretenden derribar a sus enemigos, saliendo finalmente trasquilados. Otro ejemplo de la desmitificación de los héroes del cine y la televisión de la época. Una serie de páginas en las que los agentes atacan por separado se resuelve con gags más convencionales, donde destaca la metáfora visual que nos presenta a Mortadelo con una cremallera cerrada por boca.
    Posteriormente, se desarrollan una serie de gags para interceptar a Renato, miembro de la banda que lleva los barrenos para volar la conducción de agua, lo cual da pie a varios sketches que bien podrían estar sacados de los dibujos de la Warner Bros. En concreto, la viñeta 4 de la página 19 parece tener sus orígenes en las míticas caídas del Coyote, en sus intentos de cazar al Correcaminos. Destaca el disfraz de gato de la página 18, por su similitud a los felinos dibujados por Franquin. Finalmente, y como suele ser peor el remedio que la enfermedad, es Mortadelo quien vuela la conducción de agua por error. Las siguientes páginas muestran hilarantemente las hiperbólicas consecuencias de la falta de agua en la ciudad.

 A Mortadelo y Filemón solo le queda interceptar los camiones-cisterna para repartir el agua por la ciudad. Esto da pie a brillantes gags visuales, algunos bastante sádicos, como los que padece Filemón en la página 22. El esquema argumental consistente en interceptar un determinado vehículo (un camión, por ejemplo), se verá también en álbumes posteriores como La crisis del golfo (1991). En estas páginas se aprecian algunos detalles absurdos de fondo, de los que tanto abusará Ibáñez en épocas venideras, como los cuervos y el gato de la viñeta 6 de la página 23. La inoperancia de nuestros agentes los lleva a hacerse con un camión que transporta alquitrán, dando pie a un simpático gag en que dejan ennegrecidos a los habitantes de la ciudad, quienes esperaban obtener agua. Con el objeto de que haya agua para todos, Mortadelo baila disfrazado de brujo la danza de la lluvia, en una escena hilarante en la que las vacas bailan al son de nuestro personaje. Esto provoca una inundación de proporciones bíblicas que, definitivamente, se va de las manos de los agentes.

                                                            


    Como dijimos, a partir de la página 29, comienza un nuevo episodio de 4 páginas. Ignoramos si Ibáñez tenía planeado otro desarrollo para la historieta, narrándola toda de forma continuada. En todo caso, parece que es complicado que lo sepamos. El segundo capítulo, publicado en el número 0 de la revista Mortadelo, tiene como título “Atraco pasado por agua”, pero sigue manteniendo la coletilla de “Mortadelo y Filemón, Agencia de información”. A esto hay que sumarle que ni el Súper ni la TIA vuelven a aparecer en la historieta, solo se nombra al Super- intendente de pasada. Quizá se tratara de un somero intento de devolver la serie a sus orígenes, tras el fracaso de Gran Pulgarcito. El capítulo se desarrolla sin mayor novedad, ya con un nivel de dibujo muy estandarizado y un entintado deficiente. Los villanos pretenden atracar un banco en medio de la inundación, pero los protagonistas se lo impiden. Al final del capítulo, Borgio habla de “la próxima semana”, anticipando lo que va a ocurrir, lo cual subraya el carácter episódico semanal de la historia.  

    El tercer capítulo comienza con una buena viñeta que muestra los estragos del barro que ha sucedido a la inundación. Se salda el episodio con buenos gags, como el de los zancos, y con un Mortadelo pletórico que, gracias a sus disfraces, detiene a los villanos de forma ingeniosa. Sin embargo, queda Lucrecio Borgio, quien será perseguido en el cuarto episodio, el cual tiene algunos puntos originales, como el disfraz de “sentar la cabeza” o la presentación de Mortadelo y Filemón a través de sus sombras en la viñeta 13 de la página 2. Lucrecio, en su intento de robar un banco, burla a los agentes, gracias a la inoperancia de Mortadelo, quien acaba camuflándose tras una estatua a Colón, que parece remitirnos a la ciudad de Barcelona. En el quinto episodio se vuelve a hablar de la TIA y en él presenciamos algún gag notable como el de la bomba pegada con pegamento. Priman aquí los gags visuales, relativos a la enorme roca que acaba aplastando a nuestros agentes y también a Lucrecio Borgio. La viñeta final muestra a los protagonistas vendados dándose golpes el uno al otro.


    A pesar del abrupto cambio de esquema a partir de la página 29, que sin duda lastra la obra y es un sambenito que siempre lleva consigo, podemos decir que El caso del bacalao es una de las más brillantes historietas de Mortadelo y Filemón. Tanto desde el punto de vista del guion, con una trama sólida plagada de gags brillantes, como desde el punto de vista del dibujo, con unas casi treinta páginas de excelente resolución gráfica. Al igual que el resto de historias largas primigenias, El caso del bacalao ha sido traducido a multitud de idiomas, con títulos diferentes: O caso do bacalhau (Portugal), "Hilfe, wir verdursten!" (Alemania),  Le Roi de la Mafia (Francia), Het geval van de stokvis (Holanda), Ali Caponi & Maffidrengene (Finlandia), etc.  Del mismo modo, el álbum fue tomado como punto de partida de la trama de la película de Miguel Bardem Mortadelo y Filemón. Misión: salvar la Tierra (2008).

11 comentarios:

Don Guri dijo...

Que buenos recuerdos, este album; y la cantidad de veces que lo habre leido (^-^)
Por cierto, el gag de bailar la danza de la lluvia e inundar la ciudad, no se si sera casualidad pero lo lei estas pasadas Navidades en una historieta corta mucho mas antigua de La Familia Pepe o algo asi.

Chespiro dijo...

AH qué curioso ese dato, Don Guri. Gracias por la información.

Don Guri dijo...

Amplio: si se trata realmente e "La Familia Pepe", fue publicado en la coleccion esa del an~o pasado o el anterior de una especie de Superhumores de personajes clasicos de Bruguera, en el tomo "Personajes familiares".
Pordesgracia la lei hace un par de semanas cuando estaba en Espana, y ahora ya no estoy alli, po lo que no puedo comprobarlo.

Chespiro dijo...

Le echaré un ojo al tomo, Don Guri.

Felikis dijo...

Pues sí, el álbum es muy bueno. Me encantó el personaje de Aldo, todo el día recibiendo capones de su jefe.

Curioso el detalle de que en la parte por episodios no se mentara la TIA, sino la Agencia de Información, no me había fijado.

Raw dijo...

El primer capítulo me pareció sublime. El gag para mí más memorable era el de Filemón huyendo para gritar de daño en lo alto de una montaña, así como la confusión de camionero.

Lástima que los otros parecen más bien de relleno, como si Ibáñez hubiera sido obligado a completar las cuarenta y pico clásicas páginas.

Chespiro dijo...

Gracias a ambos por los comentarios. Raw, ¿a qué gags te refieres con lo del relleno?

Raw dijo...

Vaya no había leído hasta hoy este comentario.

No me refería a gags, sino a los capítulos. Los que van después de la inundación, que es la que pone final al primero que es buenísimo y con muy buen ritmo. Puso el listón muy alto y si se hubiera alargado creo que hubiese quedado mejor.

Chespiro dijo...

Sí, no obstante, estarás de acuerdo conmigo en que, a pesar del corte abrupto, sigue siendo un gran álbum.

Raw dijo...

Sin duda! :D

Unknown dijo...

Los capítulos de después de la inundación no son tan malos. Siguen siendo entrañables. De hecho cada vez que hay una inundación y posterior embarramiento de las calles, me vienen a la mente esos capítulos :)