sábado, 13 de octubre de 2007

LA CAJA DE LOS DIEZ MACGUFFINS, por KAXIMPO

Estimados lectores, esta semana volvemos a contar con un invitado de lujo que, además, repite en este su humilde blog. Nos referimos a Kaximpo, que nos deleita con un breve artículo sobre el elemento "MacGuffin" en las aventuras de Mortadelo y Filemón. Pasen y lean:


Terminología del cine - MacGuffin: Elemento dentro del argumento que carece de relevancia y sirve para introducir, desarrollar o justificar alguna o toda acción narrativa.





Según los entendidos en cine, el MacGuffin era el elemento que Hitchcock solía introducir en muchas de sus películas como motor para construir la trama: unos planos, una fórmula secreta, un objeto robado... ¡La paradójica importancia del MacGuffin es que al espectador no le importa qué es y ni siquiera si realmente existe! Lo esencial es que los protagonistas y demás personajes de la historia crean que tiene una extraordinaria relevancia, lo busquen y surjan confrontaciones por él.



Trasladado al universo de Mortadelo y Filemón, el MacGuffin toma muy diferentes formas. Querría excluir de esta clasificación potenciales MacGuffins como el Sulfato Atómico que los agentes deben recuperar en su primera aventura larga o el Balón Catastrófico porque no son en sí mismos MacGuffins "puros". Su naturaleza (hacer crecer los insectos o "emburrecer" a los humanos) es causante directa de hilarantes gags y no una mera excusa del argumento que pueda sustituirse por otro objeto.


Tampoco aventuras con la misma estructura de 11 capítulos que las que deseo comentar corresponden exactamente a este tipo porque del mismo modo los objetos (o personajes) perseguidos o custodiados (bombas, animales, gángsters, invasores extraterrestres o incluso señores pequeñitos) determinan directamente los gags y no serían tan fácilmente reemplazables por otros.El subgénero del que hablo son esas aventuras de 11 capítulos de 4 páginas cada uno en las que nuestros esforzados agentes tratan de reunir 10 objetos. Habitualmente la primera presenta la misión y la última incluye un desenlace en el que no siempre se encuentra lo que se buscaba una vez que todos los elementos están reunidos.


En mi opinión es "La Caja de 10 cerrojos" la primera y la más redonda muestra de este subgénero de Mortadelo y Filemón. Los protagonistas recorren el mundo buscando las llaves que abren una misteriosa caja pero los gags que se presentan no se refieren a la llaves en sí mismas, sustituibles por cualquier objeto, sino a las características propias del lugar en que se desarrolla cada episodio. Intercalando historietas de otros géneros, Ibáñez repite esta misma fórmula en "¡A La Caza del Cuadro!" sustituyendo las 10 llaves por cuadros de modo que los agentes tienen que ingeniárselas para entrar en casas ajenas. En "Los Diamantes de la Gran Duquesa" está claro cuáles y cuántos van a ser los objetos sustraidos. En "El Plano de Alí-Gusa-No" se trata de un plano dividido en 10 partes custodiadas por variopintos individuos.


A medida que el número de páginas de Mortadelo y Filemón crecía en las revistas donde se publicaban seriadas, el esquema de 11 entregas (presentación o desenlace más búsqueda de 10 objetos) de los años 70 dejaba de tener sentido. Aún así Ibáñez sigue creando alguna historia que puede corresponder a este subgénero como En Alemania, que presenta a los enanitos de jardín como excusa para trasladar a los agentes a las distintas regiones del país mostrando incluso tópicos internos y atraer lectores germanos. Algunos pueden sostener con toda la razón que el auténtico MacGuffin de La Caja de los 10 cerrojos es el secreto que ésta escondía en su interior o el documento "top secret" que guardaba el sobre tras uno de los cuadros de "¡A la caza del cuadro!" y que el ejemplo de un MacGuffin "puro" sería la bomba en "La Estatua de la Libertad" o la moneda que los agentes pretenden recuperar de Chapeau "El Esmirriau".





Pero incluso en todos esos casos el MacGuffin sigue sin ser un completo MacGuffin porque su recuperación final conlleva un descubrimiento. Descubrimiento que suele convertirse en un giro inesperado que le da una verdadera utilidad aparte de la meramente narrativa. Si como explicó el propio Hitchcock a Truffaut ("So you see, a MacGuffin is nothing at all!") un MacGuffin no es nada, va a ser difícil encontrarlos en Mortadelo y Filemón donde todo tiene su propósito: hacernos reír.





Artículo escrito por Kaximpo

8 comentarios:

Chespiro dijo...

Pues bien, estreno el comentario. Me parece muy acertada la reflexión final: dado que en la obra de Ibáñez todo tiene un fin, no puede haber MacGuffins puros.
No obstante, y en un nivel menos abstracto, no tengo claro por qué, por ejemplo, los diamantes de la gran duquesa no serían MacGuffins puros.
Es decir, la moneda de Chapeau desencadena el final agresivo hacia el Bacterio.
Del mismo modo, la reunión de las llaves o de los trozos de plano también tienen consecuencias de descubrimiento, como bien dices.
Pero...¿qué aportan los diamantes?
Dejo planteada la pregunta.

Mortadelón dijo...

¿Y el diamante de tropecientos kilates al final de la caja de 10 cerrojos?. Un cierre de historieta de antología.
De todos modos en casi todas las historietas de los agentes, lo que menos importa es lo que se busca, lo que cuenta es la cantidad de trompazos que se suceden y demás, así que podría decir que el mcGuffin es un elemento omnipresente en las historietas del dúo anémico, digo, dinámico.

Chespiro dijo...

Jaja, dinámico y anémico, sí.
Casi que en realidad la forma de concebir la historieta de Ibáñez es "Macgúffica". ¡Toma palabreja!

Kaximpo dijo...

Jaja, Mortadelón, no quería revelar el final de "La caja de 10 cerrojos" a quien no lo hubiera leído pero pocos deben de ser a estas alturas. :D

Tienes razón, Chespiro: "Los diamantes de la duquesa" es un ejemplo de McGuffin "más puro" que la moneda de Chapeau. No he estado fino en ese ejemplo. Durante ambas aventuras nos da igual qué están buscando los agentes, excepto al llegar al final, cuando en un caso sí importa qué era la moneda y para qué servía y en el otro, no.

El objetivo del artículo es demostrar, una vez más, que la felicidad es un camino que se recorre no un sitio al que se llega. :P

Chespiro dijo...

No te imaginas hasta qué punto estoy de acuerdo, Kaximpo.

Anónimo dijo...

Ah, MacGuffin, qué gran heroe de mi infancia.

Con un chicle y un pin del Farça te hacía un soplete y tapaba un escape de nitroglicerina...

Yordi (Y.) dijo...

Hitchcock explicaba lo del Mc Guffin con un chiste:

Dos hombres están sentados en un tren uno de ellos lleva en el equipaje, visiblemente, un extraño objeto, el otro se da cuenta y le pregunta.

- Disculpe ¿Qué es eso?

- Es mi Macguffin.

- ¿Para que sirve?

- Lo uso para cazar elefantes en Escocia.

- En Escocia no hay elefantes.

- Entonces quizás no sea un Macguffin

No es muy de Ibañéz pero parece de Armando Matias Guiu :O)

Un abrazo!

Chespiro dijo...

Un diálogos para besugos, sí señor, jeje.