domingo, 16 de diciembre de 2007

SU VIDA PRIVADA (40º Aniversario de Mortadelo y Filemón)



El 40º aniversario de Mortadelo y Filemón, celebrado en 1998, motivó la aparición de Su vida privada, álbum de lujo en el que por primera vez se muestra de manera pormenorizada lo que nuestros agentes preferidos hacen al salir del trabajo: aficiones, residencia oficial, filias, fobias, ligues y novias. El resultado es un álbum que eleva la media del momento y de recuerdo especialmente grato entre los lectores. Gran parte de este éxito reside en la originalidad del planteamiento, pues se trata de una historieta sin misión, sin aventura, basada en la sucesión de episodios cotidianos, enlazados con un ritmo narrativo ágil y rematados por gags de gran calidad.

A modo de introducción, Ibáñez plantea las irónicas incoherencias entre la vida pública y privada de las personas, partiendo del tópico del “lobo con piel de cordero”. Nadie escapa al jocoso escepticismo del autor en estos preliminares: los golpistas revolucionarios, políticos y eclesiásticos de alta y baja jerarquía, aristócratas, o la vecina del tercero…todos ellos son criticados tan democrática como sabiamente, dando una idea de la concepción global que tiene del prójimo Francisco Ibáñez, concepción que se plasma asimismo en cada una de sus historias.

Tras tres páginas introductorias que permiten vislumbrar el nivel de gags que nos depara el álbum, Ibáñez nos presenta a sus personajes tal y como los conocemos: como personificación de la torpeza en lo que a espionaje se refiere. Así, se rememoran algunos de sus fracasos profesionales, lo que da pie a un par de cameos ilustres (el papa Juan Pablo II y Bill Clinton), así como al gag “del ascenso y la horca” (es el tercer aniversario en el que lo encontramos). Sin embargo, nada más lejos del discurso que tomará el álbum a partir de este momento, pues encontramos ya en esta página la viñeta-título en la que descubrimos que el narrador que ha venido contando la historia hasta ahora no es otro que el mismo Ibáñez, el cual aparece descorriendo una cortina que muestra a nuestros héroes en actitudes tan poco épicas como las relacionadas con la intimidad amatoria o la soledad del retrete. Esta viñeta subraya la mezquindad y ridiculez que supone indagar en la vida íntima de las personas, idea que ya se apuntaba en La prensa cardiovascular (1995).

Una breve aparición del Súper (será uno de los álbumes en los que menos intervenga) anuncia la hora de salida del trabajo de nuestros personajes (las siete, para los lectores más completistas), que, raudos, abandonan su ubicación laboral para aprovechar su tiempo de ocio. Mientras que Filemón se dedica a practicar el salto de altura (anécdota que narra el propio personaje, pero no se muestra), Mortadelo compagina su tradicional visita al bar con una partidita de billar con sus amigos. En su primer destino, Mortadelo se nos presenta como un deudor irredento ante el dueño del bar, que asume el rol de Joro, el abnegado camarero de la serie Chicha, Tato y Clodoveo. Tanto es así, que incluso uno de los gags que protagoniza junto a Mortadelo es similar al que encontramos en la historieta del trío de desempleados Gran hotel (nos referimos al de la celebración de un año de deudas).
Después de un rato en los billares, donde Mortadelo hace un alarde de torpeza digno del de sus misiones, nuestro personaje regresa a la pensión El Calvario, que se presenta en esta aventura y que será, desde este momento, la residencia fija de nuestros dos agentes, hasta ahora ubicados donde mejor conviniera al gag de turno. Ahora entran en escena la dueña de la pensión y Bernarda, la limpiadora, que serán personajes fijos a partir de este momento, dotando a la serie de un halo de continuidad prácticamente inexistente hasta la fecha. Como la residencia ha de ir acorde con los personajes, la pensión aparece como un lugar de baja estofa y de insalubre menú, lo cual dará pie a gags recurrentes en el futuro, en historietas como El tirano (1998) o Eurobasket 2007 (2007).

Precisamente el mal aspecto de la comida servida lleva a Mortadelo a tirarla por la ventana, de forma que cae (cómo no) sobre la cabeza de Filemón, en una secuencia muy cinematográfica (con zoom incluido). Llegados a este punto, Ibáñez se introduce para aclarar que próximamente se explicaría cómo ambos personajes llegaron a anidar en el mismo cuchitril (en un procedimiento narrativo poco usual para el autor: la prolepsis o anticipación).




Ya en la pensión, la cotidianeidad nos deja algunas de las mejores escenas del álbum, como el cortejo de Filemón a la señorita Fofita, continuamente saboteado por Mortadelo en intervenciones cada cual más delirante. Del mismo modo, el equívoco con el matrimonio Repóllez (que remite a los “gags de infidelidad” que ya se apuntaban en El caso del señor Probeta-1991), mantiene el alto nivel de estas páginas. Gracias a esta intromisión en la vida privada de nuestros héroes podemos llegar a comprender la ojeriza que Filemón tiene a Mortadelo, pues, si no fuera suficiente castigo tener que soportarlo en el ámbito laboral, también en la intimidad el jefe se ve sometido al acoso constante de este subalterno que interfiere en su vida saboteando la tranquila rutina a la que aspira, ya que ni siquiera puede ver la televisión en su cuarto sin que se entrometa su ayudante.

Este episodio concluye con la persecución de rigor, tras la cual una reflexión de Filemón da pie a una analepsis que nos permite conocer cómo ambos personajes llegaron a la pensión El calvario. Así, los dos se marcan faroles mutuamente acerca de las condiciones de sus pensiones actuales, logrando el autor un gran efecto cómico mediante el contraste entre la narración de cada uno y la realidad descrita en las viñetas. Un sano deseo de prosperar lleva a ambos agentes a mudarse a la pensión El Calvario, recomendada por Mortadelo. Después de varios gags que inciden en las paupérrimas condiciones del nuevo alojamiento (entre los que destacan las simbólicas vistas al cementerio), el Ibáñez-narrador nos remite al Mortadelo al que habíamos dejado solo “hace cuatro páginas” (recurso metaficcional no muy usado por nuestro autor).

Dado que uno de los objetivos de esta historieta era desmentir los rumores acerca de la posible homosexualidad de Mortadelo y Filemón, el autor deja muy claro que a nuestros agentes les gustan las mujeres, por lo que asistimos a varias peripecias amorosas. En esta ocasión, es Mortadelo quien, “tomando prestado” el coche de su jefe, invita a la Conchi (una jovencita moderna) a ir a la discoteca. Unas páginas delirantes culminan con el ingreso del personaje en un convento y con un inesperado cameo de Chicha, uno de los personajes abandonados por el autor hacía años. Destaca en este episodio el poco acertado uso del lenguaje juvenil utilizado por el autor, que nos recuerda al de la serie de los tres “sin empleo” que todos conocemos.


Si Mortadelo y Filemón encarnan posturas vitales contrapuestas, no es de extrañar que sus hobbies también lo estén. Tras una brevísima introducción (más propia de las páginas temáticas que de una historieta) sobre las aficiones, comprobamos cómo los gustos de nuestros agentes resultan tan incompatibles entre sí como ellos mismos: la afición de coleccionar sellos y ventiladores al mismo tiempo es un ejemplo bastante ilustrativo. Hay que destacar la hasta ahora desconocida pasión de Filemón por la música y cómo Mortadelo arruina los discos de su jefe (en una de las secuencias, los utiliza para practicar el tiro al plato, lo cual nos remite a la entrega 710 de Gastón el Gafe, de Franquin). También los disfraces de Mortadelo traerán problemas a su jefe en su relación con las féminas (incluida la patrona de la pensión).

Cuando la convivencia se hace insostenible, y como si de un matrimonio se tratara, Mortadelo y Filemón se van de vacaciones cada uno por su lado. Filemón visita uno de los pueblos recurrentes del autor, Samarruga de la Punta, con una bella compañía femenina. Sin embargo, la fortuna le será adversa y Mortadelo, pluriempleado él, desempeñará el rol de cochero de la feliz pareja, poniendo de manifiesto con su ingenuidad el lado más crápula de su jefe y haciendo que la bella acompañante del mismo huya para siempre jamás. Un freudiano exhaustivo seguramente buscaría alguna explicación para las repetidas ocasiones en que Mortadelo le chafa los planes amorosos a su jefe (¿envidia de las novias?), pero dejemos eso para los psicoanalistas del tebeo, que también los hay, y pasemos al siguiente apartado, no sin antes destacar el dinamismo y la magistral plasmación del movimiento que demuestra Ibáñez en estas páginas, con la inolvidable escena de la calesa.

Tal vez las mejores escenas del álbum ya se hayan ofrecido, pues la intromisión de la familia (definida por Ibáñez como “ejército de ocupación”) resta originalidad a la hasta ahora inusitada historia. Así, a pesar de las reticencias de su compañero, Mortadelo convence a Filemón para que visite su pueblo, Borricón de Arriba, para conocer a su familia. Se aprecia aquí cierta devoción de Mortadelo hacia su jefe, al que presenta orgulloso a sus convecinos, con una inocencia que nos recuerda a ratos al Mortadelo más “puro” de los años setenta.





Como dijimos antes, este episodio resulta menos original, pues no son pocos los lugares comunes que encontramos. Tanto es así, que se puede establecer un claro paralelismo con uno de los capítulos de La caja de los diez cerrojos (1971), historieta en la que el pueblo de Mortadelo resultó ser Villarrebuzno de Abajo. Así, en ambas historietas Filemón padece el embiste de bovinos varios y los pésimos resultados de los remedios curativos rurales, en esta ocasión practicados por la abuela de Mortadelo, que asume el rol de viejecita terrible. Otros personajes que se muestran en esta ocasión son los desproporcionados padres de Mortadelo y el primo Pezuño, que serán rescatados en Misión ¡Triunfo! (2002). Como detalle anecdótico, tanto en la historieta de 1971 como en la que nos ocupa encontramos un “tío Berzas”, para los amantes de la continuidad casual. Por otra parte, el chiste acerca de lo anticuados que están en el pueblo de Mortadelo (penúltima viñeta de la página 37) ya fue usado anteriormente en la portada de la revista Mortadelo (nº 294) y en la de Dinosaurios (1993), para la colección Magos del Humor.

Para estar en igualdad de condiciones, también aparecen los padres de Filemón, que serán rescatados igualmente en Misión ¡Triunfo! (2002) y, en el caso de la madre, en El estrellato (2002), en clara referencia a la película La gran aventura de Mortadelo y Filemón, donde María Isbert interpreta a este personaje de la mano de Javier Fesser. Tras un par de anécdotas menores que el padre de Filemón nunca olvidará, la historia se cierra precipitadamente con la aparición del narrador Ibáñez convertido en hombre-lobo, detalle de su vida privada que no parece agradar del todo a sus vecinos.

En líneas generales, podemos decir que Su vida privada, a pesar de ser concebida por presiones editoriales para la celebración del 40º aniversario de Mortadelo y Filemón, eleva el nivel de las historietas de la época, que ya habían iniciado su decadencia. Esto nos demuestra que lo que se ha ido quedando obsoleto no son los personajes en sí, ni siquiera el humor de Ibáñez, sino determinadas situaciones que se repiten por inercia creativa. Nuestros queridos calvos han demostrado con holgura que pueden desenvolverse humorísticamente con sobresaliente eficacia en situaciones nuevas, cotidianas y originales. De hecho, no deja de ser una pena que algunos de los personajes que en esta historia sólo se bosquejan (los compañeros de pensión, por ejemplo) no hayan tenido una vida más larga en el universo del autor, pues hubieran enriquecido la serie considerablemente.

A este guion ágil y narrativamente excepcional hay que unirle una calidad gráfica excelente, digna de la efeméride. Destacan especialmente la fisonomía de las féminas que pueblan estas páginas (todas espectaculares), así como los disfraces de Mortadelo, especialmente brillantes y suntuosos. Teniendo en cuenta todos estos elementos, no es de extrañar la buena acogida de esta aventura, referente indispensable para una nueva puesta al día de los personajes y una de las últimas obras maestras nacidas de la mano de su autor.




4 comentarios:

Don Guri dijo...

Otro analisis fabuloso. Para quitarse el sombrero.

Chespiro dijo...

Muchas gracias, Don Guri. Me alegro de que le guste.

viagra online dijo...

Que bueno esta el nombre de esta pagina "mortadelo" ja ja me da mucha risa porque la verdad en mi pueblo a un tipo de dicen "mortadelo" y tiene la lengua salida como una mortadela. Se la pasa babeando como un perro y no sabe hablar, entonces por eso me causo la risa.

Luis García Romero dijo...

Recuerdo que Su vida privada me hizo reír como pocas veces me he reído leyendo. Bien marcado en esta entrada que se trata de una obra maestra. Deberían hacer una película con este tebeo.
Un blog estupendo.