domingo, 18 de julio de 2010

UNA HUIDA FRANCO-BELGA


Que Francisco Ibáñez bebió directamente de fuentes franco-belgas en un intento de hacer una historieta más " a la Europea" es algo que toda persona metida en el "mundillo" del cómic conoce perfectamente. Tradicionalmente, se suela aludir a las semejanzas entre el Botones Sacarino y los franquinianos Gastón el Gafe y Spirou. Del mismo modo, Franquin sigue siendo la referencia gráfica conocida de álbumes como El sulfato atómico (1969) o Valor...¡Y al toro! (1970).


Sin embargo, en su legítimo afán de encontrar nuevos modelos, Ibáñez también se vio influido por otros autores europeos. Así, ya vimos en El rincón de Mortadelón que Tillieux y su Gil Pupila dejaron impronta en Valor...¡Y al toro! (http://mortadelon.blogspot.com/2010/01/parecidos-razonables-xxiv.html), pero también el álbum más famoso de Ibáñez se ve influido por otras viñetas del mismo autor y personaje.


Así, hay un momento en el argumento de El sulfato atómico (muy simple, por otra parte) en el que Mortadelo y Filemón tienen que huir del palacio de Bruteztrausen y son perseguidos por este y su sicario. Son páginas llenas de ritmo, de movimiento, de vehículos...; páginas que irremediablemente recuerdan a las de El guante de tres dedos (1965), aventura firmada por Tillieux en la que la línea argumental va poco más alla de la continua huida de su héroe, Gil Pupila, del lugar donde sus enemigos lo tienen retenido. La influencia no es meramente argumental, puesto que Ibáñez se sirve de los distintos vehículos utilizados por autores anteriores para conformar la escapada de sus agentes secretos.


De este modo, en la página 30 de El sulfato atómico, encontramos un coche (y un gag) similar al que presenciamos en la página 16 de El guante de tres dedos. En ambos, los villanos están persiguiendo a los protagonistas y el sicario de turno interpreta literalmente la orden de avance de su superior, sin tener en cuenta que hay una pared delante.






Con respecto al vehículo que toman Mortadelo y Filemón para huir, es bastante más conocido el hecho de que toman "prestado" un todo-terreno blindado muy similar al que encontramos en una obra de Peyó, concretamente en el álbum de Valentín Acero El agente especial. Los ejemplos siguientes muestran su correspondencia tanto de lado como por detrás.



















Siguiendo con Bruteztrausen y su esbirro, que, recordemos, estaban privados de su antiguo medio de locomoción, vemos que estos agarran ahora un auto al que le faltaba una rueda, de manera que se produce el inevitable y brutal giro que culmina en vuelta completa del vehículo e impacto final (pág. 31). En el caso de Tillieux, volvemos con él, el coche vuelca a causa de un desnivel en el terreno, pero los resultados son, como pueden ver, idénticos.












Tras destrozar este nuevo auto, los villanos de Ibáñez se sirven de un jeep que, en si visión frontal y trasera se asemeja bastante al utilizado por los personajes de Tillieux en una historieta corta de Gil Pupila: La guerra en calzoncillos (1966). En un momento dado, ambos jeeps vuelcan, aunque en el caso de Gil Pupila se debe a una explosión, mientras que en el de Mortadelo el culpable es un labriego haciendo uso de su fuerza bruta.

















Es cierto que estas y otras "inspiraciones" se han utilizado tradicionalmente para criticar al autor más vendido del cómic español (eso hay que pagarlo, por supuesto), pero conviene hacer algunas matizaciones. En primer lugar, no podemos olvidar que, en más de una ocasión, la misma editorial Bruguera le daba a sus autores los modelos extranjeros que debían copiar: lo mismo pasó con numerosos chistes sueltos y con las historietas de la argentina Rico Tipo.


Por otra parte, y a pesar de esas similitudes, no cabe duda de que El sulfato atómico, de Ibáñez, es una obra con entidad propia, con un argumento sencillo pero bien articulado, y que recoge influencias de autores diversos: Franquin, Tillieux, Peyó... para conformar una historia independiente, aunque con innegables reminiscencias europeas (lo que se le pedía a Ibáñez, por otra parte).

Del mismo modo, negar la legitimidad de la influencia (a veces más que notable) que determinados artistas ejercen con respecto a otros demuestra un total desconocimiento de la Historia del Arte y de los principios artísticos básicos: la inspiración, la copia y la reutilización de recursos ajenos es algo de lo que ni los grandes autores de la historia se han librado. Si lo dudan, revisen la producción de personajes tan ilustres en sus respectivos campos como Ovidio, Cervantes, Lope de Vega, Velázquez, "Clarín", Charles Chaplin o Woody Allen, entre otros.


Yo, por mi parte, le doy a Ibáñez la absolución.


Luego están los eruditos del tebeo...


15 comentarios:

Los Burgomaestres dijo...

Efectivamente, en el Gil Pupila de Tillieux se encuentran bastantes "originales" de las viñetas de Ibáñez. La contraportada de algún álbum, por ejemplo, sirvió de base para la que dibujó Ibáñez para la colección "Ases del Humor", donde Filemón tomaba el lugar de Libélula en una entorno nocturno muy similar, llamando la atención del lector sobre un cartel en el que figuraban los títulos publicados y los que habían de salir. Respetando al máximo la creatividad de Ibáñez y sus innegables logros (el más importante: haber hecho reír a mucha gente, entre los que me incluyo), está muy bien y es perfectamente pertinente dejar constancia de las fuentes en las que se "documentaba".

Chespiro dijo...

Así lo creo yo también, Burgos.
Un placer volver a saber de ustedes.

Felikis dijo...

Buen análisis-comparativa de la huída... Ibañez siempre ha dicho que se inspiraba en otros autores, s lógico que algunas escenas salieran clavadas al original (como la de "¡Adelante y a todo gas!", que yo creo que es uno de los mejores chistes hasta el momento).

Mortadelón dijo...

Gran hallazgo, amigo Chespiro. Y te confieso una cosilla, tras leerme el Guante de tres de dedos, este fin de semana, tenía preparada una entrada de parecidos razonables con las viñetas que has reseñado... ¡Gran coincidencia! Al final, lo dejo pasar para no repetir el tema.
Un saludete.

Raw dijo...

Pues si, absolución para Ibáñez (que lamentablemente no pude ir a verlo el sábado a una hora y media de mi casa). A mí me encantó el dibujo y guión de Sulfato atómico y Valor y al toro, muy frenéticas y llenas de acción. Todos, todos en el arte se han inspirado e imitado a otros. Incluso al propio Ibáñez, aunque se quedaron en el intento sin la misma eficacia y frescura.

Chespiro dijo...

Exactamente.¡Cuántos discípulos, unos más acertados que otros, ha tenido Ibáñez!
Mortadelón, no obstante, creo que podría ser interesante conocer tu visión de estas semejanzas en tu blog.

maginelmago dijo...

Curiosamente, la mayoria de historietas apenas publicadas en España, o a hurtadillas y de amagatotis. QRN lo fue por Grijalbo, en un tomo inencontrable ya en su epoca. Luego, por Planeta, fugazmente, pero cuando ya sabíamos lo esencial sobre Franquin e Ibáñez. Tillieux, lo mismo, hasta ahorita mismo cuando Gil Pupila se publica en el 2010. Sobre Valentín Acero... me pongo la medalla de haber comentado esa historieta encontrada de saldo. Es otro personaje con ediciones fantasma.

Chespiro dijo...

Y lo que nos quede por descubrir...Porque el edificio de esa primera viñeta de El sulfato atómico...¿De dónde habrá salido?

Iznogud dijo...

Tras las lecturas de cada integral de Gil Púpila vamos descubriendo más parecidos razonables. Y es que estas influencias demuestran que a todo aquel que le gusta Mortadelo, debería leerse estos integrales de Gil Púpila, pues cada viñeta es una obra de arte.

Iznogud dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Chespiro dijo...

Verdaderamente, lo son, Iznogud.

El Viejo dijo...

Increíble las semejanzas y el parecido. Desde luego, como bien decís, no se entiende al Maestro sin el poderoso inlujo franco-belga.

Una constante. Por cierto, divertidas escenas

Chespiro dijo...

Sí, divertidas son. Y los parecidos...pues eso, influencias, oigan.

Easmo dijo...

Lo de las similitudes choca al principio pero como comentas, apenas son unas cuantas viñetas, y. qué diantres, algo de imposición habría en algún momento, que todos conocemos el mítico "toma, copia" :P

Quién sabe cómo hubiese sido la obra de Ibáñez de haber producido menso pero con este nivelazo de dibujo.

Chespiro dijo...

Sí, hubo sin duda imposición. De todas formas, El sulfato está magníficamente resuelto como álbum independiente de sus influencias.