El álbum está realizado por un dibujante anónimo (puede que dos) que, sin llegar al nivel de dibujo de Ibáñez, consigue establecer ciertos parecidos. Se divide en siete episodios de seis páginas y uno de cuatro, superando así en dos páginas (como otros álbumes del trío) a la mayoría de los de la pareja de detectives.
En el primer capítulo encontramos una ilustración inicial que presenta el título que podría bien ser lo único realmente dibujado por Ibáñez (aunque tenemos nuestras reservas). Los dibujos del margen, alusivos a las distintas disciplinas olímpicas, sin embargo, constituyen un recurso extraño y no demasiado propio del autor. En la cola del paro que abre la historia destaca la figura de Sir Tim O´theo, personaje de Raf que, tras el cierre de Bruguera, también se había quedado en el “paro”. Hay que destacar este guiño como uno de tantos que Ibáñez hizo a uno de sus mejores amigos de la editorial. Como sus propios personajes ya habían aparecido varias veces en la famosa cola, ahora le toca el turno a los de otros compañeros de Bruguera que compartieron su situación.
En esta ocasión, el pueblo de Conejar de la Marquesa quiere sabotear todas las iniciativas para que Barcelona (al principio del álbum no se dice el nombre de la ciudad) no presente su candidatura ante el comité olímpico, pues desean que el evento se celebre en su pueblo. De ahí que la primera misión de nuestros protagonistas sea entregar en mano al presidente del comité el sobre con la candidatura, una misión más propia de agentes secretos, con pasadizo secreto en árbol incluido. Las continuas idas y venidas, con pérdida y recuperación del sobre recuerdan a los tiempos de “Agencia de información”, así como al capítulo inicial de El caso del calcetín (1976), de Mortadelo y Filemón. En este episodio, Clodoveo retoma sus disfraces, aunque ya con más mesura que en épocas anteriores y se hace alusión a la mascota de Chicha, Rabete, sin que aparezca en ningún momento su gato Salmoneto.
En este episodio, el trío deberá recibir en el aeropuerto y custodiar al delegado olímpico, Sam Arach, clara referencia a Juan Antonio Samarach, presidente del COI durante muchos años. El diseño de este personaje no resulta, para nada, adecuado al estilo de Ibáñez, por lo que probablemente fue trazado por otras manos. El recibimiento en el aeropuerto, que da pie a gags como la inevitable caída por las escaleras es algo que hemos visto ya en Secuestro aéreo (1979) y en ¡En marcha el mundial 82! (1982), así como en la historieta corta ¡Bienvenido, Mister Morsa!, publicada en el número 25 de Súper Pulgarcito. El esquema se repetirá en Barcelona 92 y La ruta del yerbajo (1993). El transporte posterior en burro echa mano del esquema de los animales ineficaces. Tanto es así, que al final es el animal el que tiene que ser cargado por el pasajero, como ocurrirá en ¡Llegó el euro! (2001). Entre los gags en segundo plano destaca el del Yeti, no tanto por su calidad sino porque aparece en una viñeta y no se retoma hasta varias posteriores.
En el tercer episodio, nuestros profesionales se encargarán de proteger deportistas, aunque lo que harán será eliminarlos uno a uno por accidente. Tanto por su ambientación como por su esquema humorístico, este capítulo recuerda a otros de álbumes como Los secuestradores (1975), Soborno -en este caso con toreros- (1977), La máquina de copiar gente (1978) y a la base de muchos especiales de Mundiales y Olimpiadas. Algunos momentos en la piscina recuerdan a los de la piscina del hotel de Gran hotel (1987), próximo álbum de los peludos en paro.
En el cuarto capítulo, tras la entradilla relacionada con el siempre hostil Joro, encontramos otro esquema ya conocido por los lectores: la búsqueda de un espía en la propia organización, que ya está presente en Soborno y, especialmente, en Hay un traidor en la TIA (1983), álbum del que se han extraído literalmente muchas ideas para el que estamos analizando. Así, hay algunas semejanzas más sutiles como las del incinerador de las páginas 21 y 22, que se corresponden con el de la historieta de Mortadelo (página 29). Sin embargo, otras situaciones son prácticamente calcadas, como las que vemos en las viñetas 1 y 6 de la página 21, en las que Chicha hace lo mismo que Mortadelo en las viñetas 4 y 9 de la página 10 (incluido algún fondo similar).
Del mismo modo, en la historieta de los parados, el gag en torno al agujero en el suelo presenta en sus viñetas 9 y 11 de la página 22 y la 1 de la 23 sospechosos parecidos con las viñetas 1 y 4 de la página 14 del álbum de los agentes. También la idea del fichero de la página 24 parece sacada de la página 36 de la historia de Mortadelo. Los gags, sin embargo, resultan menos eficaces en esta nueva versión, quedando mucho más forzados. Igualmente, la repetición sistemática con apenas cuatro años de diferencia no resulta beneficiosa para la nueva serie, que ya a estas alturas ha claudicado en su intento de seguir pareciendo algo original. La referencia a la CIA en este episodio, subraya aún más los paralelismos con la TIA.
El quinto apartado empieza con una serie de gags en el bar de Joro, que incluyen una referencia a Ibáñez, entre los que destaca un chiste de fondo políticamente incorrecto en el que un negrito devora a su amada. El intento de Chicha, Tato y Clodoveo de proteger una importante documentación resulta ahora idéntico al que hicieron Mortadelo y Filemón en la historieta corta Los flamantes vigilantes (Mortadelo, Almanaque para 1972). El borracho de la aventura original es aquí sustituido por un porrino medio tonto, de manera que las páginas 27 y 28 presentan gags calcados de la tercera y la cuarta del original. Del mismo modo, la escalera que aparece en el episodio de Mortadelo, en la página 8, parece inspirar el gag de la página 29 de los flamantes personajes. No obstante, como en otras ocasiones, la gracia y fluidez del original pierde fuelle en esta pálida imitación que roza el pastiche.
En el sexto episodio, la entradilla con el barman Joro incluye un gag referido al juego de los chinos, que volveremos a encontrar en El 35 aniversario (1992) y Clínicas anti-birria (1993). En este episodio, nuestros protagonistas se encargarán de custodiar la integridad del amenazado coordinador de los juegos, lo cual tendrá nefastas consecuencias para el mismo, debido a la poca coordinación de los agentes. Este esquema se ha repetido hasta la saciedad en las historietas de la pareja. Citaremos solamente algunas de estas ocasiones. Por ejemplo, entre las historietas cortas destacan El espía Matahariez (Súper Mortadelo, nº 3), Protegiendo al embajador (Súper Mortadelo, nº 5), El transformador molecular (Súper Pulgarcito, nº 20), Los protectores (Mortadelo Gigante, nº 11), En defensa del Súper (Súper Mortadelo nº 9) y en la citada ¡Bienvenido, Mister Morsa! Dentro de las historietas largas, destacan algunas como Los invasores (1974), Los cacharros majaretas (1974), Los secuestradores (1976), Contrabando (1978), Los bomberos (1979), Secuestro aéreo, Tete Cohete (1981), El preboste de seguridad (1984), El cochecito leré (1985), El candidato (1989), El rescate botarate (1989) , Las embajadas chifladas (1991), Barcelona 92, El racista (1991), Maastricht ¡Jesús! (1992), El ángel de la guarda (1995), etc. Los gags de este episodio resultan, en general, ineficaces. Destaca el razonamiento de Clodoveo, parecido a los que aparecen en Contra el gang del “Chicharrón” (1969) y El premio No-Vel (1989).
El penúltimo capítulo llevará a nuestros protagonistas a espiar al pueblo saboteador, donde encontramos una serie de gags recurrentes de entorno rural. Esto nos recuerda a álbumes como La caja de los diez cerrojos (1971), Lo que el “Viento” se dejó (1980), ¡En marcha el Mundial 82!, El balón catastrófico (1982); volveremos a ver este esquema en otra aventura del trío: Los sanitarios (1989), así como en Su vida privada (1998) y Llegó el euro. En muchos de estos álbumes se repiten tópicos como el mal estado de las carreteras y las ínfimas condiciones del alojamiento y la comida en estos lugares. No puede faltar tampoco la escena de la estampida de ganado, tan del gusto del autor. Finalmente, los personajes llevarán la bomba ante las mismas narices de su superior, como en Lo que el “Viento” se dejó y Mundial 94 (1993).
El último episodio se caracteriza por un nivel de dibujo ligeramente menos cuidado. Esta vez se trata de “quedar bien” ante las cámaras, recurso usado también, entre otros, en El preboste de seguridad. Lo malo será que los enemigos han soltado una serie de animales de granja como armas ofensivas. Esto dará pie a gags en los que personas de dignidad se verán insultados al creer ser comparados con estos animales, algo muy típico de las historietas cortas de El botones Sacarino y que vemos también en álbumes como Mascotas (2002), ¡Por Isis…llegó la crisis! (2009) y Nuestro antepasado, el mico (2009). A pesar de la intervención de nuestros personajes, Barcelona sale elegida como futura sede olímpica, mientras que nuestros protagonistas huyen perseguidos haciendo alusión a la próxima semana, recurso típico de la publicación semanal que no resulta adecuado para el álbum.
En definitiva, se trata de una historieta corriente, con un dibujo pasable y un guion compuesto de retazos inconsistentes, con recuerdos a historietas previas demasiado recientes. Hay algún fallo de coherencia interna sin importancia, como el número de años que llevan debiéndole a Joro los protagonistas (¿desde el 76 o desde el 82?) y múltiples referencias que nos recuerdan que estamos en los años 80, como las menciones a Margaret Thatcher, Gorbachov, Epi, Mari Carmen y sus muñecos o a la enfermedad del SIDA, tan característica del momento.
6 comentarios:
Pues sí, Chespirot, imitaciones literales de viñetas como esas nos llevan a pensar que la mano de Ibáñez estuvo poco presente en esta aventura. El tema de la protección ha sido un recurso hartamente utilizado y creo que haces una completa enumeración de las historietas. La leí en el super humor, es aceptable.
Sí, aceptable y mucho es.
Ciertamente no podemos pedir más a una obra bastante oscura. ¿Quizás un tema muy trillado?
No sé, amigo Viejo. De hecho, tú y yo hemos debatido alguna vez acerca de los temas trillados,que a veces dan buenos resultados y otras, inexplicablemente, no.
Chicha es... ¡Rossy de Palma con cresta mohicana!
Bueno, es una interpretación...Un personaje muy de los 80.
Publicar un comentario