domingo, 21 de septiembre de 2008

LA CAJA DE LOS DIEZ CERROJOS (1971)

El álbum La caja de los diez cerrojos fue publicado en la Revista Mortadelo, entre el doce de abril y el catorce de junio de 1971, en pleno proceso de rejuvenecimiento de la serie, con una recién descubierta TIA y un estilo que parece corresponderse con el “Ibáñez” definitivo, alejado ya de los alardes francobelgas. Será este contexto el que permitirá el desarrollo de una de las grandes obras de Francisco Ibáñez, uno de los álbumes más característicos de su producción.






Ya desde el punto de vista gráfico observamos un estilo definido, con unos Mortadelo y Filemón un tanto regordetes y, por qué no decirlo, infantilizados en cuanto a su diseño. Tal vez nunca como en esta época hayan tenido una figura más entrañable. El acabado de este álbum, como de otros de la época, corresponde a Martínez Osete, encargado de las tintas. El color de la edición original, plagado de tonos planos y chillones, aunque no está cuidado, no resulta desagradable y contribuye al encanto estético de la obra. Hay que destacar también algunos restos de experimentación en la puesta en escena, con viñetas que rompen con su contorno y adoptan formas que serán raras en los álbumes siguientes, en los que prima el pragmatismo, impuesto por la demanda.


Desde el punto de vista argumental, en esta aventura nuestros agentes han de encontrar las diez llaves que abren los cerrojos de la caja legada por el difunto millonario Julius Ricus Cresus, caja que, por motivos que desconocemos, se encuentra en la TIA. También es un misterio por qué es la TIA la destinataria de la fortuna del ricachón, así como quién le ha proporcionado la lista con los diez lugares. Otra laguna argumental es la linealidad de la búsqueda, pues nuestros agentes han de ir en pos de las llaves semana tras semana, en lugar de que diez agentes las busquen simultáneamente en los diversos rincones del planeta.

Sin embargo, estos pequeños fallos argumentales no restan fuerza a la historia, pues en ella tenemos, en palabras de Kaximpo “la primera y más redonda muestra” del subgénero de Mortadelo y Filemón consistente en buscar diez elementos en diez sitios distintos. Así, el amigo Kaximpo relaciona esta técnica narrativa con el MacGuffin de Alfred Hitchcock en el tema La caja de los diez MacGuffins, publicado en este mismo blog en octubre de 2007. En este subgénero, lo de menos es el elemento que nuestros personajes han de encontrar, pues se trata de un mero detonante para desencadenar la acción cómica. El chasco final refuerza esta idea.

Así, La caja de los diez cerrojos iniciará este recurso tan netamente ibañezco, que, años después, podremos ver en ¡A la caza del cuadro! (1971), Los diamantes de la gran duquesa (1972), El plano de Ali-Gusa-No (1974) o El caso del calcetín (1976), entre otros. Del mismo modo, el álbum que estamos comentando inaugura la temática “viajera” en la que el autor explota los recursos cómicos que ofrecen los tópicos de cada país. Destacan en esta línea Las embajadas chifladas (1991) o 20.000 leguas de viaje sibilino (1994). Sin embargo, será en esta historieta donde por primera vez Ibáñez demuestre el potencial cómico de sus criaturas en relación con los diversos tópicos nacionales, haciendo, además, como señala Miguel Fernández Soto, un extraordinario ejercicio de síntesis, pues en cada episodio de cuatro hojas (once en total) los agentes deben acudir al lugar en cuestión, recuperar la llave y volver para que el Súper haga un comentario desafortunado que motive alguna cruel venganza.


Como ocurre en otras historietas similares, el primer episodio es meramente introductorio, pero necesario para comprobar de hasta qué punto es imposible abrir la caja por otros medios que no sean las llaves. No será hasta la viñeta final de este capítulo cuando se nos desvele y anticipe astutamente lo recóndito de los escondites, dejándonos adivinar la que les espera a los protagonistas, lo cual es una forma de ganarse hábilmente a los lectores de semanas posteriores. Hay que destacar de esta parte el divertido jugo que se saca a la parodia de los agentes secretos, fruto de la nueva dirección por la que se encamina la serie. Así, se hace burla de recursos tales como las contraseñas, entradas secretas y la destrucción del mensaje.

A partir del segundo episodio encontramos que cada capítulo se encabeza con algunas rimas un tanto forzadas (especialmente la que hace rimar “Idaho” con “colorao”), como ya vimos en álbumes como Contra el gang del Chicharrón (1969), Chapeau “El Esmirriau” ( 1971) o La máquina del cambiazo (1971), al igual que las páginas finales de El caso del bacalao (1970). Observamos la precariedad del transporte, que Mortadelo intenta solventar pidiendo ayuda a un amigo, aunque, como de costumbre, esto no mejora mucho las cosas. Este tipo de gags demuestra que Mortadelo es un hombre de recursos y con muchas amistades, aunque estas no siempre le ofrezcan lo mejor. Unas breves peripecias con los indios, de entre las que destaca la conversión de Mortadelo en rana, finalizan con la consecución de la llave y un comentario del Súper que desata las iras de los agentes.

Sin embargo, en el tercer episodio será el Súper quien se enfade al final al ver su despacho recién limpio cubierto de tierra, lo cual no es de extrañar si tenemos en cuenta que nuestros agentes acaban de regresar el Oasis de Cel-ed-onio, en medio del desierto. Un capítulo agorafóbico sazonado con el juego que dan los espejismos, en donde se demuestra que Ibáñez es capaz de sacar partido propio a un escenario tan vazquiano como el desierto, donde uno de sus referentes, Anacleto, vivió tantas aventuras.
Un nombre parecido al del oasis del episodio anterior tiene el iglú del cuarto, el Iglú de Celedonic, situado en el polo. Los gags están aquí relacionados con el frío, como ocurrirá en otras historietas como Los guardaespaldas (1977) o La gallina de los huevos de oro (1976). De hecho, si en esta última historieta Mortadelo confundió el equipaje con la ropa de invierno con una nevera, en La caja de los diez cerrojos se llevará, por error, la ropa de verano. Otro gag que se repitió en Las embajadas chifladas se refiere a la inconveniencia de ponerse de pie dentro de un iglú. En este y otros capítulo se demuestra que nuestros agentes poseen todavía una relativa eficacia, pues, salvados los problemas de desplazamiento, no tardan demasiado en encontrar las respectivas llaves en los diferentes lugares.

En el siguiente episodio Mortadelo y Filemón llegan al Congo, donde se la verán con rinocerontes, cocodrilos y otras especies. Dado que el África misteriosa era una de las ambientaciones favoritas del dibujante André Franquin no extraña ver aquí algunos rasgos franquinianos, como el de los negritos tribales o el gag de pasar por encima de los hipopótamos creyendo que son piedras, algo que vemos en el álbum de Spirou La mina y el gorila , de 1956.






La agresión al Súper da paso al siguiente episodio, que nos lleva a uno de los lugares favoritos de Ibáñez, la Gran Muralla China, donde presenciamos la mítica escena en la que Mortadelo le pregunta precisamente al encargado de sacarle brillo todos los sábados. Mortadelo, siempre más lleno de iniciativa que su jefe, es el que, diccionario en mano, conversa con los lugareños, llegando a utilizar en la página 24 un recurso tan poco usado como la supuesta trascripción al español de unos dudosos caracteres chinos.

La sexta llave podría haber sido la más fácil de encontrar si Filemón hubiera leído bien y hubiera observado que se hallaba en el bar “La Luna”, en la esquina de su calle, y no en el satélite terrestre. Una serie de tentativas para colarse en el cohete Saturno constituyen este episodio, algo diferente a los anteriores por su localización. El siguiente tampoco transcurre en un lugar geográfico con costumbres y ambientes tipificados, sino en el océano ( no se dice cuál). Este episodio contiene algunos gags brillantes, como el intento de inflar un bote por parte de Filemón a pesar de la torpeza de Mortadelo. Encontramos en él, además, un par de gags de raigambre vazquiana. Así, el dibujante madrileño ya había hecho un chiste similar al de las “cartas de navegación” en el Din Dan Extra de Verano de 1969. Del mismo modo, el gag de viajar “rumbo al sol” es de un surrealismo tal que parece pertenecer más al universo de Vázquez que al de Ibáñez.

En el noveno episodio, rumbo a la India, encontramos una precisión temporal a la que no hay que darle mayor importancia, pues desencadenaría un caos cronológico para el lector. Así, se dice que salieron de España en el año 53 para acabar llegando a su destino en mayo del 71. Esta última fecha podría coincidir, grosso modo, con la de publicación en la Revista Mortadelo. En la India los agentes protagonizan gags que veremos en futuros álbumes. Así, los peligros de una cuerda de fakir se vuelve a ver en 20.000 leguas de viaje sibilino, los del colchón con pinchos aparecerán de nuevo en Los guardaespaldas, mientras que los de la cobra en una vasija se ven tanto en estos dos álbumes como en Corrupción a mogollón (1994).


La novena llave se encontrará en el pueblo de Mortadelo, que en contradicción con Su vida privada (1998), donde se indica que es Borricón de Arriba, ahora se trata de Villa Rebuzno de Abajo. Ibáñez ha confesado en varias ocasiones (entre ellas, se lo confirma a un servidor en el siguiente link: http://www.historietaspodcast.com/2008/05/11/hp025-francisco-ibanez-y-toni-guiral-salo-comic-barcelona-3/) que, en ocasiones, hace “transfusiones del humor de Mortadelo”, es decir, coge una historieta antigua y, tras leerla, se inspira para seguir trabajando. Parece que nos encontramos ante un claro caso de tan singular actividad creativa. Así, el Tíco Cascorro parece igual de bruto que el Primo Pezuño de Su vida privada, la víbora del caño se similar a las sanguijuelas en el abrevadero, mientras que el chapucero doctor de la primera historieta es sustituido en la segunda por la abuela de Mortadelo.

En el último episodio nos planteamos nuevamente la vinculación que debió existir entre el finado millonario Julius Ricus Cresus y la TIA, pues escondió ahí la décima llave , lo que nos supone uno de los primeros vistazos sobre la vida interna de la organización. Así, sabemos que Filemón roba al Súper, que los agentes no acuden al llamado de este salvo cuando oyen caer un billete al suelo y descubrimos al mostachudo jefazo jugando con un caballito, detalle que reprodujo años después Javier Fesser en La gran aventura de Mortadelo y Filemón.

Finalmente hallamos la tensión final al abrir la caja, que no parece contener otra cosa sino una gran cara de broma, la cual no solamente asusta a nuestros agentes, sino que los sume en la más profunda irritación y frustración, al haberse arriesgado por semejante futesa. Un gag parecido encontramos en la historieta de Anacleto, agente secreto Misión: Guardaespaldas, publicada por Vázquez en el Mortadelo Extra Carnaval de 1971. Sin embargo, Ibáñez nos depara una sorpresa, pues, una vez arrojada a los abismos marinos, vemos que la cara-broma contenía un diamante de setenta y dos mil kilates. Unos monstruos marinos (como los que veremos en Dinosaurios, 1993) reflexionan sobre la codicia humana en uno de los finales más inolvidables de la serie.




La gran calidad de este álbum, así como el hecho de pertenecer a la primera etapa de las aventuras largas de Mortadelo y Filemón, ha posibilitado su exportación y traducción a muchos idiomas. Así, se llamó Verdammt, wer macht die Kiste auf? en Alemania, De kist met tiem floten en Holanda, Avainten arvoitus en Finlandia, Dix petites clés en Francia y A caixa des dez chaves en Brasil. Sin duda, una buena representación de la serie en el extranjero, con un ritmo magnífico, un dibujo entrañable, pericia narrativa y simpáticos gags.

Del mismo modo, conviene subrayar la trascendencia del álbum dentro de la historia de Mortadelo y Filemón pues inaugura, a la vez, dos subseries: la de viajes por el mundo y la de la búsqueda de diez objetos escondidos en diez sitios distintos. Como anécdota, recordaremos que un concursante del popular espacio televisivo 50x15, ¿Quiere ser millonario? consiguió una cuantiosa suma por saber lo que eran los hotentotes. Cuando le preguntaron cómo sabía tan enrevesada respuesta, arguyó que conoció la palabra en una historieta de Mortadelo y Filemón (ésta) en la que una contraseña rezaba del siguiente modo: “Esos tipos con bigote tienen cara de hotentote”. Y es que Mortadelo y Filemón ya forman parte de la cultura popular de todos nosotros.

21 comentarios:

Joan dijo...

Menuda reseña más excelente te has currado, amigo Chespiro. Una aventura que leí muy a gusto cuando la conocí. Me parece que hay varios entintadores, ¿no?, porque el episodio de los indios en Idaho tiene como las expresiones y los personajes más trabajados que el resto, un entintado que me encanta.

Raw dijo...

Excelente reseña. De las aventuras de encontrar objetos es sin duda la mejor, por la de viajes alrededor de todo el mundo. Y el final, inolvidable y original.

Chespiro dijo...

Gracias a los dos por vuestros comentarios. Respecto a las tintas, joan g.m., no he afinado tanto. Yo lo veo puramente Martínez Osete.

Peter Parker dijo...

Cuando salió aquella pregunta en 50x15, yo también sabía la respuesta por aquella contraseña, jeje. Mortadelo y Filemón culturiza...

Oscar+AB dijo...

Grandísima reseña! Me ha fascinado las referencias a álbums de más adelante en que se repiten o influencian recursos. He aprendido mucho y me he degustado de lo lindo.

De este genial cómic me fascina todo, pero en especial el apoteósico final, creo que es el mejor de toda la historia de Mortadelo y Filemón.

Qué curioso lo de 50x15 :D

Kaximpo dijo...

¿Qué más se puede decir? Para mí la primera y la mejor del subgénero de "buscar cosas" XDDD Me ha sorprendido lo de los hipopótamos y Spirou y Fantasio. No había reparado en ello... o no me recordaba que alguien lo hubiera señalado antes.

Bigotito dijo...

Si, y al principio del comic , Filemon menciona los lugares en los que estaban las llaves,entre ellos Australia , ¿ en que momento del comic fueron a Australia?, ¿ tal vez fuera en las costas australianas para encontrar la llave en el fondo del mar?, y otra anecdotaes el bar " la luna", que tambien es un gags y un lugar fundamental en el comic " los invasores" ,¿ no se acuerdan?

Víctor 1988 dijo...

Madre mía, me he quedado frito con la disección que has hecho de uno de los mejores álbumes mortadeleros. ¡Qué grande!

Una de las mejores cosas que tiene a mi entender es la de los viajecitos a las diferentes partes del mundo, cosa que no se hace en otros como "Los diamantes de la gran duquesa".

Akira Rivero dijo...

Uffff... Chespiro, muy interesante pero casi me muero, que largo. Y lo de ser millonario por la pregunta esa y saberselo por el comic que suerte. Y de paso te digo que un amigo mio te a puesto en sus links: wwwaritzworld.blogspot.com
pero después de www no hay punto

Chespiro dijo...

Gracias a todos por vuestras respuestas. Me alegra comprobar que compartís conmigo la pasión por este espléndido álbum.
Kaximpo, lo de los hipopótamos de Franquin lo dijo alguien, no recuerdo quién, en nuestro querido Foro de la TIA hace ya mucho tiempo.

Comiquero91 dijo...

Sin duda una de las mejores historietas de esas que te dejan un buen sabor de boca, Chespiro un gran trabajo

Chespiro dijo...

Gracias, Comiquero.
¡Qué tiempos aquellos!

Mortadelón dijo...

Pero que impresionante reseña, completísima.
La historieta, una de mis favoritas, y me trae un montón de recuerdos de mis años mozos.
Un saludo.

Chespiro dijo...

Gracias, Mortadelón. Me alegra ver que muchos de vosotros también la leísteis en plena infancia, porque así compartimos el mismo sentimiento con respecto a este clásico.

kalitos dijo...

Con respecto al episodio de los indios de Idaho, yo creo que las dos últimas páginas están entintadas por el mismo Ibáñez ya que se ve un entintado diferente al de Osete. (Pasa igual con la segunda viñeta de la página 20 en la que el Ibo ese tan alto está mejor entintado que en la siguiente viñeta, sólo hay que fijarse en las manos)
Mi teoría es que Ibáñez, por el motivo que fuera, entintaba algunas páginas o trozos sueltos de algunas historietas.
Fijarse en la primera aparición de los diversos monstruos en "LOS MONSTRUOS" o de los diversos invasores en "LOS INVASORES"

Chespiro dijo...

Muy interesante eso que dices, Kalitos. Y en absoluto es descartable. De todas formas, muy desahogado tenía que estar Ibáñez una semana de esas para entintar personalmente las historietas.
Pero quién sabe. Me fijaré en lo que mencionas.

Meteoro dijo...

¿te acuerdas del meme?
mira en mi blog

Aritz dijo...

Pon mi blog ya, por favor.

Aritz dijo...

anda porfiiiiii
wwwaritzworld.blogspot.com
después de www no hay punto

ElRinconDelTaradete dijo...

Que grande el Anacleto cuando era del Vazquez!!!Y buen reseña de esta clasica aventura de Mortadelo.

Chespiro dijo...

Gracias, Taradete. Luego te añado, Aritz.