Esta semana hablaremos de la familia, ese pilar de la sociedad a cuya defensa siempre acuden los adalides de las buenas costumbres y el bien pensar, tales como los oligarcas que dirigían el cotarro en la época en que nuestra querida Editorial Bruguera estaba en pleno auge. Huelga decir, por tanto, que las familias bruguerianas no podían sustraerse a esta realidad imperante y que se veían, lógicamente, condicionadas por ella.
Decisivo en este sentido fue el endurecimiento de los cánones a partir del año 55, con el decreto de 24 de junio sobre Ordenación de la Prensa Infantil y Juvenil. La censura se hace más férrea si cabe y ataja, entre otros aspectos, aquellos que puedan ir en contra de la “sagrada unidad del matrimonio”.
Una de las primeras criaturas de ficción en caer será Doña Tula, de Escobar, pues la presencia de esta suegra maquiavélica atentaba, al parecer, contra la sacrosanta armonía de la vida conyugal (algo que, como ustedes saben, nunca ocurre en la vida real). Mejor suerte corrió el matrimonio Zapatilla, padres de los celebérrimos Zipi y Zape, del mismo autor. El maestro Escobar burla a la censura creando una sutil parodia de las relaciones entre cónyuges basadas en la absoluta sumisión y servilismo de la esposa para con su marido (y dueño).
También la familia Pío, de Peñarroya, se vio afectada por los nuevos imperativos legales. Así, los delirios de grandeza de Doña Benita (y sus crueles repercusiones para su sufrido marido) se ven desviados por la presencia de un sobrinito de la pareja, que relega en parte los conflictos matrimoniales que atormentaban a Don Pío. Ya en el año 59, Francisco Ibáñez se da cuenta también de que lo que su Pancracio Trapisonda necesita no es una esposa, sino una hermana, de forma que los conflictos familiares no afectan a unos enamorados cónyuges, sino a una pareja de hermanos. Nuevamente se recurre a la presencia de dos sobrinetes que harán las veces de hijos de la pareja. Es curiosa la utilización de la figura del sobrino, pues permite la presencia de infantes en las historietas sin que se pase por la mente de los lectores la posibilidad de un fortuito (y repugnante, por supuesto) encuentro sexual entre los personajes (la factoría Disney, con su doble moral, sabe también lo suyo del uso y abuso de la figura del sobrino).
Sin embargo, todos estos rodeos argumentales nos suenan inevitablemente a remiendos que restan naturalidad a las historias. Así, por ejemplo, en Mortadelo y Filemón, Agencia de Información, hemos visto varias veces a Filemón reñir a su subordinado por llegar borracho a la oficina, en historietas de una página cuyo desarrollo argumental recuerda más al de las series de matrimonios que al de una pareja de detectives. Proponemos otro ejemplo a través de una “aventura” de Don Pedrito, que está como nunca, en la que Ibáñez narra la excursión nocturna de este personaje, presionado por la posible bronca de su tía, que ejerce de esposa en esta historieta. Las viñetas adjuntas corresponden al principio y final de la historieta.
Como vemos, la presencia ocasional de la tía Telesfora es la excusa que aduce el protagonista para dejar la barra del bar. Del mismo modo, le preocupa el “qué dirá” de su señora tía, pues no quiere que piense que ha estado de juerga con los amigotes. En la última viñeta, vemos a la tía Telesfora dispuesta a “enseñar” a su sobrino. Fijémonos en la vestimenta del personaje femenino: rulos, bata y zapatillas de casa, esto es, los elementos definitorios de la “esposa” en los tebeos. No cabe duda de que, estamos ante una figura femenina sustituta, que ejerce el mismo rol que la esposa, pero desde otro parentesco.
La frase final de Don Pedrito, que alude a la paz del hogar, está cargada de tintes irónicos que resultarían sumamente ofensivos si la disputa que nunca veremos (porque se acaba la página) viniera desencadenada por su señora ante Dios y ante los hombres. Sin embargo, si la bronca es con una tía (prima, hermana, etc.), el argumento es legítimo para los señores de la censura. Afortunadamente, la sagrada unidad del matrimonio permanece intacta. Como se puede ver, una lógica aplastante muy en consonancia con la mentalidad de los que hoy en día van a las manifestaciones a favor de la familia, concebida cuadriculadamente como la unión de hombre y mujer para procrear muchos hijitos. Si le tiras un piano a tu hermana o quemas los juguetes de tus sobrinos…eso ya es otra cosa.
Y es que no hay nada nuevo bajo el sol.
6 comentarios:
Acertado comentario final. La verdad es que a partir de la censura, la doble lectura en las historietas se hizo patente. Qué genios eran los bruguerianos.
Lo eran, lo eran. Y,aunque suene paradójico, la censura les obligó a aguzar el ingenio en no pocas ocasiones.
Jo, qué miedo de esposa/tía. Es como el agente Bestiajez pero con rulos.
Jeje, luego Ibáñez consiguió su objetivo. Me quedo con la denominación de "esposa/tía" que, como todos sabéis, proporciona al matrimonio muchos "hijos/sobrinos".
en la familia trapisonda , yo me he estado preguntando , la hermana de Pancracio no es la señora doña Leonor de el 13 del percebe , la encargada de la pension , es que nunca se revela su nombre en las viñetas de la familia trapisonda , y si lo es , su nombre no seria Doña Leonor Trapisonda ,y ¿ porque Ibañez pone a doña Leonor en las viñetas de la familia trapisonda y en las de 13 del percebe?
Es bueno tener presente esta informacion sobre el matrimonio, tambien es bueno tener presente que el matrimonio es una lucha continua, es un sufrimiento que solo con el amor se puede llevar victorioso
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