Curiosamente, parece que en los últimos años la imagen del botones ha caído bastante hasta el punto de ser una de las series populares de Ibáñez que más críticas recibe por parte de los lectores.
No obstante, una revisión histórica mínima nos permite comprobar que esto no siempre ha sido así. De hecho, Sacarino fue, después de Mortadelo, el segundo personaje de Ibáñez en obtener una revista propia: la revista Sacarino, que vio la luz en 1975. Esto hace que nuestro botones sea, después de los agentes secretos y de los gemelos de Escobar, el tercer personaje de humor brugueriano en ostentar una cabecera con su nombre. El escaso éxito de la misma no impidió una derivación: Super Sacarino, también de desigual fortuna. Sin embargo, lo realmente relevante es el hecho de que en pleno mercantilismo editorial, Bruguera eligiera a Sacarino como personaje-reclamo de una nueva publicación, lo cual nos hace pensar en que su índice de popularidad estaría ligeramente por encima del resto de grandes creaciones ibañezcas: Rompetechos o Pepe Gotera y Otilio, por ejemplo.
Sin embargo, no será esta la última ocasión en que la editorial acuda al botones en busca de auxilio, ya que a principios de los 80 parece haber un decidido intento de elevar la popularidad de la serie, hasta el punto de convertirla en una alternativa a Mortadelo y Filemón y Zipi y Zape. Así, se suceden en esta época una serie de aventuras largas apócrifas de Sacarino (algunas no sin cierto interés, como El loco del Fuji-Yama o La amenaza), muchas de ellas dibujadas por Casanyes. Incluso en la serie estrella de Ibáñez, Mortadelo y Filemón, encontramos una historieta auténtica con un co-protagonismo un tanto forzado por parte del botones: Testigo de cargo (1984). A esto tenemos que añadir la gran cantidad de portadas de esta época en las que el retozón mozo de El Aullido Vespertino comparte espacio con los agentes de la TIA.
Con el objeto de contextualizar, recordaremos que en esa época Bruguera se hallaba en plena crisis económica y es probable que quisiera encontrar una serie que proporcionara unos ingresos similares a las ganancias generadas por Mortadelo y Filemón o Zipi y Zape. Aunque el intento no fructificó, vuelve a llamar la atención que se eligiera esta serie de Ibáñez como garantía de éxito. No sabemos si esto se debió a una mayor popularidad frente a otras creaciones o a que la editorial vio en el universo del botones unas mayores posibilidades de despliegue en formato álbum (frente a las limitaciones de la miopía de Rompetechos o de las caseras chapuzas de Pepe Gotera y Otilio). El caso es que Sacarino, nuevamente, fue el seleccionado.
Ya en Ediciones B, Ibáñez ha mostrado en más de una ocasión su desapego hacia Sacarino, al que no incluyó, como sí hizo con sus otros hijos “abandonados”, ni en El Quinto Centenario (1992) ni en El dos de mayo (2008). Tampoco en el resto de álbumes de Mortadelo ha aparecido el botones con la asiduidad de sus hermanos. Puede que esto se deba a que el arquetipo del chico de los recados es menos jugoso y recurrente que el del miope o los chapuceros, o bien puede que la causa sea que Ibáñez nunca estuvo demasiado a gusto con este atarantado adolescente cabezón.
Salvo en El 35 aniversario (1992), donde la aparición es obligada, apenas encontramos un par de referencias a Sacarino en La rehabilitación esa (2000), bien nombrado por los personajes, bien formando parte de un tótem indio. No obstante, dichas menciones parecen responder más bien a un afán mercantilista, pues en esta época se estaba promocionando la malograda adaptación a la televisión de El botones Sacarino.
También en una de las hoy abundantes fuentes de estudio de la escuela Bruguera encontramos una mirada desdeñosa hacia este personaje de Ibáñez. Así, Antonio Guiral habla en Los tebeos de nuestra infancia “de las ya un tanto desfasadas y repetitivas meteduras de pata” del botones. Nuevamente, y procurando ser objetivos, creemos ver sobre Sacarino aquí el sambenito de su herencia gastoniana, ya que si las meteduras de pata del mismo ya estaban desfasadas, lo mismo podemos decir de las correrías de sus hermanos de tinta, que practican el mismo tipo de humor físico, tan delirante como inocuo. En cuanto a su carácter repetitivo, no diré nada que los aficionados a TODAS las series de Ibáñez no sepan ya.
Desde aquí, reivindicamos una recuperación por parte de los lectores del Sacarino más puro, aquel que, lejos del plagio franco-belga, supuso la imposición de la personalidad artística de Ibáñez, con la incorporación de la figura del Director, que creó un esquema de humor a tres bandas que nos brindó algunos de los mejores momentos humorísticos de la obra de Ibáñez, comparable (y en algunos casos, superador, del Mortadelo de finales de los sesenta). La apología de esta etapa la pueden encontrar en este mismo blog, en el tema: El botones Sacarino: humor a tres bandas, de septiembre de 2007. Invitamos a que, sin prejuicios franquinianos ni elitismos postmodernos disfrutemos de la época dorada de una de las grandes series de nuestro mejor dibujante de humor.
20 comentarios:
También mencionar que la importancia de este personaje hizo que fuera el único personaje de Ibáñez aparte de MyF que se hizo en PVC gracias a Comics Spain, sin tener en cuenta a Chicha Tato y Clodoveo ya que esos salieron después.
¿Qué es PVC, comiquero?
Me apunto a la reivindicación de Sacarino, mi favorito de Ibáñez.
¿Qué es PVC, comiquero?
Me refiero a los muñecos ya que están hechos de este material.
Ah, pues precisamene me agencié hace poco un muñequito de Sacarino,con su centollo incluido.
Gracias también por el comentario, Gordito.
Gran personaje Sacarino, sin duda...
Sin embargo, no estoy de acuerdo con el hecho de que por ser el segundo personaje de Ibáñez en tener cabezera propia, fuera más popular que los otros. De hecho, Rompetechos y Pepe Gotera y Otilio llevaban más tiempo protagonizando las portadas del DIN DAN y el DDT respectivamente, por lo que Sacarino fué el último personaje de Ibáñez en aquel momento de presentar visualmente (la portada) una revista de Bruguera.
Yo quisiera reivindicar la figura del "dire". Aunque en algunas historias se "merezca" ser objeto de las iras del Presidente y nos resulte desagradable su actitud pelotera hacia él y despótica hacia Sacarino, en la mayoría de las ocasiones se ve metido en los líos del botones sin comerlo ni beberlo. Además, en aquella serie de TV, desde luego horrorosa, sólo se salvaba precisamente este personaje y la labor del actor que lo encarnaba.
Sin duda, Kaximpo, el Dire es la gran baza de la serie.
Kalitos lleva razón, aunque no nos queda claro por qué esa serie precisamente mereció, según la editorial, revista propia.
Yo no es que odie a Sacarino, pero de "las 5 series magnas de Ibáñez", es la que menos me gusta. Rompetechos es un clasicazo con su temperamento con los vendedores, sus denuncias a falsos policias y sus malas lecturas de carteles; Pepe Gotera y Otilio son carismáticos, como unos Manolo y Benitos, pero del revés, y la glotonería de Otilio al principio de las historietas, otro clasicazo; 13 rue del percebe, toda una genialidad del orden de la lectura y lo entrelazado y tal; Morta y File, en no-va-más. Y Sacarino ... pues ... juego a tres bandas y poco más ... no sé, nunca le encontré un sentido a Sacarino ...
La cuestión que planteo en este post es que esta actitud que Oscar+ab expresa está hoy mucho más generalizada que en su tiempo.
"aunque no nos queda claro por qué esa serie precisamente mereció, según la editorial, revista propia."
Pues sencillamente para seguir explotando el filón "Ibañezco".
(Recuerda que, cuando "Sacarino" cerró, nuestro botones pasó a protagonizar las portadas del TIO VIVO.)
Y ahora una curiosidad: Las portadas de "Mortadelo" y "Din Dan" (Rompetechos), eran de distintos colores, sin embargo las de "DDT" (Pepe Gotera y Otilio), "Sacarino" y "Tio Vivo" (con Sacarino) eran siempre del mismo color de fondo: amarillo, azul claro y naranja respectivamente... ¡qué cosas!
Dato interesante, amigo. Por cierto, ¡Qué poquito me gustaba ese fondo naranja!
Lo malo es que se publicaron cientos de aventuras del Botones Sacarino que no eran de Ibañez ni por asomo en DDT y en la propia SUPER SACARINO.
Sí, Sacarino fue pasto de negros, aunque ese es otro cantar. De todas formas, nada ajeno al resto de series de Ibáñez (recuerden las de los chapuzas).
No creo que lo peor fueran las historietas apócrifas. Al menos no apestaban tanto a Gaston.
El equipo apócrifo hizo lo mejor que pudo con Sacarino en montones de historietas cortas que se basaban sólo en equívocos entre tres personajes.
Ah, sí. Yo voy con el Dire.
Bueno...De todas maneras el equipo apócrifo no estaba limpio de polvo y paja, ¿eh?
Que hay por ahí un plagio a Uderzo curioso, que ya mostraremos.
El Dir llegaba a despertar compasión, aunque su mezquindad compensaba un poco la injusticia.
Ese esquema tan divertido del juego a tres bandas "A (Sacarino) hace algo; B (El presi) sufre las desastrosas consecuencias; y C (El Dire) carga con las culpas" aparte de que ya salía en Gaston, aparece en cualquier serie cómica de oficinas (por algo será).
El caso es que para mi el brugueriano que llevó ese esquema a lo más alto y el que mas risas me sacaba fue siempre March con sus Tranqui y Tronco+ eljefe +el dire.
Por cierto, llevo unos días descubriendo este mundo que tienen ustedes creado entre blogs como este, el forodelatia, la gente de byvazquez, la pagina escalotrópica gimnesica y un etcetera muy amplio. Me tienen encantado. Enorme labor, señores.
Sacarino tiene sus momentos.
El problema es meterse entre pecho y espalda 62 páginas de Sacarino. Eso te da ardores.
Pero, en su contexto inicial, en su revistas de muchos personajes, se deja leer. Y es hasta divertido.
Y es muy actual o muy actualizable. Un chaval que entra a trabajar en cualquier sitio y que quiere hacer lo que le da la gana... y lo hace.
Pocas series se pueden mantener con tres personajes, a veces, dos, y un bote de tinta que mancha trajes.
Muy buena tu última apreciación, Magin. En cuanto a lo que comenta el amigo JMR, no creo que ninguna otra serie haya reflejado este esquema de forma tan contundente y directa como Ibáñez, hasta el punto de hacerla el eje central de la misma.
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