Desde que ese entrañable personajillo llamado Rompetechos hizo su primera aparición en el “Tío Vivo” del 6 de abril de 1964, no ha parado de hacernos reír. De hecho, no son pocos los que juzgan al hijo predilecto de Ibáñez como una las criaturas más acertadas de su autor. Efectivamente, el rendimiento humorístico que el dibujante supo sacar de la falta de capacidad visual de su personaje supera a cualquier otro intento de crear comicidad partiendo de la “ceguera” de un ente de ficción. Mientras que un autor más mediocre hubiera convertido las andanzas de este cegatón en una sucesión de tropezones y caídas por alcantarillas abiertas sin demasiado sentido, Ibáñez demuestra una vez más su capacidad para el gag acumulativo, que alcanza con Rompetechos una de sus mejores formulaciones. Las peculiares interpretaciones que Rompetechos suele hacer de los nombres de las calles o establecimientos dan pie a algunas de las situaciones más hilarantes jamás vistas en un cómic de humor. Acerquémonos más (para verlo mejor, entre otras cosas) a este diminuto personajillo.
Salvo alguna profesión eventual, no se le conoce trabajo fijo a Rompetechos. Tal vez viva de las rentas o perciba algún tipo de paga por “invalidez” (aunque eso sería tanto como reconocer su ceguera). Lo que no podemos dudar es que Rompetechos es un personaje fundamentalmente ocioso. Al no tener que acudir a una rutina laboral diaria, su vida se limita a pasear tranquilamente por la calle, casi siempre contento, con un entusiasmo y una alegría inicial que dista mucho de la actitud de sus “hermanos de tinta”. En estos despreocupados paseos, suele encontrarse con algún amiguete que acaba de adquirir cualquier tipo de objeto (desde una moto a una mascota, pasando por un habano de primera o un juguete para su chico). Desde ese momento, Rompetechos, que parece ser algo envidiosillo en este sentido, tomará la firme decisión de conseguir lo que acaba de “ver” a toda costa.
Resulta sumamente tierna la capacidad que este simpático personaje tiene para entusiasmarse ante lo más nimio. Si tiene que emprender la búsqueda de un sombrero que le quede bien o de un aparato de aire acondicionado, convertirá dicha acción en el leiv motiv de su vida. Tanto es así que no importarán los palos que reciba en su intento; él seguirá adelante con admirable tenacidad. Tampoco importará que al final de la página haya recibido una monumental paliza o haya acabado en la cárcel, pues en su próxima historieta este chiquitajo cabezón estará dispuesto a entusiasmarse ante una nueva ilusión. Todo un ejemplo…
Salvo alguna profesión eventual, no se le conoce trabajo fijo a Rompetechos. Tal vez viva de las rentas o perciba algún tipo de paga por “invalidez” (aunque eso sería tanto como reconocer su ceguera). Lo que no podemos dudar es que Rompetechos es un personaje fundamentalmente ocioso. Al no tener que acudir a una rutina laboral diaria, su vida se limita a pasear tranquilamente por la calle, casi siempre contento, con un entusiasmo y una alegría inicial que dista mucho de la actitud de sus “hermanos de tinta”. En estos despreocupados paseos, suele encontrarse con algún amiguete que acaba de adquirir cualquier tipo de objeto (desde una moto a una mascota, pasando por un habano de primera o un juguete para su chico). Desde ese momento, Rompetechos, que parece ser algo envidiosillo en este sentido, tomará la firme decisión de conseguir lo que acaba de “ver” a toda costa.
Resulta sumamente tierna la capacidad que este simpático personaje tiene para entusiasmarse ante lo más nimio. Si tiene que emprender la búsqueda de un sombrero que le quede bien o de un aparato de aire acondicionado, convertirá dicha acción en el leiv motiv de su vida. Tanto es así que no importarán los palos que reciba en su intento; él seguirá adelante con admirable tenacidad. Tampoco importará que al final de la página haya recibido una monumental paliza o haya acabado en la cárcel, pues en su próxima historieta este chiquitajo cabezón estará dispuesto a entusiasmarse ante una nueva ilusión. Todo un ejemplo…
Si en todas las historietas de Ibáñez la comicidad radica en el distanciamiento que autor y lector establecen con los personajes, en este caso la separación con respecto al cegatón alcanza unas dimensiones más que crueles. Autor y lectores reímos a mandíbula batiente cuando vemos que el pequeño bigotudo entra en una tintorería exigiéndole un puro al dependiente sólo porque en la puerta de entrada ha leído “Habanos” donde ponía “Lavamos”. Nuestra condición de sádicos demiurgos se acentúa por el hecho de que el individuo del que nos reímos sea totalmente ajeno a su “problema”. Cuando Mortadelo y Filemón o Pepe Gotera y Otilio arman un estropicio, los personajes son conscientes de su propia torpeza, bien porque la pueden percibir, bien porque sus superiores o clientes se encargan de recordársela de forma contundente. Incluso el ingenuo Sacarino ha pedido sus correspondientes billetes para Pernambuco después de haber provocado un descalabro en la oficina. Pero ése no es el caso de Rompetechos.
Nuestro protagonista es totalmente ajeno a su problema visual, lo cual le impide poner cualquier tipo de posible remedio. Rompetechos, todo buena voluntad, se encuentra ante un mundo hostil que lo apalea y lo vitupera sin que él (desde su punto de vista) haya hecho nada para merecerlo. Si ha leído que en el letrero de la tienda ponía “Alondras”, tiene todo el derecho a entrar solicitando su mascota, pero… ¿quién es ese desconsiderado que lo mira como si estuviera loco y acaba insultándolo? Nosotros sabemos que es el dependiente de una tienda de “Alfombras”… ¡pero Rompetechos no!
Si en alguna ocasión se ha tildado a este personaje de malhumorado o gruñón, déjenme decirle que esta apreciación es totalmente injusta. ¿No se enfadarían ustedes si, con una persistencia casi kafkiana todas las personas con las que se encuentran hoy les trataran a patadas? Rompetechos bien podría preguntarse: “¿Qué le pasa a todo el mundo menos a mí?”. Lo que sería un drama personal (la ceguera) se convierte en un drama social (la comunidad no empatiza con el individuo que tiene otra “forma de ver”).
Sin embargo, si nos fijamos bien, la descarnada burla que cada lector hace de Rompetechos no es tan ajena a sí mismo como cree. ¿Acaso no compartimos todos, en mayor o menor medida, la ceguera del personaje de Ibáñez? Si piensan que no, basta con preguntarse cuántas veces nos hemos sentido unos incomprendidos, vapuleados por el destino, víctimas de una sociedad injusta…cuando la raíz del problema no estaba en los demás, sino en nosotros mismos; es decir, en nuestra “ceguera” a la hora de admitir nuestras limitaciones, defectos e incluso virtudes. Dicho esto, no podemos sino identificarnos con ese pequeño individuo que, cual héroe romántico, acaba sus historietas indignado y vapuleado, clamando justicia ante una altiva estatua de granito.
21 comentarios:
La de veces que me he sentido Rompetechos...
¿No decía Ibáñez que este era su personaje más querido, ya que se identificaba con él en todo?.
Es de notar que a Mortadelo también se le "dotó" de ceguera, pero este gag lo explotó escasamente con el personaje.
Saludos.
Sí, porque además hay un detalle reseñable: las gafas de Mortadelo...¡sirven!
Gran resumen del mundo y entorno de Rompetechos amigo, pero no estoy de acuerdo en un aspecto que además me parece muy característico del pesonaje. Has destacado esa "sana" envidia por su parte, que más que sana, es una envidia pueril y a veces casi metódica, pero no me podrás negar, que por mucha razón que tenga este señor bajito, "su razón", claro está, tiene una mala gaita que no veas.
Y tampoco hay que ver este aspecto como algo negativo, si no tuviera esa mala uva ante el dependiente, policía o amigo de turno, no provocaría la reacción adversa de apaleamiento y bofetada de cada gag.
Precisamente una de las cosas que más me divierte es cuando entra en algún establecimiento e Ibánez nos muestra al dependiente. Viéndole su cara, ya sabemos cómo acabará la escena, pues los rasgos del dueño de la tienda suelen asemejarse siempre a los de algún animal, y Rompetechos en su enfado, recurre al parecido y sale por peteneras al más mínimo reproche del comerciante.
También es de alabanza la manera de acabar las historietas, casi siempre acaban o delante de algún ser inerte o animal, haciendo las veces de policía, o en la cárcel torturando al pobre compañero de celda, pero sin embargo, no cansa lo más mínimo ver cómo acaba una vez tras otra de la misma manera, siendo esta una de las principales virtudes del autor.
Mis más sinceros respetos por Rompetechos, uno de mis personajes preferidos en general.
Ciertamente, Rompetechos puede llegar a tener muy mala gaita.
Pero también es verdad que no arranca la historieta con ella ni la usa para fastidiar al personal.
La mala idea de Rompetechos, al contrario que la de sus hermanos de padre, viene motivada por la acumulación de desgracias sin venir a qué (desde su perspectiva,claro).
Y sí, es cierto que no duda en sacar a relucir los defectos físicos de sus interlocutores. Pero bueno, en eso se parece un poco a nuestros abuelos, cuando sienten que el dependiente de turno no los trata bien, ¿no?
Yo creo que, de entrada, es uno de los personajes más inocentes de Ibáñez.
Ciertamente, Rompetechos puede llegar a tener muy mala gaita.
Pero también es verdad que no arranca la historieta con ella ni la usa para fastidiar al personal.
La mala idea de Rompetechos, al contrario que la de sus hermanos de padre, viene motivada por la acumulación de desgracias sin venir a qué (desde su perspectiva,claro).
Y sí, es cierto que no duda en sacar a relucir los defectos físicos de sus interlocutores. Pero bueno, en eso se parece un poco a nuestros abuelos, cuando sienten que el dependiente de turno no los trata bien, ¿no?
Yo creo que, de entrada, es uno de los personajes más inocentes de Ibáñez.
La miopía ha sido una constante en la producción de Ibáñez. En la primera aparición del director de Sacarino, también se le presenta como un tipo que no ve tres en un burro, aunque posteriormente desaparecería esa característica al igual que, como se ha citado, en Mortadelo.
A mí no me parece que Rompetechos tenga mala uva, solo se rebela ante las injusticias que supone cometen contra él.
Comparto esa visión contigo, Gordito Relleno.
Ciertamente, parece que el Dire de Sacarino iba por la misma línea, pero pronto se abandonó el recurso.
Igualmente irrelevante fue la miopía de Tato en nuestros amigos aquellos "De profesión sin empleo".
Genial entrada chespiro! Rompetechos es también mi favorito se nota las ganas que Ibañez pone en sus historietas...
Sólo se te ha olvidado recordar su extraña carrera política como dictador de Tirania ;O)
Ah, jeje. Ese debía de ser algún primo hermano suyo, porque se llamaba Rompetechen.
Resulta agradable que nuestro entrañable personaje saliera en el álbum más clásico entre los clásicos, con un breve cameo mucho más acertado que algunas de sus innecesarias apariciones últimas (véase la de OKUPAS).
Efectivamente, Ibáñez lo coge con ganas y, consecuentemente, su público también.
anda,si es un blog dedicado a mis personajes favoritos los de ibañez
¡ahora mismo os agrego a favoritos en mi blog!
http://eladryblog.blogspot.com
os seguire cada dia!1
Se agradece, adryan. Ya sabes dónde tienes tu blog.
Al margen de la mala gaita de Rompetechos o de los pobres tenderos que han de aguantarle, siempre me he fijado que en los tebeos de Ibáñez mucha gente parece exageradamente malhumorada cuando le hacen un desplante o sufre algún golpe. Quiero decir que parecen muy irascibles. Aunque si no se enfadasen quizá la situación tendría menos gracia, ya que esto puede sólo ser un recurso humorístico más.
Ciertamente, los personajes ibañezcos llegan a ser muy muy irascibles. A veces, la inocente palabra "burro" amerita, según ellos, un golpe capaz de dejarte el ojo a la virulé.
Me quedé bastante flipao cuando en la peli, Rompetechos salía de facha. Vaya un churro mental!
Una de las muchas "perlas" que nos legó Fesser.
ha estado bien pero yo kisiera tener una imformacion exasta.tambien de xk lo hicieron.
Es difícil dar una información exacta de tal despropósito, pero Fesser dijo que un tipo de negro, bajito y cabreado tenía que ser facha.
Él sabrá.
Es increible como este comic se ha mantenido durante todos estos años al rededor de 40, la primera vez que lei el Rompetechos fue cuando yo tenia 12 años, hace mucho tiempo que no sabia nada de el hasta que encontre este blog.
Yo soy nuevo en tu blog, puedo ver que este MOrtadelo es muy gracioso, quiero decir como luce, pero me gustaría sabe cua es la función qu él lleva a cabo, gracias.
Grande Rompetechos!!!
TENGO 42 AÑOS Y TENIA 10 CUAndo empeze a leer rompetechos,anda que no me he reido yo con este personaje,que le pasa cada cosa,es mi personaje preferido de ibañez tengo montones comics de Rometechos,por ser tan cegato confunde cada cosa que le pasa lo que le pasa.
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