Aunque Francisco Ibáñez nunca se ha caracterizado por crear series protagonizadas por animales (alguna hay en su etapa pre-Bruguera) como algunos de sus compañeros de editorial (Escobar, con su Toby), los bichejos han estado presentes de manera determinante en su obra. Su habilidad a la hora de retratarlos llevó a decir al dibujante Carlos Jiménez que una de las cosas que le quedaba por ver en un cómic era una fábula hecha por Ibáñez. Desde el punto de vista de guion, son muy apreciados por los seguidores del autor catalán los “perros con mala leche” y “caballos respondones” que pululan por sus historietas. Esto sin contar el rendimiento humorístico que Ibáñez ha sacado a los animales en los álbumes de su pareja estrella: Safari callejero (1970), Pánico en el zoo (1975), La brigada bichera (1981), Armas con bicho (1988), Animalada (1994) y Mascotas (2002).
Queremos centrarnos en esta entrada en un personaje secundario de la serie Ande y ríase usted con el Arca de Noé, basada en La Osa Mayor, agencia teatral, de Manuel Vázquez. La adaptación de Ibáñez supone una historieta dual al uso que muestra las desavenencias cotidianas entre Don Noé, empresario de la agencia de animales que da título a la serie y su glotón subalterno, Pepe, precedente de Otilio.
Entre los elementos que otorgan vida a esta serie destaca el pulpo que lleva a cuestas habitualmente Don Noé, personaje que, según Miguel Fernández Soto (El mundo de Mortadelo y Filemón), se apoya en uno similar que deambulaba de manera ocasional por la serie de Vázquez. Lo que en el autor original era una mera anécdota, se convierte para Ibáñez en un hábil recurso humorístico, que dota de gracia y salero a la serie.
Este simpático animal, alter ego de su dueño, aporta gags adicionales que enriquecen humorísticamente la página. El diseño del personaje, desenfadado, ágil, alegre, vazquiano, fruto del dominio que el autor tenía ya de su profesión a principios de los sesenta rebosa simpatía e hilaridad, además de dinamizar, con sus formas ondulantes, la página, tanto gráfica como narrativamente.
Entre las funciones que cumple el pequeño pulpo, ejemplificadas en las ilustraciones, vemos que en no pocas ocasiones muestra un chiste paralelo a la trama, elemento muy del gusto de su creador. Otras veces, actúa como asistente de Don Noé, bien sosteniéndole el periódico o sirviéndole de apoyo para sujetar objetos varios. Pero, sin duda, la faceta más hilarante de este personajillo se aprecia en aquellas viñetas en que refuerza o ratifica los gestos de su amo, llegando, en no pocos casos, a adoptar su misma expresión.
Así, el simpático pulpo comparte con Don Noé actitudes de euforia, furia, sorpresa, picardía o carcajada, a la vez que lo imita en acciones tan dispares como dar órdenes, saludar o, incluso, despedir a Pepe. A esto hay que sumarle el trazo ágil (acaso el más ágil que ha tenido el autor), dinámico, fresco y alocado. Tan alocado que a veces nuestro singular personajillo parece rebosar un mudo jolgorio que entronca con el del genial Harpo Marx, por su inconsciente y desenfadada locura.
Queremos centrarnos en esta entrada en un personaje secundario de la serie Ande y ríase usted con el Arca de Noé, basada en La Osa Mayor, agencia teatral, de Manuel Vázquez. La adaptación de Ibáñez supone una historieta dual al uso que muestra las desavenencias cotidianas entre Don Noé, empresario de la agencia de animales que da título a la serie y su glotón subalterno, Pepe, precedente de Otilio.
Entre los elementos que otorgan vida a esta serie destaca el pulpo que lleva a cuestas habitualmente Don Noé, personaje que, según Miguel Fernández Soto (El mundo de Mortadelo y Filemón), se apoya en uno similar que deambulaba de manera ocasional por la serie de Vázquez. Lo que en el autor original era una mera anécdota, se convierte para Ibáñez en un hábil recurso humorístico, que dota de gracia y salero a la serie.
Este simpático animal, alter ego de su dueño, aporta gags adicionales que enriquecen humorísticamente la página. El diseño del personaje, desenfadado, ágil, alegre, vazquiano, fruto del dominio que el autor tenía ya de su profesión a principios de los sesenta rebosa simpatía e hilaridad, además de dinamizar, con sus formas ondulantes, la página, tanto gráfica como narrativamente.
Entre las funciones que cumple el pequeño pulpo, ejemplificadas en las ilustraciones, vemos que en no pocas ocasiones muestra un chiste paralelo a la trama, elemento muy del gusto de su creador. Otras veces, actúa como asistente de Don Noé, bien sosteniéndole el periódico o sirviéndole de apoyo para sujetar objetos varios. Pero, sin duda, la faceta más hilarante de este personajillo se aprecia en aquellas viñetas en que refuerza o ratifica los gestos de su amo, llegando, en no pocos casos, a adoptar su misma expresión.
Así, el simpático pulpo comparte con Don Noé actitudes de euforia, furia, sorpresa, picardía o carcajada, a la vez que lo imita en acciones tan dispares como dar órdenes, saludar o, incluso, despedir a Pepe. A esto hay que sumarle el trazo ágil (acaso el más ágil que ha tenido el autor), dinámico, fresco y alocado. Tan alocado que a veces nuestro singular personajillo parece rebosar un mudo jolgorio que entronca con el del genial Harpo Marx, por su inconsciente y desenfadada locura.
Sin duda, estamos ante una de las pequeñas joyitas humorísticas que nos legó un Ibáñez incipiente todavía hoy no suficientemente conocido.
7 comentarios:
El pulpo es como un ectoplasma emanado del jefe que refuerza todas sus actuaciones. O una metáfora del subordinado pelota. :P Sobre la importancia de los animales de Ibáñez, recordemos el Atila de los Trapisonda y el gato y el ratón de 13, Rué, aparte de los perros detectives con los que se las han tenido que ver MyF.
Hace unos años unos franceses le pedían en el Salón del Cómic que les dibujara un gato. Yo no entendía por qué y creo que Ibáñez y el resto de gente, tampoco. ¿?
Bueno, es que el gato de Ibáñez es especialmente característico...y seguro que todos sabemos a qué gato nos estamos refiriendo.
Toda una entrada a partir de un pulpito. Que grande XD
Lastima que las historietas de esta serie no sean muy accesibles.
No, no lo son. Algo que sacan para los Aniversarios y poco más.
Ibanez dibuja mucho a ese tipico gato que va paseando por ahi sin saber lo que le espera...
Lo que me gusta a mí el pulpito ese...Es una pena que no reediten todo el material "secundario" de Ibáñez en esta época que tan bien ha glosado Chespiro.
Gracias, Gordito. Visto el interés que hay, incluso se puede decir que la selección de el Super Humor "El Ibáñez más clásico" fue insuficiente (vaya novedad, ¿no?)
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