domingo, 9 de marzo de 2008

EL CANDIDATO (1989)


A estas alturas del día 9 de marzo de 2008, suponemos que cada uno habrá votado ya a su candidato para las elecciones generales esas. Nosotros, por nuestra parte, planteamos una nueva opción a tener en cuenta a la hora de ir a las urnas: El superintendente Vicente, alias “El Candidato”.

El álbum El candidato data de 1989, en plena “época negra” de los personajes estrella de Ibáñez, lo cual repercute negativamente en varios aspectos de la historieta. Desde el punto de vista gráfico, la realización, sin ser mala, es bastante mejorable, aunque intenta imitar con pericia el estilo de Ibáñez. Tal vez sea en los disfraces de Mortadelo (el de báscula, en la página 3 o el de lío, en la 40) donde este apócrifo autor se quede a medias de forma más notoria. El hecho de que aparezca la firma de Ibáñez no es índice de autoría alguna, ya que se trata de una firma tampón que encontramos también en álbumes como Las tacillas volantes (1988), La maldición gitana (1989) o El ansia de poder (1989), entre otras obras de este periodo. Sin poder ahondar más, sólo apuntamos que el estilo de dibujo semeja en pequeños detalles al de Juan Carlos Ramis, como se apunta en nuestro tema anterior.

El argumento de esta historieta hubiera sido impensable en épocas anteriores de la serie, por cuestiones de censura, obviamente. Se aborda aquí el tema de las tretas que implica una campaña electoral sin profundizar en el tema y sin citar a políticos concretos (esto sería más propio de los álbumes posteriores a 1990), lo cual le otorga universalidad a la obra. Después de un prólogo breve pero efectivo, que abarca los procedimientos para conquistar el poder desde la prehistoria hasta las actuales repúblicas bananeras, pasamos a la historia propiamente dicha, en la que vemos que el Superintendente de la TIA aspira a convertirse en presidente del Gobierno de la nación. En este apartado, nos quedamos con la jocosa definición de “candidato” que acompaña al título de la historieta: “de ese (espécimen) con dos patas, dos brazos y dos toneladas de ganas de mandar, jorobar, fastidiar y llenar el talego” (pág. 2).

Descubrimos en esta aventura el ansia desmedida de poder del Superintendente Vicente, que pretende incluso llegar a la Presidencia del Gobierno. Así pues, abusa de su posición de cargo público para organizar una campaña sucia y sin escrúpulo alguno. Dado su afán de triunfar, deberíamos plantearnos por qué elige precisamente a Mortadelo y Filemón para ayudarlo en esta tarea. La historieta, pues, se basa en el clásico esquema brugueriano de “quedar bien”, y transcurre en su mayor parte en el interior de la TIA. Es una de esas “historietas interiores” que tanto abundan en este periodo: El inspector general, El gran sarao ( ambas de 1990), etc.





Como otras de esta época, la aventura está dividida en seis episodios de seis páginas y uno final de ocho. En el primer episodio, el Súper muestra ya sus malas artes a la hora de espiar a su principal rival, Marcelino Cascajo. Una serie de gags poco relevantes conducen hasta un final previsible y nada destacable. Subrayamos la recurrencia al gag del transplante, explotado en álbumes precedentes (Billy el Horrendo, 1983) y posteriores (El dopaje…¡Qué potaje!, 2006).

En el segundo episodio, Mortadelo y Filemón ayudarán al maquillador que arreglará al Súper para las fotos de campaña. Los malentendidos entre dicho maquillador y Mortadelo originarán inofensivos equívocos, para acabar rematando el capítulo con la aparente persecución del Súper en calzoncillos a la secretaria Ofelia, mientras ella grita “¡Que arde, que ardeee!”. Un gag simpático y eficaz que será la base de futuros álbumes como La prensa cardiovascular (1995) y volverá a aparecer, afectando de nuevo al Súper, en Impeachment (1999). A pesar de que la publicación de esa foto hubiera sido ya un motivo más que suficiente para fracasar, el Súper continúa su campaña mostrando su cinismo al besar infantes varios (uno de ellos un enano disfrazado que recuerda al de ¡A por el niño!, 1979) en el tercer episodio. Un paseo en coche que sirvió de inspiración para la portada del álbum culmina, tras desastres varios, visitando la Agrupación de expresidiarios detenidos por la TIA, por cierto, ninguno de ellos tienen nada que ver con los artífices de la Venganza cincuentona (2007).

En el cuarto episodio, el Súper y sus dos agentes visitan distintos pueblos en coche intentando ganar la partida al otro candidato, poniendo así de relieve la escasa honestidad política de nuestro protagonista, algo sobre lo que ironiza Mortadelo en la página 29. Una serie de gags que oscilan entre los del Correcaminos y el Coyote y Los autos locos entretienen al lector hasta llegar al final del episodio. En un quinto capítulo, el Súper teme un atentado de su rival (nótese también la calaña del contrario) y Mortadelo y Filemón intentan protegerlo. Por supuesto, la mala coordinación entre los agentes perjudicará notablemente a su protegido, como ya ocurrió en historietas como El preboste de Seguridad (1985) o historias cortas como El espía Matahariez.

El sexto episodio es, sin duda, uno de los más divertidos, gracias al recurso del equívoco. Jesús Dormida, el periodista, acude a la TIA a hacer un reportaje sobre el Súper, pero acaba confundiendo a la esposa del candidato con una gitana canastera, a sus compañeros de carrera con una piara de cerdos y a su padre con un presidiario. Por si no fuera bastante, las confusiones lo llevan a pensar que entre sus planes para el futuro está el atraco a un banco y que, además, es travesti. En conclusión, un capítulo que hará reír al lector sin prejuicio gracias a los equívocos creados.



El capítulo final tampoco está exento de comicidad. El paseo callejero de la cabeza gigante del Súper consigue la risa gracias al efecto cómico que produce dicho cabezón suelto por la ciudad, así como por los juegos de palabras que suscita. Malogrado por culpa de sus agentes, el Súper no puede pronunciar su discurso final y obtiene un único voto (el suyo) en las elecciones, de lo cual se deduce que ni los agentes de la TIA ni su propia familia han apostado por él.

Las entradillas de cada episodio giran en torno a Ofelia, con el siguiente esquema: Mortadelo la molesta primero, luego Filemón, después (opcionalmente) otro miembro de la TIA, como el Bacterio o la Irma y, finalmente, el Súper da la puntilla, llevándose la peor parte de las iras de su secretaria. Este recurso humorístico parte de la historieta Los gamberros (1978) y será repetido hasta la saciedad en obras como La crisis del golfo (1990) o La ruta del yerbajo (1993). Estas dos páginas iniciales al principio de cada apartado tienen poco que ver con la historia general y parecen más una forma de rellenar dos páginas en medio de un guion poco consistente, algo muy habitual durante estos años de la serie.

Además del aspecto gráfico, ya comentado, la obra no destaca tampoco desde el punto de vista del guion. No deja de ser notable la desaparición de Filemón, que, especialmente en los primeros episodios, apenas abre la boca, cediendo su protagonismo a su ayudante y al Súper. Los diálogos muestran un vano intento de acercarse a la juventud, que no sabemos si atribuir al Ibáñez de Chicha, Tato y Clodoveo o a otras manos ajenas al autor.

En conclusión, El candidato, aunque no alcance la categoría de sátira política (como El preboste de seguridad) por su superficialidad, se deja leer con cierta amenidad y supera, desde el punto de vista humorístico, a otras de este extraño periodo que va desde 1987 a 1990. Evidentemente, una realización gráfica más cuidada hubiera contribuido a mejorar también la factura final.


7 comentarios:

ElRinconDelTaradete dijo...

Una entrada muy apropiada.Si señor.

Don Guri dijo...

Hmmm... Leyendo este articulo me han entrado ganas de releermelo y todo (^-^)

Chespiro dijo...

Gracias por los comentarios, amigos.

Kaximpo dijo...

No he tenido el placer de leerla. Tengo muchas lagunas en cuanto a MyF en los 90 pero no me atrevo a rellenarlas... :P

Chespiro dijo...

Bueno, esta es del 89, Kaximpo. No te pierdes mucho por esa laguna, la verdad.

Pacostein dijo...

Al menos el Súper se acordó de votar por sí mismo. La realidad supera a la ficción

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/05/23/andalucia/1306173591.html

Chespiro dijo...

Para que vean ustedes, señores, jeje.