Concurso-Oposición (1975) es un álbum original en medio de una producción ya plenamente estandarizada. La misión se puede encuadrar dentro de lo que las empresas llaman “asuntos internos”, como ocurrirá también con El ángel de la guarda (1995), entre otros. La TIA, consciente de que necesita savia joven para su organización, convoca un concurso-oposición para reclutar nuevos agentes. No deja de ser curioso que una organización secreta solicite personal en el periódico, pero bueno, no olviden que se trata de la TIA. Como todos los de esta época, el álbum se distribuye en 11 capítulos de 4 páginas cada uno. Desde el punto de vista gráfico, el dibujo de Ibáñez se ve empañado por un pésimo entintado, que otorga a la historieta un aire poco cuidado, en general.
En el primer episodio, encontramos una brevísima introducción histórica, la primera en los álbumes del autor, con un chiste que volveremos a encontrar en Una vida perruna (1986), primer álbum de Chicha, Tato y Clodoveo. En este apartado, el Súper busca algunos agentes (a los que, curiosamente, nombra por su número, no por el nombre) , aunque parece no conocerlos, pues le sorprende tremendamente que estén tan mayores. Los chistes relativos a los achaques los retomará Ibáñez en la figura de Raf en Hacer un extraordinario…¡Jo, menudo calvario! (1983), en la de Supermán en Las embajadas chifladas (1991) y en sus agentes habituales en ¡Y van cincuenta tacos! (2007). Igualmente, el director general de turno será el más decrépito de cuantos hemos conocido. Enmarcado en el nivel de dibujo que hemos señalado ya, destaca el enorme detallismo de la mano del Súper en la viñeta doce de la página primera.
En el primer episodio, encontramos una brevísima introducción histórica, la primera en los álbumes del autor, con un chiste que volveremos a encontrar en Una vida perruna (1986), primer álbum de Chicha, Tato y Clodoveo. En este apartado, el Súper busca algunos agentes (a los que, curiosamente, nombra por su número, no por el nombre) , aunque parece no conocerlos, pues le sorprende tremendamente que estén tan mayores. Los chistes relativos a los achaques los retomará Ibáñez en la figura de Raf en Hacer un extraordinario…¡Jo, menudo calvario! (1983), en la de Supermán en Las embajadas chifladas (1991) y en sus agentes habituales en ¡Y van cincuenta tacos! (2007). Igualmente, el director general de turno será el más decrépito de cuantos hemos conocido. Enmarcado en el nivel de dibujo que hemos señalado ya, destaca el enorme detallismo de la mano del Súper en la viñeta doce de la página primera.
En el segundo episodio, llegará el primer candidato, un labriego con burro incluido, heredero de la tradición de garrulos de la Escuela Bruguera, con Agamenón de Nene-Estivill como mejor representante, el cual dará pie a gags contundentes basados en su fuerza bruta. La superioridad física del personaje lo convierte en un candidato idóneo para las filas de la TIA. Los gags encadenados concluyen con la destrucción del deportivo del Súper. En este episodio podemos observar la extraña imagen de un Mortadelo sin el cuello de su vestimenta típica, como curiosidad.En el tercer episodio,llega a la sede de la TIA, que parece más un pisito particular que una oficina, un hombre apocado con pinta de funcionario, cuyos gags vienen motivados por la hilaridad que desata su tremenda debilidad. Finalmente, se sabe que él pretendía ser socio capitalista para el negocio de garbanzos rellenos del Súper que, sorpresa, se ve que estaba pluriempleado.
En el cuarto episodio, llega un muchachuelo presumido, “sobrado” si quieren, que se pavonea de sus habilidades ante Mortadelo y Filemón. Estos, lejos de alegrarse por la organización, se muestran evidentemente celosos de él. Finalmente, los agentes han de claudicar y darle el diploma (no sabíamos que tenían esa potestad), aunque lo “aderezan” con un explosivo, como forma de miserable venganza. Lo que no sabían es que se trataba del hijo del Súper, un joven sobradamente preparado que, en un alarde de honradez, se somete al proceso de selección como uno más. El episodio contiene gags brillantes, como el de la estación de metro hecha con una cucharilla o la guerra de disfraces entre Mortadelo y el muchacho. Destaca por su ironía el disfraz de “pacificador del desierto”. Mortadelo tendrá, con el tiempo, otros duelos de disfraces, en aventuras como Maaastrich…¡Jesús! (1992) o El disfraz, cosa falaz (1995).
En el episodio quinto, llega un aspirante mudo, a lo Harpo Marx, que combina habilidad con torpeza y que conseguirá finalmente los mismos puntos que el Súper cuando ingresó. Sin embargo, al final se descubrirá que se trata de un orangután disfrazado de persona, lo cual provoca la injusta ira del Súper hacia sus agentes. La siguiente candidata, en el capítulo sexto, será una abuelita terrible, heredera de La abuelita Paz de Vázquez, y que tiene homólogas en la obra de Ibáñez, en álbumes como ¡A la caza del cuadro! (1971), El caso del calcetín (1976), Contrabando (1978), La gente de Vicente (1978), Testigo de cargo (1984), Timazo al canto (1994), El jurado popular (1995), De los ochenta p´ arriba (1999), Misión: Triunfo (2002), etc. No faltan los gags típicos relacionados con la purga del gato que les hace tragar, los golpes con la plancha, la vacuna enorme… Los agentes vuelven a tomar partido, pues muestran su claro deseo de echar a la candidata. Finalmente, acaban abandonándola en el mar sin mostrar arrepentimiento alguno.
El candidato del episodio séptimo será un cegato de tomo y lomo. Inexplicablemente, Ibáñez no recurrió a Rompetechos para este capítulo, cosa que, seguramente, sí habría hecho hoy en día. El encargado principal de lidiar con él será Mortadelo, que demuestra una vez más su poca paciencia. Destaca el uso del zoom en la página 26, así como la escena en que el miope va conduciendo un coche con espantosos resultados, tal y como hizo Rompetechos en alguna historieta corta, y como hará en las futuras Rapto Tremendo (2003), con el chiste del subterráneo incluido, y Venganza cincuentona (2007). Otros gags relacionados con la conducción caótica los tenemos en El estropicio meteorológico (1987) y en El cochecito leré (1985) y El carné al punto (2005)- en estos dos últimos casos, de manos de Ofelia-. El episodio, que contiene buenos gags culmina con nuestros agentes sumamente envejecidos por la experiencia.
En el episodio quinto, llega un aspirante mudo, a lo Harpo Marx, que combina habilidad con torpeza y que conseguirá finalmente los mismos puntos que el Súper cuando ingresó. Sin embargo, al final se descubrirá que se trata de un orangután disfrazado de persona, lo cual provoca la injusta ira del Súper hacia sus agentes. La siguiente candidata, en el capítulo sexto, será una abuelita terrible, heredera de La abuelita Paz de Vázquez, y que tiene homólogas en la obra de Ibáñez, en álbumes como ¡A la caza del cuadro! (1971), El caso del calcetín (1976), Contrabando (1978), La gente de Vicente (1978), Testigo de cargo (1984), Timazo al canto (1994), El jurado popular (1995), De los ochenta p´ arriba (1999), Misión: Triunfo (2002), etc. No faltan los gags típicos relacionados con la purga del gato que les hace tragar, los golpes con la plancha, la vacuna enorme… Los agentes vuelven a tomar partido, pues muestran su claro deseo de echar a la candidata. Finalmente, acaban abandonándola en el mar sin mostrar arrepentimiento alguno.
El candidato del episodio séptimo será un cegato de tomo y lomo. Inexplicablemente, Ibáñez no recurrió a Rompetechos para este capítulo, cosa que, seguramente, sí habría hecho hoy en día. El encargado principal de lidiar con él será Mortadelo, que demuestra una vez más su poca paciencia. Destaca el uso del zoom en la página 26, así como la escena en que el miope va conduciendo un coche con espantosos resultados, tal y como hizo Rompetechos en alguna historieta corta, y como hará en las futuras Rapto Tremendo (2003), con el chiste del subterráneo incluido, y Venganza cincuentona (2007). Otros gags relacionados con la conducción caótica los tenemos en El estropicio meteorológico (1987) y en El cochecito leré (1985) y El carné al punto (2005)- en estos dos últimos casos, de manos de Ofelia-. El episodio, que contiene buenos gags culmina con nuestros agentes sumamente envejecidos por la experiencia.
En el siguiente episodio el aspirante será Hediondo Gáfez Cenícez, un gafe. Esta tipología, aunque aparece otras veces en la obra de Ibáñez no es tan frecuente en su obra como lo es en la de Vázquez o Escobar. Ibáñez volverá a usar un personaje similar en Sidney 2000 (1999). En esta ocasión, el personaje combina sus “cualidades” fatídicas con una torpeza que lo emparienta con las demás criaturas de Ibáñez. Aunque Filemón es escéptico con respecto a su influjo, ha de acabar por admitirlos. El episodio, que contiene muy buenos gags, culmina con el derrumbe del edificio de la TIA, al hacer un agujero en uno de sus pilares, tal y como ocurre en Soborno (1977).
El siguiente candidato es más original. Se trata del Mago Chistera, que también se mostrará como un personaje autosuficiente y “sobradete”, lo cual desata la faceta más agresiva de un Mortadelo nada motivado con la misión. La poca visión de los agentes hace que desaprovechen al que sería, sin duda, un buen fichaje para la TIA. La metamorfosis del Súper con que culmina su intervención bien recuerda a la de La maldición gitana (1989).
En el episodio posterior, nuestros agentes son víctimas de una confusión, al confundir a un marciano invasor con un nuevo aspirante. La invasión de extraterrestres aparece también en álbumes como Los monstruos (1973), Los invasores (1974), Las tacillas volantes (1988), Expediente J (1996), Venganza cincuentona (2007)…amén de varias historieta cortas. El esquema que utilizará Ibáñez aquí será aquel que consiste en mostrar las desventuras de los agresores de Mortadelo y Filemón, que nunca logran su objetivo, algo que vemos también en Magín “el Mago” (1971), Los guardaespaldas (1977), Los gamberros (1978), Los bomberos (1979), El balón catastrófico (1982), ¡Venganza cincuentona! ,etc. No hace falta decir que muchos de los recursos de estos álbumes vuelven a encontrarse en el presente episodio, en el que, por cierto, Filemón no aparece hasta la tercera página, haciendo gala, otra vez, de un escepticismo mayor que el de su ayudante.
El último aspirante encajará dentro del perfil de los “máquinas”, pues hará gala de una capacidad de tirador que dejaría por los suelos al mismo Lucky Luke, además de superar con creces cuantas pruebas le propongan. Esto desatará, cómo no, la envidia de nuestros rencorosos protagonistas. Algunos gags ya nos suenan, como el de la resistencia bajo el agua, similar a una historieta de Sacarino de los sesenta (similar a su vez a una de Gastón el Gafe, de Franquin) o el de enfrentarse a una fiera que acabará siendo devorada por el candidato, gag que Ibáñez sacó de Vázquez y su Anacleto. Sus hiperbólicas cualidades hacen que el individuo resulte ideal para el puesto de Superintendente, con la consiguiente destitución del cargo del pobre Vicente, tal y como ocurrirá en aventuras como Barcelona 92 (1991), El racista (1992) o ¡Pesadillaaaa! (1994). Como de costumbre, el Súper la pagará con Mortadelo y Filemón que, reconozcámoslo, no son culpables de su mal fario, al menos en este caso.
En definitiva, podemos decir que estamos ante un álbum original, ante una misión insólita por parte de nuestros agentes. De hecho, el esquema global de la historia no se ha vuelto a repetir y, aunque hay varios elementos comunes a historietas anteriores, en ningún momento resulta monótono. Los gags, que tendrán esta vez siempre como víctimas a nuestros agentes, se basan en las personalidades de los aspirantes, que se debaten entre la más absoluta incompetencia y el derroche de cualidades, provocando así el efecto cómico. En este último caso, la naturaleza mezquina de los protagonistas, aflorará, con una mal disimulada envidia hacia los novatos. Se trata, en definitiva, de un álbum inolvidable, muy recordado por la mayoría de los fans dado su carácter singular.
El siguiente candidato es más original. Se trata del Mago Chistera, que también se mostrará como un personaje autosuficiente y “sobradete”, lo cual desata la faceta más agresiva de un Mortadelo nada motivado con la misión. La poca visión de los agentes hace que desaprovechen al que sería, sin duda, un buen fichaje para la TIA. La metamorfosis del Súper con que culmina su intervención bien recuerda a la de La maldición gitana (1989).
En el episodio posterior, nuestros agentes son víctimas de una confusión, al confundir a un marciano invasor con un nuevo aspirante. La invasión de extraterrestres aparece también en álbumes como Los monstruos (1973), Los invasores (1974), Las tacillas volantes (1988), Expediente J (1996), Venganza cincuentona (2007)…amén de varias historieta cortas. El esquema que utilizará Ibáñez aquí será aquel que consiste en mostrar las desventuras de los agresores de Mortadelo y Filemón, que nunca logran su objetivo, algo que vemos también en Magín “el Mago” (1971), Los guardaespaldas (1977), Los gamberros (1978), Los bomberos (1979), El balón catastrófico (1982), ¡Venganza cincuentona! ,etc. No hace falta decir que muchos de los recursos de estos álbumes vuelven a encontrarse en el presente episodio, en el que, por cierto, Filemón no aparece hasta la tercera página, haciendo gala, otra vez, de un escepticismo mayor que el de su ayudante.
El último aspirante encajará dentro del perfil de los “máquinas”, pues hará gala de una capacidad de tirador que dejaría por los suelos al mismo Lucky Luke, además de superar con creces cuantas pruebas le propongan. Esto desatará, cómo no, la envidia de nuestros rencorosos protagonistas. Algunos gags ya nos suenan, como el de la resistencia bajo el agua, similar a una historieta de Sacarino de los sesenta (similar a su vez a una de Gastón el Gafe, de Franquin) o el de enfrentarse a una fiera que acabará siendo devorada por el candidato, gag que Ibáñez sacó de Vázquez y su Anacleto. Sus hiperbólicas cualidades hacen que el individuo resulte ideal para el puesto de Superintendente, con la consiguiente destitución del cargo del pobre Vicente, tal y como ocurrirá en aventuras como Barcelona 92 (1991), El racista (1992) o ¡Pesadillaaaa! (1994). Como de costumbre, el Súper la pagará con Mortadelo y Filemón que, reconozcámoslo, no son culpables de su mal fario, al menos en este caso.
En definitiva, podemos decir que estamos ante un álbum original, ante una misión insólita por parte de nuestros agentes. De hecho, el esquema global de la historia no se ha vuelto a repetir y, aunque hay varios elementos comunes a historietas anteriores, en ningún momento resulta monótono. Los gags, que tendrán esta vez siempre como víctimas a nuestros agentes, se basan en las personalidades de los aspirantes, que se debaten entre la más absoluta incompetencia y el derroche de cualidades, provocando así el efecto cómico. En este último caso, la naturaleza mezquina de los protagonistas, aflorará, con una mal disimulada envidia hacia los novatos. Se trata, en definitiva, de un álbum inolvidable, muy recordado por la mayoría de los fans dado su carácter singular.
14 comentarios:
En esta aventura Ibáñez nos demostró que puede crear personajes de todo tipo, aprovechando sus posibilidades y explotando muchos gags. Una galería de frikis con la que lidian nuestros agentes, destacando el pueblerino, el hijo del Súper y el candidato final.
P.D: un honor estrenar los comentarios :D
Un honor que usted lo estrene.
En realidad, las auténticas estrellas del álbum son los candidatos.
Un gran cómic. Le guardo un especial cariño al ser el primero que me compraron de pequeño.
Curioso...para mí también fue uno de los primeros.
Poco mas que an~adir a todo lo dicho aqui. Una de mis mas queridas historias, tambien.
Se sale del estándar. Gracias por el comentario, Don Guri.
Siempre ha sido una de mis favoritas. Yo La considero entre las quince mejores historietas largas de MyF (por lo menos). Saludos.
Nos deja la curiosidad, amigo anónimo, de saber cuáles más entrarían en su ranking.
MAgnífico análisis, Chespiro. Sobre la oportunidad de que una agencia secreta busque agantes mediante anuncio en la prensa, cabe decir que tanto el MI-5, el MI-6 y el CESID lo han hecho :)
Buen análisis. A mi también me gusta mucho este álbum como ya he comentado alguna vez.
Por cierto, no quiero sonar chupacámara, pero hubiese estado graciosilla una referencia en lo de la superioridad del labriego, al artículo que yo escribí sobre ese mismo tema.
Desconocía ese dato, Kal. Ciertamente, Easmo, hay un nuevo ejemplo de ello en este álbum.
En la película Top Secret sale un gag parecido al del "agujero pequeño que en realidad esconde una estación de metro"
Top Secret es de 1984... Por una vez el orden de los plagios (llamémoslos mejor reminiscencias) es al revés?
O ambos beben de una fuente común?
Doc Holliday
El álbum es anterior. Lo de la película puede tratarse de una simple coincidencia. En todo caso, una aportación interesante, anónimo.
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