Ibáñez, con notable agudeza, supo ver las perspectivas cómicas que la deformación periodística podía propiciar y elaboró este álbum que satiriza los desmanes de la prensa sensacionalista. La historia arranca con una introducción en la que se habla del origen del amor, proporcionando dos visiones: la mitológica, con una desternillante caracterización de Cupido (en la que se explica el porqué de su venda, sus alas y sus flechas); y la científica, partiendo de las relaciones entre amebas (esta clase de seres volverán a aparecer en la introducción de Nuestro antepasado, el mico -2009), que dará lugar a una teoría de la evolución muy particular.
Las alusiones a personajes históricos como Cleopatra o Romeo y Julieta recuerdan a la historieta corta de 1990 La cosa va de ligar. Aparecen también en este recorrido Hamlet (ya retratado en La Historia esa vista por Hollywood), sacándole partido a su relación con “Ofelia”, y el príncipe Carlos de Inglaterra, al que ya vimos en El pinchazo telefónico (1994), ahora haciendo referencia a su romance con la Ferguson, alusión que no sabemos si se trata de un gag o de un simple error de Ibáñez. También destaca la alusión a múltiples políticos del momento (rasgo típico de la época): González, Aznar, Clinton, Arafat, etc. Tampoco falta una jocosa referencia a la supuesta homosexualidad de Mortadelo y Filemón a la que algunos, según Ibáñez, aludieron en su día. Los personajes responden a esta insinuación rebelándose contra su autor, saliendo incluso de la viñeta. Las agresiones de los personajes al creador ya se dieron en álbumes anteriores como Animalada (1994).
En el siguiente capítulo, la víctima de este tipo de prensa será el Ministro de ética y decoro (un cargo que recuerda a otros momentos de nuestra historia reciente). En la entradilla del episodio vemos los tejemanejes de los sensacionalistas preparando su farsa. Para proteger al Ministro, Mortadelo y Filemón recurren a una serie de gadgets (¿serán inventos del Bacterio?) que se anulan unos a otros, provocando en su protegido o bien lesiones físicas o bien titulares aún más bochornosos, si cabe. El clímax del episodio llega con la presentación del Ministro luciendo ropa femenina ante una pasarela llena de fotógrafos (reminiscencias del clímax de Contra el gang del Chicharrón- 1969), en una viñeta (la cuarta de la página 16) verdaderamente cómica.
El tercer protegido de nuestros agentes será el banquero Calderíllez, clara caricatura de Mario Conde, personaje que apareció previamente en El Quinto Centenario (era el Conde del Baquetazo), de 1992 y que volveremos a ver en El jurado popular (1995) y La rehabilitación esa (2000). La entradilla del capítulo, en la que los protagonistas beben un crecepelo del Bacterio que hace que les salgan en la cabeza productos de huerta nos remite a álbumes como La elasticina (1980) y a la ilustración de Ibáñez en la que se autocaricaturiza junto a todos sus personajes para el 25º aniversario de la serie. Volviendo al episodio, resaltamos el hecho de que la mala coordinación entre los agentes hace que uno anule los intentos de protección del otro en todo momento. La sucesión de gags basados en la ineficacia de la protección culmina con el dúo, su protegido y el mismo Súper, achicharrados por la torpeza de Mortadelo. Destaca en esta parte el hecho de que Filemón rescate un invento del Bacterio usado en Los inventos del profesor Bacterio (1972): los zapatos anti-gravedad.
En el cuarto episodio, la prensa rosa la emprende contra la Marquesa de la Potranca, una gran señora a lo Deliranta Rococó, de Martz-Schmidt. Tras una introducción en la que vemos a un Súper más paranoico que nunca, pues piensa que sus agentes están conspirando contra él, Mortadelo y Filemón son enviados a una recepción de la Marquesa, dando pie a gags similares a los que vimos en álbumes como Contra el gang del Chicharrón, El elixir de la vida (1973), Los secuestradores (1976), La gallina de los huevos de oro (1976), Los gamberros (1978), La elasticina, El bacilón (1984), Esos kilitos malditos (1997), etc. Las instrucciones de comportamiento que da Filemón a su subordinado resultan graciosas (algunas de ellas, muy parecidas a las de álbumes anteriores, como la de besar la mano, que ya vimos en El elixir de la vida). Resulta especialmente divertido el momento en que Mortadelo se sienta a comer en el suelo, como en el campo, ante las miradas desdeñosas de los aristócratas. A pesar de que los agentes apenas tienen contacto con la dueña de la casa, su actuación solo ayudará a que su imagen de tirana, creada por los medios, se refuerce aún más.
Y si antes le tocó a Filemón, en el capítulo final es el turno de Mortadelo, caracterizado por la prensa como un crápula secuestrador de doncellas. Para acabar de una vez por todas con el asunto, el agente recurre a un perro, Lagartijo, que seguirá la estela de perros incompetentes (heredados de los que ya usara el Anacleto de Vázquez) como los de Contrabando (1978) o Rapto tremendo (2003). Su entrenamiento para atacar a los tipos con cámara de fotos recuerda al que sufrió otro chucho similar en Chapeau, el “Esmirriau” (1971), esta vez contra los sombreros. Una serie de gags enfocados en este sentido y que desentonan con la tónica general del álbum acaban con la captura de Radovan Karadzic, exlíder yugoslavo acusado de genocidio, que pretendía lucrarse con estas fotografías para comprar armamento y organizar guerras. Estamos ante la típica conclusión con villano que resulta ser conocido. Una vez encerrado (no sabemos si los colaboradores que aparecen a lo largo del álbum también fueron capturados), la historia culmina con un gag bastante simplón en el que los agentes mandan al espacio exterior a Ofelia de una patada.
En líneas generales, y sin ser una obra maestra, podemos decir que estamos ante un álbum divertido, con momentos hilarantes motivados por los equívocos de las fotografías y por las rechiflas hacia Filemón en el penúltimo episodio. Desde el punto de vista gráfico, además de las características ya comentadas, destaca la inverosimilitud de las fotografías (que aparecen en gris en el periódico), pues nunca podrían salir como las vemos en la prensa desde la perspectiva en que fueron tomadas. Tampoco resulta muy creíble la ubicuidad del equipo de malhechores, capaces de tomar fotos a diestro y siniestro sin que nadie se percate de ello. Gráficamente, resaltamos también el uso del color para generar gags, como el momento en que Fabulando aparece blanco del todo, pues ha desteñido (estos gags eran impensables en la antigua Bruguera, dada la arbitrariedad de los coloristas).
Hay que destacar desde el punto de vista argumental la mordaz crítica que Ibáñez hace de la prensa del corazón, que aparece retratada como manipuladora y sensacionalista, capaz de descontextualizar y de destrozar vidas ajenas con tal de vender más. Aunque no se dan nombres concretos, aparece la revista Hello en varias ocasiones (parodia de Hola), e Ibáñez utiliza expresiones como “aves de rapiña” y “sicarios” para referirse a cierto tipo de periodistas. Sin duda, una visión crítica que parece adecuado retomar hoy día, dados los altos índices de audiencia que suelen tener los programas llamados “del corazón”.
10 comentarios:
Decidido: ¡En cuanto vea esta historieta en alguna tienda, me la compro! Porque, definitivamente, Ibañez esta consiguiendo hacerme su mejor fan por momentos, y ahora que me entero de que ya ridiculizó a la prensa rosa, aun más ^^
Recuerdo con especial cariño esta historieta, una de las que más disfruté de las "nuevas" (desde la perspectiva de mi yo de diez años). De tu excelente artículo, amigo Chespiro, sólo quiero comentar que la revista Hello! existe realmente, es la versión inglesa del ¡Hola! español, aunque es igualmente probable que Ibáñez desconociera ese dato y lo introdujera como chiste, más que como anécdota (de todos modos, me quedo con sus periódicos imaginarios: La Monda, La Trola, el Chafardero Indomable, el Aullido Vespertino y muchos otros que ahora no recuerdo. ¿Posible tema para un futuro artículo?).
Gracias por los comentarios a ambos. El tema de los periódicos en realidad no es algo exclusivo de Ibáñez, sino que se trata de una herencia de la vieja escuela Bruguera.
Aun asi parece interesante, jejeje ^^
Una historieta divertida por lo que se comenta en la entrada, los equívocos y manipulaciones fotográficas. Lástima que esa parodia se haya quedado corta con la inmensa bazofia televisiva que hoy campa a sus anchas en la caja necia.
Centrándonos en el cómic, los titulares de los periódicos son sencillamente tronchantes y en cada capítulo se van avanzando los gags hasta el climax final. Eso si, la resolución no me termina de convencer.
Cierto, el final no está a la altura.
Yo como no se el final no puedo decir nada ._.
Este comentario es de prueba...Solucionando asuntos técnicos.
Y lo cojonudo es que comparado con la telebasura que se hace llamar "prensa del corazón" es que me parece que Ibáñez se ha quedado corto... Porque es la triste realidad de lo que hace este tipo de periodísmo. Una gran crítica de él.
Jaja, sí, el maestro no ha querido hacer sangre.
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